No fue suficiente el resultado obtenido la pasada elección del cinco de junio, para que el PAN mantuviera la unidad. No bastó el récord histórico de ganar siete de las 12 gubernaturas para que el partido fundado por Manuel Gómez Morín consolidara su proyecto con miras al 2018.
La guerra entre panistas se ha desatado y de la peor manera, con más encono en las redes sociales. La ambición de los Calderón Zavala por regresar como dupla a la presidencia del país chocan con la figura fresca de Ricardo Anaya.
Recientemente en su cuenta de twitter, @FelipeCalderon ha compartido tuits de otros usuarios que acusan al joven queretano de limitar los recursos a todo aquel que se incline por su esposa. Por si fuera poco se suma Gustavo Madero a esta batalla de “todos contra todos”.
El grupo de Felipe Calderón y Margarita Zavala logró imponerse en 2006, ante la amenaza de un Andrés Manuel López Obrador que aparecía como favorito en todas las encuestas y el rotundo desplome que sufría en ese entonces el PRI.
La errante figura de Vicente Fox y el lastre que representaba su esposa Martha Sahagún, debilitó al grupo del entonces mandatario y a su diezmado equipo tuvo que sucumbir ante “El hijo desobediente” y sus huestes.
Pero la realidad de hace diez años es muy diferente a la de ahora. El PAN ya no se encuentra en el poder, y pese a la maltratada popularidad del presidente Enrique Peña Nieto, existen figuras dentro del priismo como Miguel Ángel Osorio Chong que por lo menos podrían dar una batalla decorosa en el 2018.
A ello se suma la cercanía que tienen con el hidalguense algunos miembros de la “nomenclatura” panista, entre ellos algunos de los gobernadores recién electos, al grado de despertar entre los mismos priistas la sensación de que existía una alianza secreta entre los albiazules y el huésped principal del Palacio de Covián en Bucareli.
La fricción entre la cúpula panista podría superar aquella que envió a Josefina Vazquez Mota a la tercera posición en la pasada elección presidencial. Más aún cuando todos los indicadores aseguran que la figura de Andrés Manuel López Obrador, se encuentra más fuerte que nunca.
Entre el priismo impera una anarquía que terminará en el momento que se elija la figura que competirá en contra de Andrés Manuel, y la disciplina será indispensable porque toda la clase política nacional sabe que de llegar el tabasqueño al poder, la persecución será una realidad, sobre todo cuando hay mucha tela de dónde cortar, muchas colas
largas en todos los ámbitos.
Pero los panistas son harina de otro costal. Son tantos los encontronazos entre las izquierdas, aunque Morena se mantiene al margen, tras la línea que AMLO pintó con el resto de los partidos. Si en el PAN inicia la guerra los daños pegarían por completo al mismo partido.
Los albiazules ya tienen tres fuertes frentes: el que se encabezan los Calderón Zavala, el de Ricardo Anaya y el de Gustavo Madero. Se sumarían también el de los Fox, la derecha de Manuel Espino y las figuras de otros gobernadores de peso entre la cúpula albiazul como son los Moreno Valle, Miguel Ángel Yunes y hasta el propio Cabeza de Vaca.
Al final, serían los mismos gobernadores, como sucedió con el regreso del PRI al poder, los que definirían si consolidan su poder político, o si el partido se devora a sí mismo y le dejan el camino libre a López Obrador, o a los priistas.
Cuidadito con lo que dices…
Al presidente le llueve sobre mojado. La falta de coordinación entre su equipo y las omisiones provocadas por otros, tiene su imagen destrozada, deslegitimada y sin ninguna
posibilidad de salvación.
Ya nada parecía poder diezmar la figura de Peña Nieto, pero ahora fue su boca la que lo hizo perder, y la pericia por parte del equipo del candidato por el Partido Republicano.
El presidente abiertamente invitó a los dos contendientes por la presidencia de Estados Unidos sin generar el protocolo necesario para llevar dichas reuniones. En una jugada ventajosa, el magnate neoyorquino jugó bien sus cartas y puso al equipo peñista en una disyuntiva: aceptar y ser el hazme reír del país y el mundo, o comprar un enemigo en caso de llegar a la presidencia.
Como siempre, el pavor ganó en la toma de decisiones y Trump dijo lo que quiso sin que los peñistas tuvieran margen de reacción.
Las consecuencias se hicieron sentir a lo largo de los siguientes días. Primero porque Trump reafirmó su intención de construir un muro que México pagaría, y por su fuerte postura de cerrar todas las vías posibles a los inmigrantes.
Entre el equipo cercano a Peña Nieto las reacciones fueron lentas y fallidas. Ni las declaraciones de Osorio Chong para justificar la injustificable decisión presidencial apagaron el fuego de las protestas y de las críticas encendida por la catastrófica invitación alentada por el todopoderoso Luis Videgaray con el pretexto de mandar señales favorables a los mercados internacionales.
