Con casi quince años de hacer crónicas de mi ciudad y sus personajes, he acumulado decenas de éstas al grado que me desbordan en tonalidades y aciertos como desaciertos. Sin duda una producción de columnas que mi mujer pacientemente recorta y arma como un álbum.
Hablamos de arte y artistas, de la gente común, de los perros y gatos, de las putas y putitos, de héroes y villanos, de amores y amoríos en juegos de palabras que han enriquecido mis escritos literarios y que ahora se arman en cuentos y una novela que intento terminar por fin este año.
Hacer crónica urbana me ha hecho ganar amigos y ciertamente enemigos gratuitos. Pero celebro cuando la gente en la calle me saluda y me dicen que les gusta lo que escribo y que compran –así dicen– el periódico por mi crónica. Que para algunos les causa risa y para otros un discreto festejo.
Soy un poeta aporreado por los años y tengo la felicidad de trotar mucho y de estar aquí y allá donde he cultivado amigos, queridos amigos.
Dice Baldomero Zurita que su padre, «El Caimán» Zurita decía; «Nunca pongas a prueba a los amigos», quiere decir en estas sabias palabras que los amigos son los amigos.
Así he cultivado amigos en el arte y la poesía, me he acercado a grandes personas de la cultura, he viajado, viajo y es un placer que comparto con los libros, muchos libros y lecturas, y sobre todo en un momento de gran potencia que vivo como artista y como poeta. Así amigo, preparo muchas cosas, libros nuevos, exposiciones y demás.




