Como es habitual en la recta final de los procesos electorales, los partidos políticos que participan en la sucesión política de Tamaulipas, especialmente el PRI y el PAN, han puesto punto final a las actividades proselitistas con cierres y precierres multitudinarios y expresiones triunfalistas.
En el caso del sur, el Revolucionario Institucional llenó hasta el tope los recintos que sirvieron de escenario a los candidatos para dar el cerrojazo a una contienda que, desafortunadamente, se caracterizó por una guerra de lodo que causó una profunda decepción al electorado.
Tal parece que en lugar de esforzarse en granjearse las simpatías de los ciudadanos con las mejores propuestas, los protagonistas de la competencia se empeñaron en demostrar cuál era el más denostador. Pero se cuidaron bien de omitir los nombres
de los acusados, para no exponerse a ser demandados judicialmente por calumniadores, dejando a los electores la tarea de poner el saco sucio al candidato que mejor le acomodara la prenda.
Aunque el detalle confundió a no pocos votantes. Algunos de ellos no sabían cuál de los opositores era realmente al que se aludía como delincuente.
Si, como la experiencia demuestra, el que golpea y juego sucio es el que se encuentra abajo en las simpatías de los electores, los tamaulipecos ya saben con toda claridad quién es el puntero y cuál el rezagado.
Afortunadamente, las prácticas lamentables sólo prevalecieron en la disputa del cargo de Egidio Torre Cantú. En la de las de los ayuntamientos y curules locales hubo un poco más de decencia en las campañas. En Tampico, por ejemplo, Magdalena Peraza Guerra, incluso presumió que estaba al frente de las preferencias electorales sin hablar mal ni agraviar a nadie.
Algo similar sucedió con el candidato priísta a diputado por el distrito del norte, Francisco Bolado Laurents, quien, por cierto, causó sorpresa que a la hora de las presentaciones del cierre del Centro de Convenciones le empató el aplausómetro a la candidata a la alcaldía, que no es cosa fácil.
Cada elector al que el aspirante priísta
a legislador ha pedido y convencido para que lo apoye con el sufragio el próximo domingo, lo ha hecho, como Magda,
respetuosamente, sin acusar a los rivales de nada.
Ni qué decir de Mónica Villarreal Anaya, que tampoco le faltó al respeto a los contrincantes a lo largo de los recorridos proselitistas.
Realizaron campañas apasionadas, intensas, competidas, pero limpias, actitud que demuestra que, como dice el dicho, lo cortés no quita lo valiente.
Los militantes y seguidores del ex invencible de Altamira, como los de Ciudad Madero, por otra parte, deben de estar de plácemes por las promesas de cierre de campaña de Baltazar Hinojosa Ochoa, que le adelantó que, si el triunfo le sonríe el 5 de junio, la urbe petrolera tendrá el presupuesto que se merece y a los de la tierra de Cuco Sánchez les va a elevar las partidas del erario.
Mucho más la candidata Griselda Carrillo Reyes, que va a ser, le dijo BHO, la presidenta consentida del próximo gobernador.
Los cierres de los aspirantes del PAN Tampoco se quedaron atrás.
En Reynosa, su tierra natal, acompañado de figuras políticas como las de Margari- ta Zavala y el senador Javier Gil Zuarth, Cabeza de Vaca reiteró que al término de esta semana va a cambiar la historia de Tamaulipas, en tanto que en la zona conurbada llamó a la población a salir a votar sin miedo para forzar la alternancia en el gobierno del estado.
Esto, en tanto que en las redes sociales difundían la cuernoseñal del cambio, la de la cornamenta que el candidato blanquiazul a la gubernatura ha enarbolado en los cuatros puntos cardinales de la entidad, en los 60 días que lleva pidiendo a los ciudadanos que le ayuden a sacar al PRI del gobierno.
Los que le metieron más ruido a las campañas fueron los candidatos panistas a alcalde de Tampico, Germán Pacheco Díaz y de Madero, Andrés Zorrilla Moreno. A través de una de sus acostumbradas caravanas conjuntas de vehículos, en la que recorrieron lo largo del bulevar Perimetral, machacaron la frase lema de la contienda, de que en el PAN ni se doblan ni se venden.
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