8 diciembre, 2025

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Fueron veinticuatro horas de angustia


El 29 de mayo de 2016 será recordado por el delantero del Olympiacos por haber disputado el juego más importante de su existencia, donde no iba por un gol, sino debía salvar la vida.


CIUDAD VICTORIA, Tamaulipas.- “Estoy bien… gracias a Dios, estoy bien”. Con una frase de fe concluyeron las 24 horas de mayor angustia en la vida del futbolista victorense Alan Pulido Izaguirre.

Esta vez la lucha no fue en la cancha, con un balón de por medio y con la intención de perforar la red contraria; el 29 de mayo de 2016 será recordado por el delantero del Olympiacos por haber disputado el juego más importante de su existencia, donde no iba por un gol, sino debía salvar la vida.

El reporte indicaba que el campeón con Tigres en el 2011 había sido privado de su libertad en la carretera Interejidal y el mundo entero se conmocionó; las horas del día transcurrieron lentamente sin información oficial que confirmara su estado de salud, ni reporte alguno sobre petición de rescate, todo eran rumores.

Los últimos minutos del domingo las versiones que surgían daban por un hecho que el hijo menor de Armando Pulido, campeón con Correcaminos en 1987 era trasladado al Hospital General para su valoración tras ser liberado.

A la institución médica nunca llegó, quien lo hacía era uno de sus presuntos captores que presentaba golpes evidentes en el rostro, rastros de sangre e inflamación en los pómulos, pero no era quien había sido secuestrado y que su nombre fue mencionado en las notas que dieron la vuelta al mundo en diarios como La Gazzetta Dello Sport en Italia, la BBC de Londres, Marca de España, entre otros.

La versión oficial indicaba que el mundialista en Brasil 2014 era trasladado a las antiguas oficinas de la Delegación Municipal de Seguridad Pública del 2 Zaragoza, sitio al cual llegó presuroso en guayabera blanca el gobernador Egidio Torre Cantú.

Uno a uno arribaron primos, hermanos y tíos en primera línea del futbolista: era un hecho, ahí estaba Alan.

El procurador Ismael Quintanilla llegó sin dar declaración alguna, debía reunirse con el jefe del ejecutivo estatal y la víctima del secuestro.

Pasados los minutos se abrió la puerta principal del lugar, enfrente la escalinata como un camino a la gloria, auténtico sendero de libertad para Alan; los destellos de los flashazos rompían el velo de la noche.

“Acérquense tantito para que vean que está bien”, dijo en voz alta el Gobernador; la decena de reporteros avanzó seis metros para poder estar frente al futbolista que ésta vez hizo mencionar a Victoria en todo el mundo pero no por ganar un campeonato o haber marcado un ‘hat-trick’, era por haber superado un secuestro.

El mandatario indica que este lunes se darán a conocer los detalles de su secuestro y liberación, pero en efecto, Alan únicamente mostraba un golpe en el pecho y un vendaje en la mano derecha; increíblemente sonreía ante las cámaras y los reporteros.

“¿Cómo estás, Alan?”, preguntó un periodista; Alan seguía sonriendo y respondió antes de abordar la suburban que lo llevaría a encontrarse con sus padres: “Estoy bien… gracias a Dios, estoy bien”.

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