Las campañas en Tamaulipas están a punto de entrar en la recta final y todo hace indicar que la temperatura política seguirá en aumento. Por lo que está en juego, seguramente ninguno de los protagonistas tiene en mente hacer un llamado a la serenidad, pero esa obligación corresponde a otros actores externos.
A nadie debe pasar por alto que, pase lo que pase el 5 de junio, la complejidad de gobernar a Tamaulipas seguirá ahí. Con más urgencia que nunca, el estado precisará un capitán que sea capaz de llevar a buen puerto un barco que ya se acostumbró a las peores tormentas, pero que no por ello extiende garantía de seguirlas resistiendo.
Quien resulte electo el 5 de junio deberá además gobernar una entidad que resultará irremediablemente dividida, luego de la encarnizada lucha política que vivimos y cuya intensidad claramente se percibe, “a nivel de cancha” entre la ciudadanía.
Si como todo hace indicar la elección termina con resultados cerrados, el destino de la judicialización será inevitable. Y un conflicto poselectoral ya se asoma en el horizonte tamaulipeco.
Que nadie se asuste de que los inconformes utilicen las herramientas que el Estado pone a su disposición para pelear lo que consideren justo, pero en los perdedores deberá caber la cordura para no traspasar los límites que impone la ley.
Tamaulipas vive horas difíciles por la violencia generada por el crimen y no necesita más crispación generada por una clase política -toda- que a veces parece no entender lo que está en riesgo.
En ese clima electoral, los dos punteros se preparan para cerrar la campaña. Tienen poco más de dos semanas para convencer a los indecisos de que representan la mejor opción para la entidad.
Dudo que se incremente el ritmo de los recorridos y las giras proselitistas, sí se incrementarán en cambio, los golpes mutuos, las descalificaciones y las campañas negativas en las redes
sociales, que -por más cuestionables que resulten-llegaron a nuestro sistema democrático para quedarse.
En medio de todo eso, los electores tiene la dura tarea de elegir a quien gobernará Tamaulipas por los próximos seis años. Una posición importantísima no sólo para quienes habitamos esta entidad, sino para todo el país, visto el interés que se despierta cada vez que la violencia arrecia.
Por eso, el primer deseo es que los ciudadanos salgan a votar el 5 de junio. El segundo es que lo hagan con responsabilidad.
Chavira con Cabeza
Se cumplió lo que muchos presagiaban desde que iniciaron las campañas. Aunque con una previsible encuesta de por medio, el candidato independiente se sumó a Cabeza de Vaca. Como las encuestas que se han presentado hasta el momento muestran resultados muy dispares en las preferencias para Chavira, es difícil saber cuánto podría significar en términos de votos su adhesión a la causa panista. Por eso, la “alianza antipri” aspira a ser un golpe mediático más que cualquier otra cosa.
Como Chavira no es ningún dechado de virtudes, se vale cuestionar si no terminará restando más de lo que pudiera sumarle al senador blanquiazul.