Lejos de tener éxito este negro capítulo terminó con la renuncia aún no aceptada de Claudia Ruiz Massieu y queda grabado en la historia del país este vergonzoso capítulo en el anecdotario de los tropiezos presidenciales.
El informe como talk show
¿Qué pretendieron con el nuevo formato de informe? Parecía que por fin decidieron escuchar las dudas y opiniones de un sector de la población pero resultó ser más de lo mismo. Los panelistas que preguntaron, fueron balconeados uno a uno en redes sociales por su cercanía con la fracción del priismo.
Hubo por otra parte quienes se quedaron con sus palabras escritas en un papel doblado, preparadas no sólo para abrir la crítica, sino también para proponer proyectos concretos a las diversas dependencias de gobierno para llevarlos a cabo.
Enrique Peña Nieto, ante las limitantes del protocolo que se le impuso, habló con cada uno y a quienes lo cautivaron les entregó una tarjeta personal en la que escribió los datos de la persona a la que debía dirigirse con la advertencia de que bastaba presentarla.
Una medida que sorprendió a los jóvenes que acudieron al informe. Ahora falta que las personas a las que se dirigió la tarjeta cumplan con las instrucciones del mandatario.
El desencanto suele siempre tener peores consecuencias.
La marcha del 15
Apenas terminada la resaca pos Donald Trump y del informe, el viernes por la mañana las redes sociales se inundaron de una nueva convocatoria para todo aquel ciudadano que se encuentre en desacuerdo con el gobierno.
Con el hashtag #RenunciaYa, convocan a la ciudadanía el próximo 15 de septiembre a las 15 de la tarde, a realizar una marcha antes de la celebración del Grito y pedir que el presidente dimita a su cargo.
Atizado por el bullicio derivado de las recientes fallas cometidas por el gobierno de Enrique Peña Nieto amenaza con ser una manifestación numerosa en personas y bien organizada lo que representaría un evento sin precedentes en la historia del país, y marcaría un parte aguas en la vida pública del país.
Sería también la máxima expresión de una sociedad que exige cuentas a la autoridad que falla en su toma de decisiones y además bajo el contexto de las severas acusaciones de corrupción que ha sufrido el presidente y buena parte de su equipo.
Si la marcha de 2014 por los normalistas de Ayotzinapa hizo temblar a todo el gobierno de Peña Nieto, la del 15 tendría como consecuencia una fuerte sacudida del gabinete, decisión que el presidente no ha querido tomar.
Bajo el contexto que vive el país, todo puede pasar, y cualquiera podría renunciar.
¿Por qué Ciudad Victoria?
La capital tamaulipeca es un caso peculiar en el fenómeno de inseguridad que sufre el estado desde hace años. Aunque las cifras indican que en general en todo el estado disminuyó el delito, en Victoria sucede todo lo contrario.
La racha de ejecuciones que inició desde noviembre del año pasado, la ubican ya en el séptimo lugar de las 10 más inseguras del país. Sólo Acapulco, Tijuana, Culiacán, Ciudad Juárez, Ecatepec y Monterrey le ganan.
El resto del estado refleja una considerable reducción en sus cifras del delito.
¿Por qué sólo Victoria?
Probablemente se deba más a la omisión de la autoridad que a la fortaleza de los grupos delictivos. El hecho de que Victoria sea en su mayoría vigilada por la Fuerza Tamaulipas, refleja el fracaso de un proyecto de Seguridad Pública.
En Victoria, a diferencia del resto del estado, el Mando Único tomó casi por completo los patrullajes preventivos y el combate a la delincuencia organizada. En el resto del estado la Policía Federal y el Ejército mantuvieron su hegemonía.
En 2014 la ciudad se mantuvo en general con pocos incidentes relacionados con la delincuencia organizada. Los cuerpos policiacos eran bien pagados, y eran dirigidos por la mano de mandos militares provenientes directamente del Campo Militar Número Uno.
La ambición por la partida presupuestaria entre los funcionarios de alto nivel, generó conflictos internos que culminaron con la renuncia del General Gutiérrez y de su equipo de trabajo. Bastaron unos meses para que la estructura que en ese tiempo funcionaba, se desplomara por la falta de recursos.
Durante un año un gran número de policías no recibieron su sueldo, además de ser constantemente intimidados por los burócratas de primer nivel, sumado a ellos la falta de una cabeza que los dirigiera mantuvo a los elementos policiacos a la deriva.
El clímax llegó con la manifestación este año frente a la casa de Gobierno por la falta de pagos, tema que aún no llega a una solución final y posiblemente herede la próxima administración.
¿Será que el caso peculiar de Victoria se preste a una investigación a fondo por parte del gobierno entrante o de la Federación y buscar a los verdaderos responsables del fracaso que representó el proyecto de Mando Único?
Y sobre todo, ¿quién pagará por los platos rotos?