Sean Penn nunca fue tan conocido en México como hasta después de la polémica suscitada por su entrevista con Joaquín El Chapo Guzmán en la revista Rolling Stone, que sería la primera escena de una telenovela basada en hechos reales que está comenzando. La segunda escena arrancó con la irrupción pública de la actriz Kate del Castillo, quien lo llevó a la guarida de Guzmán en la Sierra de Durango, y que en los últimos días decidió contar su verdad y blindarse de una acción penal en su contra. Sus versiones sobre el encuentro chocan en varios puntos, y dejan varias incógnitas sobre las motivaciones de Penn para reunirse con El Chapo.
Del Castillo dijo en una entrevista con la revista The New Yorker, que conoció a Penn por medio de uno de los dos productores con quienes iba a trabajar la película autobiográfica de Guzmán, con la idea de incorporarlo al proyecto y ampliar sus posibilidades de que la cinta fuera respaldada por uno de los grandes estudios de Hollywood. Penn no mostró interés alguno en la cinta, recordó, pero le preguntó: “¿Crees que puedo ir a verlo?”. Del Castillo dijo que no supo que lo quería entrevistar hasta que iban rumbo a la cita, pero no objetó. Cuando leyó el borrador de la entrevista, tampoco se opuso. La parte más delicada del escrito de Penn es cuando afirmó que un retén militar que los dejó pasar cuando se identificó el hijo de El Chapo, momento que aseguró la actriz, jamás existió.
Si lo que refuta la señora Del Castillo es cierto –los productores confirmaron a The New Yorker su dicho-, ¿qué papel jugó el dos veces ganador del Oscar en todo este episodio? Él sabía cosas que ella no imaginaba. En la entrevista recuerda que Penn le preguntó si tenía abogados penalistas, y se quejó que no la incluyera –como sí hizo con los productores-, en las cartas credenciales de Rolling Stone que los reconocía “periodistas” en esa asignación especial, con la cual quedó excluida del amparo de la Primera Enmienda, que se refiera a la libertad de expresión. Durante semanas voceros oficiosos han dicho engañaron a la actriz, quien ubicó ahora a Penn como el destinatario de esa denuncia.
El actor, empero, mantiene su posición. En un correo electrónico que envió el viernes a la agencia de noticias Associated Press, afirmó: “Creo que Kate estaría más feliz separándose de los recuerdos que enardecen al gobierno mexicano en este momento”. Sobre las contradicciones con la versión de la actriz, insistió que él no mintió. ¿Qué interés tenía realmente Penn en la entrevista con El Chapo? No sería la primera vez que realiza entrevistas o contacta a personajes controvertidos. Ha hablado con el presidente cubano Raúl Castro y con el venezolano, Hugo Chávez, a quien llamaba “amigo”. Estableció relación con el presidente boliviano Evo Morales y ahora con Guzmán. En todos los casos, eran enemigos o rivales del gobierno de Estados Unidos.
Las autoridades mexicanas sabían desde 2014 que Guzmán deseaba que la señora Del Castillo realizara su película autobiográfica y cuando Penn entró en contacto directo con él en 2015 a través de un teléfono, el CISEN intervino el dispositivo y comenzó a grabar sus conversaciones. El CISEN tiene audios, aparentemente comprometedores, entre El Chapo y Penn. Pese a ello, las autoridades mexicanas han chocado con sus contrapartes estadounidenses cada vez que solicitan información sobre Penn. “Siempre dicen que sí nos la darán, pero nunca llega”, dijo una de las fuentes.
La protección del gobierno estadounidense con Penn es notoria. El 2 de octubre, cuando los comandos de la Marina iban a iniciar la operación para capturar al Chapo en Tamazula, en la Sierra de Durango, la DEA pidió al más alto nivel del gobierno mexicano que se aplazara porque había ciudadanos estadounidenses en la zona. La presión de la DEA logró que la acción se demorara 48 horas, con lo cual Penn y el resto de los estadounidenses pudieron salir de esa área.
Para la operación, la CIA había mandado un drone para ubicar con toda precisión el punto donde se encontraba Guzmán –una pequeña loma en lo alto de la sierra-, pero cuando fueron alertados de la presencia de Penn, de acuerdo con fuentes federales, apagaron el dron. “No querían dejar nada grabado sobre lo que Penn hacía o decía”, dijo una de las fuentes. Lo que hizo la CIA fue optar por el silencio total y la visibilidad nula en esa zona, mientras la DEA prefirió cuidar a Penn que atrapar a un criminal que buscan en siete cortes federales en Estados Unidos.
Desde un principio hubo múltiples especulaciones sobre el papel de Penn en ese episodio, y numerosas analogías con la película “Argo”, basada en hechos reales donde la CIA, con ayuda de Hollywood, inventó la filmación de una cinta en Teherán, con el objetivo de rescatar a seis diplomáticos que habían escapado de ser tomados presos durante la crisis de los rehenes en 1979. Esa colaboración se formalizó en 1996, donde abiertamente la CIA asesora a productores, directores y actores y actrices. ¿El papel de Penn en la Sierra de Durango era mucho más que una entrevista para Rolling Stone? Difícil saberlo ahora, pero su actuar evasivo y embaucador en el que está emergiendo, obligará a mirar sus acciones y motivaciones bajo ópticas amplias y diferentes.
rrivapalacio@ejecentral.com.mx