La lluvia esta a punto de sepultar la historia en el Panteón Municipal del Cero Morelos.
Los días de este espacio que resguardaba la memoria de los muertos iniciaron en el año 1752, cuando llegó don Gregorio Pizaña, para ser el primer inquilino del lugar.
En el año 1880 algunos planos de Victoria ya registraban el espacio con el nombre de panteón o camposanto y se expande su espacio funcional en el año 1899 a 130 metros de frente y 180 metros de fondo.
A finales del siglo XX la ciudad había perdido el orden, nacen las calles ceros, y dobles ceros hacia el este y de pronto el panteón estaba rodeado por familias que impideron su crecimiento.
Dentro de el se comenzó a gestar una historia después de la muerte y ahí comenzaron a reunirse personajes como el Segundo Obispo de Victoria don Eduardo Sánchez Camacho, don Guadalupe Mainero, Juan B. Tijerina, el espacio donde fue fusilado el General Alberto Carrera Torres, el Doctor José Nuñez de Cáceres, cuyos restos se encuentran en el Panteón Nacional de los Hombres Ilustres de Santo Domingo, el General Joaquín Kerlégano recientemente invadido por un vehículo que ingreso al panteón y el continuo deterioro que vive la
Cripta de la familia Lavín Escandón, que tenía en su interior a 21 miembros de la familia desde el año 1882.
Con las lluvias de hace dos años el sillar comenzó a desmoronarse llevandose el resto de las placas que daban indicios de la familia.
A un costado la tumba que señala el sitio de reposo de la Señorita Lilia Vazquez, en año 1909, se movió, sus datos apenas se notan y es posible que su futuro este condenado al olvido.
Como ocurrió con el Ex gobernador de Tamaulipas Guadalupe Mainero, de quien no existe ni un sólo registro del sitio que ocuparon sus restos antes de ir a la Rotonda de los Tamaulipecos Ilustres.
La lápida de mármol de 1901 que señalaba el sitio de reposo del ex gobernador se quebró al centro, por muchos años estuvieron los restos del mármol blanco a los costados. Hoy los mismos trabajadores dicen que ya deben estar en la basura. En el sitio ya no se encuentra ni el epitafío a un costado se ubican los restos de Aminta Blanco Viuda de Mainero.
Y a su alrededor con el suelo reblandecido por la tormenta de ayer los pies se hunden entre la composta que de manera natural forma la tierra y los desechos orgánicos de los árboles y la hierba acumulada que va de un sitio a otro dentro de los límites del panteón.
Mientras tanto quien vive el sueño eterno es el Instituto Nacional de Historia, Delegación Tamaulipas.
A la fecha no se percatan del concreto que comenzó a vestir el sillar en afán de recuperar las paredes.
Y se ignora porque sólo los favoritos del sexenio tienen el futuro asegurado, entre ellos el literato Juan B. Tijerina y el Doctor José Nuñez de Cáceres, la tumba que ocupo tres meses de trabajo de los especialistas contratados para restaurar el espacio.
Los mismos que exhumaron con absoluto cuidado los restos del poeta y periodista Juan B. Tijerina.
Un marcado abandono
Pedro Alonso Pérez, Doctor en Historia y Presidente de la Sociedad Tamaulipeca de Historia, afirmó que “hay un abandono, la autoridad municipal en este caso, no está al tanto de la importancia que tienen estos espacios urbanos”.
Para el historiador los panteones municipales “son sitios donde convergen dos cosas culturales muy importantes que hay que proteger, uno es el patrimonio edificado, los monumentos funerarios y otro es el rescate regional que también está reflejado ahí. Sin embargo, no hay información ni interés por este tipo de cosas”




