Un año atrás, quien escribe todavía hubiera reaccionado a un posible escenario, con una sonrisa de incredulidad.
Me refiero a la probabilidad de que Tamaulipas se contaminara en el terreno magisterial con una disidencia real. Menos aún pudiera haber imaginado que esa expectativa de rebeldía pudiera tener las siglas de la CNTE, como se conoce a la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, cuya triste huella ahora lastima tanto a Oaxaca.
Y hoy, parece que poner las barbas en remojo dejó de ser un divertido refrán para su contraparte, el SNTE, para convertirse en una amenaza latente y lo que es peor, creciente.
No, ya no es una quimera pensar que alcance a Tamaulipas un brazo contestatario similar a la CNTE, aunque presumiblemente menos violento.
Para visualizarlo, lance una ojeada a nuestra geografía cercana.
En San Luis Potosí, donde jamás se había enfrentado una corriente diferente al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, 150 delegados se registraron en la convención para relevar a su dirigencia, como representantes de la CNTE. No ganaron, pero pusieron el Jesús en la boca a sus colegas. Una señal que no puede menospreciarse.
Otro vecino, Nuevo León, fue testigo unos días atrás de una marcha de aproximadamente diez mil profesores que, como dice la voz popular, “se salieron del huacal” del SNTE y se lanzaron contra la reforma educativa en apoyo claro a los oaxaqueños. La advertencia de «El Bronco» de que no permitiría ese tipo de manifestaciones se la pasaron por el arco del triunfo y el gobernador nuevoleonés se tuvo que tragar sus palabras.
¿Por qué podría Tamaulipas entrar en ese juego?
La respuesta está en la pugna que sostiene el gremio magisterial en nuestro Estado por el botín que significa la Secretaría General del SNTE.
Ha sido tan pésimo, tan ruinoso, el papel desempeñado por su actual dirigente, Rafael Méndez Salas, que el bloque opositor a él, integrado por la gran mayoría de quienes han sido también líderes, está dispuesto –como se ha manejado en petir comite– a formar un nuevo organismo laboral al margen del SNTE, si el Ejecutivo Nacional les da la espalda y no se elige a un Secretario afín a su esfera de poder.
El caldo de cultivo para una fractura de ese sindicato en nuestra patria chica casi hierve. El rechazo soterrado a varias de las medidas que implica la reforma poco a poco está aflorando en el plano doméstico y nada extraño sería que se aprovechara el momento de debilidad que sufre el gobierno federal en el terreno docente, para presionarlo con la amenaza de una escisión de esa naturaleza.
Dudo que se atrevan los ex dirigentes a desafiar como la CNTE al centro. Todos son institucionales a ultranza y poseen intereses y canonjías que de manera alguna quieren perder, pero al mismo tiempo les queda claro que la única manera de hacerse oir es “jugando” a ser disidencia. Recuerden que Arnulfo Rodríguez lo hizo y con éxito, en el inicio de la actual gestión estatal y repetirlo no parece algo lejano. Sería ahora algo así como una “CNTE chiquita”.
Sin embargo, la pregunta final es hasta dónde piensa llegar Rafael Salas para dejar sucesor en la Sección 30 del SNTE. Y en ese terreno, un ¡cuidado! no sobra para sus opositores.
El todavía Secretario General intenta colar la sucesión hasta que la fecha se ubique dentro del nuevo gobierno estatal, en donde sus rivales podrían quedar atados de manos o por lo menos, cercados. Y trabaja para eso.
Acusan de muchas cosas a Rafa, pero no de tonto. O de otra cosa peor…
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