Baltazar Hinojosa Ochoa hizo lo que tenía que hacer. Su pronunciamiento de ayer, virtual deslinde de los cuestionadísimos exgobernadores, era necesario; así lo dictaba el manual de las campañas y lo reclamaban muchos simpatizantes del candidato priista.
Si llega a tiempo o no, sólo lo sabremos con el paso de los días; específicamente, cuando el 5 de junio cuando comiencen a fluir los resultados.
Porque una de las características de esta contienda es la incertidumbre: nadie sabe a ciencia cierta lo que va a ocurrir dentro de 10 días. El único pronóstico en el que puede detectarse cierta coincidencia generalizada es en que la diferencia final entre el ganador y el segundo lugar será corta.
Este misterio que envuelve al desenlace de la elección en Tamaulipas se debe en buena medida al descrédito que padecen las casas encuestadoras. Para hablar claro: sin importar a quien den ganadores, nadie cree en los sondeos que circulan en medios de comunicación y redes sociales.
La historia reciente está plagada de yerros descomunales de los profesionales que se dedican a encuestar.
El otro factor que genera incertidumbre es la gran cantidad de indecisos que todavía se detectan; a unos días de los comicios, hay muchísimos tamaulipecos que no han decidido por quién van a votar, o simplemente no quieren externarlo.
Por ello, el cierre de las campañas se pronostica al rojo vivo. Los dos punteros intentarán aprovechar hasta el último segundo para tratar de enamorar a los indecisos.
En ese contexto se inscribe el decálogo que hizo público ayer Hinojosa Ochoa; el reto para él y su equipo será conseguir que ese mensaje se instale entre la ciudadanía y no se pierda en el vértigo de una campaña tan corta. El candidato tendrá que repetirlo cuantas veces sea posible en cualquier foro que pise.
Algo queda claro en las discusiones políticas que ya se han vuelto rutinarias sobre todo en los redes sociales. Hinojosa Ochoa y Francisco Javier García Cabeza de Vaca tienen ya un público cautivo que no va a cambiar el sentido de su voto por ninguna causa.
Por eso vale la pena insistir: el tesoro electoral de esta campaña son los indecisos.
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