Baltazar Hinojosa Ochoa: único precandidato que prende a votantes
Experiencia administrativa y madurez política son sus características
Y no se duerme en laureles, para alentar la participación ciudadana
Deshonesto que la oposición recurra a los escurrimientos del tricolor
Baltazar Manuel Hinojosa Ochoa es un político de tiempo completo. Y es, también, el único pre-candidato gubernamental que no se duerme en sus laureles, ante la necesidad que los políticos tienen de aplicarse a fondo para convencer a la ciudadanía de involucrarse en el proceso electoral y salir a votar.
Por eso se le vería muy activo recorriendo la geografía estatal, en precampaña y la campaña formal, como lo hiciera cuando organizaba los foros priistas de acercamiento
partidista con los ciudadanos, pues bien sabe que ésta sería la mejor fórmula para vencer al contrincante y ganarle la partida al espectro abstencionista.
Él tiene amplia experiencia en las lides electorales –ha sido diputado federal por veredicto ciudadano en dos ocasiones (durante las legislaturas LIX y LXI), otra por la vía plurinominal; y presidente municipal de Matamoros, por lo que su contribución al fortalecimiento del partido reviste especial importancia en la actividad proselitista.
En su mensaje de la víspera, dejó en claro que no hay ninguna diferencia con sus compañeros que igual que él buscaban la candidatura priista a la gubernatura de Tamaulipas, y sí, por el contrario, pura camaradería, como quedó en claro con la asistencia de los eliminados en un evento donde hubo la suma de todos.
Durante esa ceremonia Baltazar comentó que estará haciendo una campaña alegre, de mucho trabajo, pero también de propuestas, en todos y cada uno de los rincones de Tamaulipas.
Hoja de servicios
La actividad político-administrativa de Baltazar Hinojosa Ochoa, le han producido la madurez, experiencia y serenidad suficientes para prever que, bajo su mandato, Tamaulipas concretaría su desarrollo.
Es oriundo de Matamoros y cuenta con 52 años de edad (nació el 13 de septiembre de 1963); su profesión: Licenciado en Economía.
En la administración pública (federal, estatal y municipal), ha sido:
+ Asesor de la Dirección General de Documentación, Análisis y Evaluación de la Secretaría de Programación y Presupuesto (SPP);
+ Asesor y expositor del programa de información de la política económica de la Subsecretaría de Planeación del Desarrollo (SPP);
+ Jefe de departamento en la Dirección Coordinadora de Planeación (SPP);
+ Jefe del departamento de Presupuestos e Ingresos de la oficina del presidente del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (Inegi);
+ Subdirector de Presupuesto y secretario particular del presidente del Inegi;
+ Coordinador de Asesores de la presidencia de la Comisión de Programación, Presupuesto y Cuenta Pública (LIV Legislatura de la Cámara de Diputados);
+ Subgerente corporativo de modernización comercial en Diconsa-Conasupo;
+ Delegado federal de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) en Coahuila;
+ Secretario Técnico del Comité para la Planeación del Desarrollo del Estado de Coahuila (Copladec);
+ Subsecretario de Egresos del Gobierno de Coahuila;
+ Consejero de Banobras;
+ Secretario de Desarrollo Social del Gobierno de Tamaulipas;
+ Secretario de Educación, Cultura y Deporte del Estado de Tamaulipas; y
+ Director en Jefe de Aserca.
Actividad legislativa
Los cargos de representación popular que ha ostentado, son:
+ Diputado federal por el IV Distrito de Tamaulipas (durante la LIX Legislatura);
+ Diputado federal por el IV Distrito de Tamaulipas (durante la LXI Legislatura);
+ Presidente municipal de Matamoros; y
+ Diputado federal plurinominal (LXIII Legislatura), actualmente.
Ejercicio partidista
A lo largo de las más de tres décadas que ha militado en el PRI, Balta ha sido:
+ Consejero político municipal;
+ Consejero político estatal;
+ Consejero político nacional;
+ Miembro de la Comisión Política Permanente del Comité Ejecutivo Nacional (CEN); y
+ Secretario de Organización del CEN.
Entidad priista
Tamaulipas es una de las nueve entidades del país que no conocen la alternancia gubernamental (aunque sí, varias de sus 43 alcaldías), por lo que seis de los partidos políticos antagónicos al tricolor codician (en este proceso electoral) ser protagonistas del cambio –el que reclaman igual distintos sectores de su sociedad–, pero hoy, nuevamente, se da el caso que ninguno de los aspirantes opositores garantizan proyectos tangibles para la mutación.
