5 diciembre, 2025

5 diciembre, 2025

Davos: Los trapos sucios

Poder y dinero

Lo más selecto de las elites del planeta se volvió a reunir en Davos, el pequeño poblado suizo que es famoso por ser cada año la sede del Foro Económico Mundial. Ubicado entre montañas, a la mayor altitud de toda Europa y con una población fija de apenas 12 mil habitantes, es el lugar ideal para darles seguridad a sus connotados visitantes. Su acceso único por carretera es fácilmente controlable, los guardias en las azoteas vigilan las calles y las temperaturas invernales no permiten manifestaciones ni campamentos.

Por otro lado la mayor barrera de protección es el costo. Si no tiene mucho, mucho dinero, mejor olvídese. Lo que podríamos llamar boleto sencillo sale en unos 70 mil euros; de ahí para arriba. Porque Davos se caracteriza por un complejo sistema jerárquico basado en el dinero, el poder y la fama. Por 100 mil euros se puede ser “asociado”; por 200 mil “socio” y por 400 mil “socio estratégico”. Cada quien cuenta con un distintivo y un color específico que establece a cuales de los cerca de 300 eventos, encuentros, comidas y cenas se puede o no asistir; es decir con quienes se puede encontrar, dialogar o compartir una comida. En pesitos devaluados eso significa gastar de 1.2 a 8 milloncejos por cuatro días en el paraíso helado.

Hay otros costos. Alrededor de 1,700 jets privados compitieron oportunamente por las pistas de aterrizaje y hangares de los aeropuertos cercanos; y también cuesta el alquiler de limusinas.

Algo más de 2,800 dirigentes de las más grandes empresas, líderes nacionales, premios nobel, destacados pensadores e incluso artistas de renombre y con “mensaje” acudieron a reflexionar sobre los grandes temas planetarios y a encontrarse unos con otros.

Entre los participantes estuvieron 40 jefes de gobierno; los dirigentes de las instituciones financieras internacionales; los presidentes de muchos bancos centrales; unos 1500 jefes de empresa; otros 300 representantes políticos de diversos niveles, artistas “con mensaje” y muchos invitados, incluso científicos y voceros de organizaciones sociales considerados relevantes. En total unas 2,800 personas, de las que el 17 por ciento eran mujeres que acudieron a reflexionar sobre los grandes temas planetarios e intercambiar puntos de vista. Durante cuatro días la elite intercambia puntos de vista, homogeniza su visión del mundo, define grandes rumbos y construye oportunidades de negocios.

Algo que me gusta del foro es el énfasis que hace en el análisis de riesgos globales. Lejos de esconder la cabeza, ignorar los problemas y fingir que las cosas marchan bien, aquí las verdaderas elites del planeta sacan a relucir los trapos sucios. Dicen que para componer el mundo, lo que está en duda, pero por lo menos les sirve para entenderlo.

Este año del foro destacó como riesgo global inmediato el de los desplazamientos involuntarios que ya afectan a cerca de 60 millones de personas. Tan solo el año pasado más de un millón de ellos llegaron a Europa como refugiados; pocos en realidad lo consiguen. Se trata de emigrantes involuntarios que huyen de los conflictos étnicos y religiosos, del deterioro económico y el desempleo en sus países, de los estados fallidos y en general de un mundo que se despedaza.

Otros grandes riesgos son los del desempleo, en particular el juvenil, y los desastres climáticos cada vez más frecuentes. A mediano plazo destacó el riesgo de no ser capaces de detener el calentamiento global; lo que requiere el control organizado a nivel internacional del uso de energías que sueltan carbono en la atmosfera.

Fue un encuentro caracterizado por un ambiente de pesimismo originado también por una preocupación cercana a los corazones financieros de las elites: el hecho de que la economía mundial no levanta el vuelo sino que, por lo contrario, hay nubarrones de recesión en el horizonte.

Pero el verdadero mensaje de fondo de la reunión; lo que constituyó su tema oficial y le dio nombre al encuentro fue “Conduciendo la Cuarta Revolución Industrial”. La primera revolución industrial empleó la energía del agua y del vapor para mecanizar la producción; la segunda usó la energía eléctrica para la producción en masa; la tercera se caracterizó por la electrónica y la tecnología de la información para automatizar procesos. Ahora la cuarta estaría caracterizada por la fusión de nuevas tecnologías físicas, biológicas y digitales.

El mensaje de Davos es que se aproxima un tsunami tecnológico que en los próximos diez años transformará el mundo más que en los últimos 50. Los avances en inteligencia artificial, robotización de la producción, interconexión informática, ingeniería genética, nanotecnología, impresión tridimensional, transporte por medio de drones, vehículos auto dirigidos y similares están en puerta y van a generar profundas transformaciones.

Hace apenas unos días una computadora venció a un gran maestro de “go”. Es un juego de estrategia oriental de mucha mayor complejidad que el ajedrez. Hace veinte años una computadora le ganó al campeón mundial de ajedrez y se suponía que ganarle a un maestro de go se llevaría otros treinta años. Pero el desarrollo de la computadora y el software necesario se llevó 10 años menos; lo consiguieron con un programa de autoaprendizaje al que se le introdujeron los resultados de millones de juegos de go, ajedrez y muchos otros.

Es un enorme avance pero habría que dudar si es en la dirección correcta. Por lo menos Stephen Hawking, considerado el hombre más inteligente del planeta, dice que la inteligencia artificial plantea un enorme riesgo de autodestrucción de la humanidad. Si, como película de ciencia ficción, pero en serio.

Los avances tecnológicos en puerta plantean un problema para las grandes empresas: ¿cómo conseguir el personal altamente calificado que deberán contratar en los próximos años? Porque se supone que estas nuevas tecnologías habrán de crear unos dos millones de puestos de trabajo de muy alta especialidad. Ese es su problema.

El nuestro es que esas nuevas tecnologías habrán de destruir muchos millones más de empleos de clase media. Desde diagnósticos médicos automatizados hasta la substitución de proyectos de ingeniería, trabajos administrativos y muchos más. Si pensamos en cómo los cajeros automáticos substituyeron empleados bancarios nos daríamos apenas una pálida idea de la revolución en puerta.

Visto en perspectiva de economista de país periférico (México que gira en torno a los Estados Unidos) esto crearía un diferencial de productividad que sería imposible compensar para nuestro país, aunque se intentara hacerlo con salarios de hambre “para ser competitivos”. Estamos en el umbral de un salto en la misma dirección insana de enormes empresas altamente productivas que no generan la demanda efectiva que se necesita para comprarles su producción. Solo pueden vender a costa de destruir a las demás y endeudando gobiernos y consumidores.

Urge reflexionar sobre nuevas (y viejas) formas de restablecer un equilibrio entre globalización y capacidad interna para producir generando empleo, bienestar en ingresos con tecnologías a nuestro alcance. Si no podremos competir, no compitamos.

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