“Es inútil que siga rezando. Hasta Dios se va de vacaciones en agosto”
Gabriel García Márquez
Para Don Jaime era el inicio y el final de un camino que había disfrutado durante la mayor parte de su vida, su meta siempre fue dejar a sus descendientes un buen apellido y que no le faltara nada a su familia, cosa que logró; nunca la felicidad significó para él la abundancia material, al contrario, gozaba de cosas simples como comer una buena carne asada o leer, consideraba que la lectura habría puertas a lo desconocido y lo hacía viajar hacia lugares inexplorados, como París.
Su sueño era visitar la capital francesa y creía que era un buen momento para lograrlo, una jubilación no deseada y adelantada le daría la oportunidad para regalarse el viaje ilusionado, conocer la Torre Eiffel no era lo que más le interesaba (como uno esperaría), en cambio su interés era contemplar las grandes obras que daban vida al Museo del Louvre, caminar por los Campos Elíseos, comer un baguette en los Jardines de Luxemburgo (después echarse una siesta en el pasto) y visitar, en el Cementerio de Montparnasse, la tumba del General Porfirio Díaz, a quien su padre (que en paz descanse) tanto admiraba, como le decía: “hijo, si alguna vez vas a París, visita a Don Porfirio, pídele que regrese, que a los mexicanos nos tienen muy jodidos”.
Más de 35 años en el servicio público avalaban su experiencia, nunca tomó un peso que no debía, ni a abusó de los cargos que ocupó (que no fueron de primera línea), sus ascensos los obtuvo con el sudor de su frente, fue leal a su Estado y al sistema, al grado que, a pesar de que odiaba lo obligaran a realizar proselitismo o “talacha de campo”, siendo institucional y sin hacer gestos, cumplía con las indicaciones de sus superiores.
Durante su carrera pública observó muchas cosas que no le parecían, como se enriquecieron personas de la nada, creciendo la oleada de los famosos “New richs”, ciudadanos comunes que, emparentados con algún funcionario de primer nivel, hacían fortunas en pocos años y a costa del erario; tal vez su error fue nunca quejarse, no denunciar atrocidades, pero como cualquier mortal, el miedo de perder su sustento de vida, siempre calmó sus ganas de expresarse, su satisfacción era que siempre dormía tranquilo, hasta la fecha.
Jamás se imaginó que el final de su esfuerzo terminaría de esta manera, el discurso político del ahora nuevo Gobernador era que las personas que habían trabajado con honradez continuarían y los malos se irían, pero a Don Jaime, sin tregua ni gloria, el 1° de octubre le exigieron su renuncia, ni las gracias recibió.
La mañana del 2 de octubre decidió hacer realidad ese anhelo de visitar la ciudad de sus sueños, se levantó sonriente, besó a su mujer y le dijo: “vieja, regresaré con una sorpresa para ti en la tarde”, su esposa se quedó sorprendida, pues en más de 20 años ni una rosa le había regalado. Se dirigió a la agencia de viajes más cercana y recordando aquella famosa frase de Enrique de Bordón “París bien vale una misa”, sacó la tarjeta de crédito y compró un viaje para dos.
Don Jaime sabía que a la vida nada le debía, ni que ésta le debía él; al final, estaba consciente que el mes de mayo no era eterno, que la vida y él estaban en paz.
FUERA DE LUGAR: Dícese que en “Los Pinos” buscan a como dé lugar posicionar la figura del Presidente de la República (EPN) de cara a las próximas elecciones presidenciales, una opción que se maneja es la de encarcelar, al menos, a algún próximo ex gobernador priista que haya realizado actos de corrupción, ¿quién será (o quiénes) el patito feo?
RECOMENDACIÓN SEMANAL: Libro “Siddharta” de Hermann Hesse.