Esto significa que el Partido Revolucionario Institucional (PRI), en virtud a la inercia ciudadana, conservaría la posición, al menos que su abanderado no lograra convencer al grueso de los votantes (el padrón consigna 2 millones 627 mil 479 ciudadanos).
Y esto (prácticamente) sería imposible, considerando que en todo proceso electoral, de tres décadas a la fecha, sólo vota en promedio el 50 por ciento; y de ésa cantidad el sufragio duro es considerable como se ha demostrado en contiendas anteriores.
Basta referir que:
a) Hace un sexenio (más/menos), a las urnas acudieron un millón 101 mil 521 ciudadanos, de los cuales 678 mil 410 votaron por el PRI (más de la mitad);
b) Seis años antes (2004), con 621 mil 692 votos, igual, el tricolor se alzó con la victoria, al ser favorecido con más de la mitad de todos los votos; y
c) En 1998, el Revolucionario Institucional, con 484 mil 567 de los votos válidos, ganó la contienda.
Obvio es que la estructura partidista (en los tres casos anteriores) respondió con creces, como lo haría en la actualidad, por lo que estoy convencido que aquí no habrá alternancia en el poder en este 2016.
Menos cuando se trabaja en la cohesión en torno al candidato (de unidad) Baltazar Hinojosa Ochoa.
Los escurrimientos
Sería deshonesto, desde cualquier punto de vista, que en el proceso electoral siete de los nueve partidos políticos (con registro oficial) buscaran complementar las fórmulas de candidatos con la pepena de priistas resentidos, como lo han hecho en justas anteriores para acceder a los ayuntamientos y al Congreso local.
Es decir, con los escurrimientos que pudieran emanar del tricolor, merced a la frustración de quienes fracasen en su intentona de lograr las nominaciones codiciadas, ya sea por el camino de unidad o de consulta a la base.
Obviamente hablo de los partidos Movimiento Ciudadano (MC), del Trabajo (PT), de la Revolución Democrática (PRD), Verde Ecologista de México (PVEM), Nueva Alianza (Panal), Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) y Encuentro Social (PES).
En el caso de quienes usufructúan efectivamente las dirigencias de estos membretes y hacia el exterior, ya ofertan candidaturas. Y no podía esperarse menos, porque bajo su mandato las estructuras de esos partidos que integran la mentada ‘chiquillada’ han adolecido de trabajo político y sólo aparecen en la palestra en toda época electoral.
Fuera de esa coyuntura se la pasan en la güeva sin desarrollar ninguna otra actividad digna de tomarse en cuenta –aunque legal y moralmente estén obligados a mantener presencia constante con las bases que dicen representar–, hasta la víspera de otro proceso.
Incluso, mientras llega el momento de animar la causa ciudadana con el propósito de capitalizar su participación en las urnas, los jerarcas y los escasas cuadros de esas organizaciones tampoco intentan arraigarse en el conglomerado social. Duermen el sueño de los benditos. Y si acaso realizan alguna gestión de beneficio colectivo, es porque los grupos que se echaron en sus manos los presionan hasta obligarlos a cumplir algo de lo que tanto prometieron cuando mendigaron su apoyo.
Los trepadores
Algunas organizaciones conocen a la perfección la movida a realizar durante la época de invernadero político. Acostumbran meter su cuchara en las discusiones de los temas o
problemas en boga y hacer ruido, a fin de proyectar ante la población una imagen distinta a su verdadero ser.
Incluso hasta se muestran como individuos congruentes, aguerridos y defensores permanentes de las causas que abanderan.
Por ello no resulta extraño que esa mentada ‘chiquillada’ exhiba un marcado oportunismo a la hora de presentar trabajo. Es decir, cuando debe mostrar a propios y extraños sus destacamentos y divisiones con los que aspiran alcanzar el triunfo electoral.
Sus jefes partidistas configuran planes y estrategias a partir de la fuerza de sus adversarios, cancelando así la posibilidad de brillar con luz propia y de ampliar el proyecto que defienden rumbo a la conquista del poder.
Bajo este entendido, tampoco es raro observar cómo al participar en un proceso electoral los guías partidistas tienden las redes esperanzados en atrapar peces grandes o pececillos, aunque estos no compartan su ideología, credo ni modo de hacer política.
De cualquier modo el plan a seguir tiene sustento en la búsqueda de alianzas interpartidistas. En la pepena, escurrimientos o rémoras que deja el partido grande, y, en menor medida, en la raquítica fuerza de que tanto hacen gala en el membrete albiceleste.
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