CIUDAD DE MÉXICO.- El América sobrevive al peligro. Festeja que su sueño de regresar al Mundial de Clubes se mantiene, luego de superar 1-0 global en la semifinal de la Concachampions a Santos.
Una pifia histórica de Agustín Marchesín permite que, en un tiro libre de rutina de Michael Arroyo al minuto 101 del primer tiempo extra, se convirtiera en el gol del boleto azulcrema a disputar el título regional.
El guardameta argentino de los laguneros muestra manos de mantequilla y se convierte en el gran héroe de los emplumados que se habían quedado con 10 hombres por la expulsión de Carlos Darwin Quintero.
Una única aduana le separa de Japón: los multimillonarios Tigres con el técnico gruñón que los dirige, Ricardo Ferretti.
Buenos recuerdos tienen las Águilas ante los felinos del norte. Contra ese rival se convirtió en el el equipo más ganador del futbol mexicano en la final del Apertura 2014. Y los norteños suelen sufrir cuando tienen que cerrar la vuelta de la serie por el título de cualquier torneo con el “Tuca” al mando. Tigres perdió el partido decisivo por el cetro contra el propio América (Liga Mx) River Plate (Copa Libertadores) y Pumas (Liga Mx).
Ignacio Ambriz, técnico azulcrema, ha sabido sortear las tempestades que lo han azotado. La falta de credibilidad ante su fanaticada la ha combatido con el segundo lugar del Clausura 2016 y una nueva final de Concachampions. Ricardo Peláez, presidente deportivo de las Águilas, puede presumir que los números le han dado la razón: el americanismo vivirá la quinta serie por el campeonato en cuatro años (tres de torneo local y dos de Concacaf).
Duelo de riesgo para el América. El empate 0-0 en el estadio Corona le daba a los laguneros la ventaja del gol de visitante. La vuelta de la serie termina por apretarse y los dos clubes se entrampan en el miedo de no desbocarse al frente para no arriesgar demasiado.
América se encuentra con la fortuna y la desgracia de Marchesín. El meta entrega la serie en un yerro del que se acordará toda su vida. Arroyo celebra la gesta junto al alarido del Coloso de Santa Úrsula.
El partido termina antes de la medianoche.
El americanismo se va a la cama dueño de la felicidad. Su sueño de volver al Mundial de Clubes sigue vivo y a dos partidos de hacerse realidad.