Cuando inició el sexenio de Egidio Torre Cantú el ambiente estaba cargado de incertidumbre. El sombrío escenario había quedado marcado por el estallido de la violencia y el asesinato del candidato priista Rodolfo Torre Cantú.
La inesperada llegada de Egidio, tan lejano de la política y tan desconocido por los tamaulipecos, rompió todo el esquema que Rodolfo había construido durante años.
Cientos de rodolfistas, auténticos o falsos, quedaron, con sus ambiciones y sus ilusiones rotas y maltrechas por la actitud fría y distante de su hermano, convertido en candidato priista, y a los pocos días en gobernador de Tamaulipas.
Muchas cosas cambiaron desde entonces. La violencia de los cárteles trastornó caminos, ciudadades, pequeños poblados, rancherías y haciendas prósperas. Miles de vidas se perdieron. Cambió también el estilo de gobernar.
Por ejemplo, la crudeza con la que el crimen organizado golpeó e impuso su dominio en cada rincón del territorio tamaulipeco, acabó entonces con las espectaculares giras del gobernador saliente, Eugenio Hernández Flores.
Las carreteras del estado dejaron de ser recorridas por las Suburbans, Durangos y Silverados del convoy del gobernador y fueron reemplazadas por las flotillas del terror que desplazaban ejércitos de sicarios que se apoderaron del Estado.
Egidio Torre, tuvo que encerrarse en Casa de Gobierno salvo giras intermitentes en las aeronaves oficiales.
Sin embargo, al gobernador lo atrapó sin embargo la magia del pueblo mágico de Tula y para allá encaminó sus pasos con frecuencia.
Estaba clara su fascinación por el Altiplano especialmente por Tula. La apagada mirada del gobernador adquiría un brillo especial cuando recorría las calles del pueblo mágico.
¿Por qué Tula era una de las regiones favoritas de este exgobernador cuya frialdad era uno de los rasgos de su personalidad más acentuados?
Egidio estaba obsesionado con la tranquilidad tulteca tal vez porque allí estaba lejos de una realidad que lo abrumaba: el ambiente congestionado generado por la escalada interminable de homicidios, secuestros y desapariciones, y el horror que proyectó a todo el mundo la historia de las narcofosas.
Pero el interés del ex gobernador iba más allá de la calma chicha dominante en esas tierras. A Egidio lo cautivaban los proyectos pensados para convertir a Tula en un atractivo turístico. Millones de pesos salidos de la enorme bolsa de la Secretaría de Turismo.
Y es que la ruta del altiplano cuenta con una geografía y unadiversidad privilegiadas. Entre Jaumave y Palmillas nace la Huasteca Tamaulipeca, y el contraste entre desierto y trópico cautivan a todo aquel que lo contempla. Por otra parte, la región de Miquihuana y Bustamante, cuenta con una sierra cuya cima presume pinos de gran tamaño que se cubren de nieve en cada temporada invernal.
Es una ruta en cuyo destino final se encuentra Tula, el pueblo histórico conocido por su historia, su gastronomía y la belleza de sus edificaciones. Es en esta ciudad, una de las más antiguas del estado, en la que Egidio Torre Cantú depositó su ambición para llevar a cabo un proyecto en el que mataba dos pájaros de un tiro: desarrollaba una región afectada por la pobreza y facilitaba negocios a su círculo cercano.
El proyecto de Tula quedó como anillo al dedo, además luego ser reconocido por la Federación como pueblo mágico.
En toda su historia, Tula nunca había registrado tantos movimientos catastrales como los que se llevaron a cabo a partir de 2012. La cifra récord la tiene 2016, en un periodo pequeño que ya lleva más de 60 movimientos. En su mayoría, los meses que sirvieron de antesala para la entrega del poder.
Pero el verdadero negocio no consistió en la compra de inmuebles del casco histórico, esa fue sólo la cereza en el pastel. El verdadero negocio consistió en todo el dinero que se invirtió para la infraestructura carretera de las inmediaciones de Tula y el proyecto conocido
como “Arroyo loco”, un complejo comercial y cultural cuyo costo superó los 200 millones de pesos.
El alcalde tulteco Juan Andrés Díaz gozó de la protección del gobierno estatal para ejercer el poder con total impunidad. Los constantes desvíos de recursos en apoyos al campo y los gastos sospechosos llevados por su gestión a empresas de su propiedad, los documentaron constantemente los medios locales y de la región.
Pero aún con el respaldo que tuvo Juan Andrés, su gestión terminó en conflicto abierto con el gobierno del estado ya que no se le permitió ser el proveedor del material a las constructoras y constructores que llevaron a cabo el proyecto.
Y fue una constructora la que en realidad manejó el recurso económico destinado a Tula. De los poco más de 250 millones de pesos invertidos, alrededor de 200 le fueron destinados a Construcciones y Montajes Santander, S.A. de C.V, propiedad de la familia Castañeda.
Documentos públicos en el portal de Compranet revelan cómo una empresa antigua, que durante mucho tiempo se manejó en un bajo perfil, creció de manera drástica en el manejo de dinero público hasta posicionarse como una de las empresas que más recursos públicos recibió en los últimos años.
Documentos de la Secretaría de Obras Públicas (públicos también) revelan además cómo el reparto del dinero se dio por etapas, y las cantidades menores que se dieron a otros constructores para la remodelación del casco histórico y de sus calles.
Tanto los accesos al pueblo como toda la obra de Arroyo Loco quedó en manos de Construcciones y Montajes Santander S.A. de C.V y para la remodelación del casco histórico se repartieron poco más de treinta millones de pesos entre tres constructores.
El evidente apoyo que recibió dicha constructora por parte del gobierno saliente amerita una investigación.
El proyecto de Tula exhibe un negocio llevado a cabo por la mafia de constructores que dominó el sexenio pasado. Revela también el uso del poder y del dinero público para su beneficio propio y la concentración del dinero en unas cuántas manos.
Es de interés público saber el destino de cada peso gastado en el proyecto, más aún cuando se trata de una zona tan afectada por el bajo desarrollo económico y los altos niveles de pobreza entre su población.
¿Proteger a los amigos?
Luis Videgaray será recordado para siempre, no por la crisis económica que sufre el país, o por el alto costo del dólar. Su decisión de invitar a Donald Trump y sentarlo con el presidente Enrique Peña Nieto, lo puso en ridículo ante los ojos de la nación y de todo el mundo.
Ahora que se encuentra desempleado, ha tomado muy en serio su relación de amistad con el Presidente, al que visita con más frecuencia que en su función de Secretario de Hacienda. ¿El motivo de sus constantes visitas? La batalla por Edomex.
Hasta el momento Luis Videgaray es el potencial candidato de Enrique Peña Nieto para la gubernatura del estado primordial de Grupo Atlacomulco.
En una reciente encuesta, Alejandro Encina y Josefina Vázquez Mota acaparaban las preferencias del electorado. Luis Videgaray por lo contrario, se alejaba de ellos para quedar en un deshonroso tercer lugar.
Las piezas del tablero priista se movieron para construir el camino del amigo del Presidente: Alejandro Encinas fue designado como Coordinador de la Asamblea Constituyente, papel que lo mantendrá ocupado un tiempo y alejado del proselitismo.
Y aunque Josefina Vázquez Mota asegura no buscarla, su constante actividad en la cúpula panista le brindaba la luz de los reflectores.
Tal fue al parecer el nerviosismo en Los Pinos que liberaron ante los medios el apoyo millonario que recibe una ONG relacionada con la panista.
Bien dicen que en política no existen las casualidades…
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