Y no solamente las orejas también las buchacas de los comerciantes abusadores. Estos van desde las boutiques, zapaterías, restaurantes y poderosas tiendas de autoservicio. Y es que el delegado de Profeco no se anda ni por las nubes ni por las ramas, y cabalga como Quijote sobre los molinos de la avaricia de los comerciantes que le hacen al «Tío Lolo» o navegan de muertito.
Y es que el público consumidor no creía en la Profeco porque se hacían «patos» a la hora de la verdad y salían iguanas ranas con los pillos comerciantes. Este Delegado, que se llama como yo, Alejandro, es un macedonio de buena casta. un servidor público que aplica el reglamento y se apoya en las leyes que protegen al consumidor.
Ya les paró los pedos a los «sorianos» que con sus escamoteos de puntos tienen las puntadas de alterar los precios y mamarse la feria con la finta de ayuda para los niños hambrientos de la Patagonia Rebelde.
A esos les sambutó como decía mi querido y bien recordado maestro Andrés Pérez Esquivel “les metió la chaira”. Digo, la chaira a los comerciantes.
Ahora se ha ido sobre los famosos restaurantes Appless que le hacen al ensabanado y se quedan con los pilones. Alteran los precios a la hora de la paga y le hacen al «monje loco» cuando se les pide la cuenta. Boutiques, zapaterías, papelerías, es una cola que le toca fiscalizar a la Profeco que por fin se ha puesto las tangas, digo, su delegado, Alejandro Martínez, y esta vez “callitos” a las tiendas de autoservicio y los letales y simpatices restaurantes que se llevan la salea de los consumidores.
Un aplauso mi Alejandro, así se debe actuar, sin poses ni mamadas, actuar para que la gente crea en sus servidores públicos.
