“La región Huasteca abarca partes de seis estados de la república (San Luis Potosí, Querétaro, Puebla, Hidalgo, Tamaulipas y Veracruz) que muy poco tienen en común, las diferentes etnias tienen lenguas, costumbres y vestimentas distintas, prácticamente lo único que las une es el huapango, que aunque tiene sus variantes, siempre es el mismo”, explicó el investigador de la Universidad Veracruzana (UV), Román Güemes Jiménez, durante su conferencia La lírica del huapango huasteco, hace 3 años.
Arranco con la cita del académico huastecólogo oriundo de Platón Sánchez, Veracruz, para reafirmar la importancia del son huasteco y/o huapango en la región entre los ríos Cazones y Soto la Marina. Los huastecos encontraron en la música la casa común, donde vivos y muertos habitan, bailan, se afligen y son felices. Por ello, la reflexión acerca de los creadores y portadores de la tradición musical es necesaria, para alimentar con los viejos y actuales tiempos, los tiempos que vendrán, los futuros.
En la pasada colaboración sabatina comenté mis percepciones sobre el XXI Festival de la Huasteca, desarrollado en El Mante. Tamaulipas se sacó la espinita del encuentro fallido de 2010. Hubo disposición y dinero; eso alcanzó para presentar un programa nutrídisimo de actividades, atender generosamente a los participantes y programar actividades en cinco municipios tamaulipecos huastecos, donde los alcaldes y el Instituto Tamaulipeco para la Cultura y las Artes (ITCA) le entraron con la inversión cultural. En una expresión coloquial, las autoridades pusieron el mejor frasco posible. ¿El contenido musical fue el esperado para la celebración ofrendada a la mujer?.
Para mi no fue lo que esperaba. Los tríos y cantoras que escuché el viernes y sábado en el escenario principal de El Mante son capaces de ofrecer mucho más, me consta porque los he escuchado en corto, en la cantina o fiestas particulares o en algún video excepcional. Lo escuchado en mi tierra huasteca de nacimiento me hizo pensar en qué aspectos influyen en una mala presentación; ¿cuál es la causa de que las huapangueras y los huapangueros, las trovadoras y los trovadores no den lo mejor de sí?. ¿Es conformismo? ¿Es pereza? ¿Es el formato del festival que se ha replicado en los encuentros organizados por la sociedad civil?
Al formato “festivalero” de participación que ciñe a los tríos a interpretar 3 sones, 3 huapangos, lo considero una de las causas principales de la poca representación de la diversidad de estilos y lírica. Ésta sumada a la pereza o conformismo de los músicos que prefieren tocar el Gusto, el Querreque o el Caballito y cantar: “voy a salir a campear hasta San Luis Potosí” -aunque lo único que hayan montado sea un taxi o un microbús- ha reducido, ante el público y las generaciones menores, el universo sonero de la huasteca. Los limitados 15 minutos, que los organizadores justifican como un tiempo aceptable, suelen convertirse en el mayor de los casos en un instante desperdiciado con versos repetidos y musicalidad plana, salvo contadas excepciones.
Los asistentes frecuentes al huapango, los que van por la música, saben que la riqueza del son huasteco no la encuentran en el escenario sino en la cantina o el lugar en la plaza donde músicos, trovadores y fanáticos se reúnan. Allí, en ese espacio indefinido, con suerte se puede apreciar la magnitud de los músicos, cantadoras y hasta los bailadores al natural. Empero, me parece injusto que los asistentes comunes no lo presencien, lo gocen. En lo personal no viví los huapangos “viejos”, esos que ocurrían en las galeras; con el sonido silvestre de las voces y cuerdas que duraban de sol a sol. De esta época quedan los recuerdos valiosos. A esta generación huapanguera le toca aceptar el giro, aprovechar adecuadamente las facilidades tecnológicas para afinar y sonar mejor, sin perder de vista que lo principal es el son, la música huasteca: la identidad.
Vivimos un tiempo donde se acostumbra adorar al destello, el momento, la fama. Encontrarse con el son huasteco, con el huapango, es toparse con una parte sustancial de la identidad de la región. Reducir el símbolo de cohesión cultural de la Huasteca a “qué bonito huapango” es injusto. En cambio, me gustaría escuchar: Qué cabrón huapango. Qué perro son huasteco. Qué maravilloso trovador. Qué entrañable violinista. Qué portentosa cantora. Qué guitarrero tan virtuoso. Qué tradición tan vibrante.
Seguiré ahondando en el tema.
Twitter: @cmanueljuarez
Comentarios: elotrobalcon@gmail.com