CIUDAD DE MÉXICO.- Una noche de completa intimidad musical, en la que incluso una chica del público llevó a Andrés Suárez una copa, fue la que se vivió en el recital que ofreció el gallego la noche de este jueves.
En un ambiente de luces tenues, tragos y música de autor, más de 500 personas que pagaron su boleto disfrutaron los arpegios y rasgueos del ibérico, pero también de unos invitados improvisados.
No todos habían conseguido entradas, pero de último minuto se liberaron algunas que el mismo español rifó entre los fans que lo esperaron afuera del recinto, antes de que iniciara el concierto.
No había sido una apuesta en vano, pues la gente sabía que Suárez saldría a cantar para los niños que no podían entrar al lugar, por la venta de alcohol.
Y así lo hizo: guitarra en mano, Andrés caminó a la entrada del lugar, se colgó la guitarra, recibió el ramo de flores que le dio una fan y saludó.
“Siento muchísimo que los menores de edad no puedan acceder. Gracias a las madres y abuelas que trajeron a sus hijos.
“Quiero aclarar que esto no es cosa del Lunario, no es el lugar el que impide la entrada a los menores, sino las leyes estúpidas y cobardes”, dijo, y arrancó con “Vuelve”.
Cuarenta minutos después, ya estaba en el escenario cantando “Esta Vez Sí Puedes” y “Pequeña Historia de Marina”.
Luego platicó sobre cómo llegó a México por primera vez, con ayuda de unos melómanos encandilados por su música; recordó a su abuelo, un actor a quien admiró y compuso “Rosa y Manuel”, y recibió el tequila.
Pero de pronto pidió silencio y la gente obedeció.
Entonces Suárez desconectó su guitarra, bajó del escenario y recorrió todo el lugar mientras cantaba “Benijo” y recordaba que en México vivió una de las mejores noches de su gira.