CIUDAD VICTORIA, Tamaulipas.- Los peatones y automovilistas que circulan por el Mercado Argüelles requieren constante apoyo vial.
De esa necesidad se percató Daniel Sánchez Serrano, el tránsito por vocación de Ciudad Victoria.
Asegura que cumplirá en este sector del centro de la ciudad 40 años en su labor.
Llega todos los días en punto de las 8:30 para retirarse a las 20:30 horas.
No importan las inclemencias del tiempo, incluso le divierten los días lluviosos.
Anteriormente su madre tenía un puesto en la calle Hidalgo pero lo vendió y ahora ella lo espera, mientras él trabaja. En ocasiones está sentada cerca de un banco, mientras tanto él se envuelve en el ir y venir de los autos, de los rostros y de la moneda que siempre llega a sus manos como una bendición.
Suena su silbato en la esquina del 7 Hidalgo, del 7 Morelos y al atardecer, su chaleco naranja con reflejantes frena el paso de los autos apresurados.
Nació en Victoria, aunque no conoce su edad porque perdió su acta de nacimiento.
No padece de sus facultades mentales y aunque tiene más hermanos él sólo tiene disposición para cuidar a su madre.
“Vivo en la colonia Echeverría, si tengo más hermanos, pero sólo yo cuido a mi mamá. Comemos con el peso que gano aquí de tránsito.
Me gusta ser tránsito, mi padre era velador, yo no quise ser velador, yo quería ser tránsito.
Antes era empacador, trabaje como empacador a lado de la tienda GranD”, explica Daniel y asiente con el dedo y una sonrisa… “eso, eso, eso”, dice cuando le entienden a la perfección.
Porta una camisa en color gris con los logos de tránsito municipal, tiene también una gorra y se emociona cuando recuerda que un amigo en moto pasó y se los regaló.
Pero en la calle no todo es diversión, Daniel en ocasiones no come para dejar que su mamá pueda tener un alimento, otras veces pueden comer los dos, pero si no alcanza él aguanta.
“Hace quince años murió mi padre, a mi papá le cortaron una pierna, yo trabajaba desde entonces. Ahora vivo con mi mamá, pero a mí mamá yo le ayudo, mis hermanos no, yo sí.
A mí me gusta ser tránsito, me gusta la lluvia, aunque esté lloviendo sigo trabajando. Mi camisa me la regaló un amigo que tiene una motocicleta, tengo también una chamarra y cachucha de policía”.
El gesto noble de Daniel se ha ganado la confianza de los comerciantes y ahora hasta los transeúntes conviven con él.