Volar por Aeromar, es remontarse al Siglo XV, cuando Leonardo da Vinci realiza los primeros diseños aeronáuticos. Los aviones de la compañía que comparte en solitario los cielos de Victoria a México, son como los aviones realizados por la Familia Burrón, en donde los pasajeros sacan los pies para darle cuerda al motor.
Y no es ironía ni mala leche, simplemente que Ciudad Victoria, merece un servicio de primera con aviones modernos y cómodos.
Desde los tiempos de la famosa “Guajolata”, ese avión de la Segunda Guerra Mundial, que prestaba sus servicios de Victoria a México, donde los pasajeros eran como saltapericos con el Jesús en la boca, hasta la llegado de estos aparatos que si bien es cierto han sido útiles resultan hoy absolutos ante el progreso de nuestra ciudad.
Compañías como Interjet, Volaris, etc., ofrecen un excelente servicio en otras localidades, los victorianos se transportan en estas naves que no van a la par con el desarrollo de la capital de Tamaulipas.
Lo más sensible del caso es el alto costo que representa para el usuario montarse en estos aviones. Costo que equivale aventarse un viaje a París o Nueva York de ida y vuelta.
Para que esta compañía mejore sus aeronaves requiere una firme competencia y que La SCT , autorice vuelos con las compañías citadas que brindan calidad a los pasajeros.
Resulta increíble que aun pagando el boleto a Tampico de ida y vuelta, tomando Interyet Tampico-Mexico resulte sumamente económico. Y no hay comparación, un servicio de calidad y eficiencia. Es una necesidad, que evitará que los usuarios tengan que tomar el avión en Tampico y Monterrey, para viajar a otras ciudades de nuestro país.
Con lo que ha ganado Aeromar en estos años de servicio podría comprar un Jumbo para irnos a echarnos un café, a Nueva York.