En Tamaulipas pareciera que no hay por dónde empezar. Es tal el desastre que la reconstrucción se ve lejana y en algunos casos imposible, como el ejemplo de la deuda que entre cifras que van y vienen alcanza los 20 mil millones de pesos y pue-que vaya más allá si consideramos la opacidad maquinada por el régimen que se fue.
Pero no sólo es la histórica deuda que desde ahora condiciona el desarrollo social, sino una serie de variantes que colocan a la entidad entre las víctimas de un partido que a pesar de sus ochenta y tantos años de dominio no aprendió a gobernar, aunque sí aprovechó la oportunidad de ampliar hasta la exageración el enriquecimiento de innumerables protagonistas. En este sentido ni cómo ocultar que algunos sexenios fueron de real pesadilla para una población que resignada y en silencio padeció los excesos del poder hasta que decidió apostar por otro proyecto que está en vías de confirmar sus propósitos. Tampoco creamos que por un acto de magia la suerte de millones de familias cambiará de la noche a la mañana cuando las dificultades administrativas son muchas, variadas y agravadas por las actitudes de quienes en el pasado no llegaron a servir, sino a servirse “con la cuchara grande”, según las evidencias.
No hay por dónde empezar digo, cuando de cada archivo saltan “sorpresas” con nombres y apelativos. Y aunque dichas “sorpresas” quizá no alcancen la magnitud de lo que sucede en Veracruz, significan material probatorio de que el PRI manejó nuestra entidad todo este tiempo como un logro con fuerte olor a
impunidad.
Usted dirá que el uso y abuso del poder forma parte de la condición humana y tiene razón, sin embargo, bueno sería que los políticos pudieran diferenciar entre un botín logrado en alta mar (propio de piratas) y la conquista lograda por medio del voto que los compromete y obliga a dar respuestas prontas y suficientes a la causa popular. Tamaulipas lamentablemente padece los efectos del subdesarrollo político que ha empobrecido las expectativas de varias generaciones. Y ni modo que sea invento.
El reflejo más visible del desastre que padece el estado es la virtual paralización de la actividad económica. Está claro que el circulante monetario está en suspenso como resultado del semi vacío en las arcas oficiales que apenas alcanzará para cumplir los compromisos básicos. Es una pobreza material que impacta a una sociedad triste cuyo patrimonio material sufre los estragos de la irresponsabilidad, por llamarle de la forma menos vergonzosa a quienes con mentalidad de corsarios recibieron la honra de ser funcionarios en el pasado. Estamos hablando de un estado “donde lo que no está prohibido, está permitido”, como dijera López Portillo después de aquella su célebre frase de que “la corrupción somos todos”, aplicable desde luego a la reciente definición de Peña Nieto en sentido de que “nadie se atrevería a lanzar a primera piedra”.
El asunto es que Tamaulipas “está quebrado” y su recuperación no se alcanza a vislumbrar. En este escenario la expectativa social crece en espera de las medidas que ha de tomar la nueva administración. ¿Habrá escándalo político o nos estacionamos en la resignación?. “Eso es lo que vamos a ver”, como dicen que dijo don Teofilito ante la presunta pureza de atractiva dama.
Va la tenencia en prenda
El asunto de la tenencia vehicular se ha convertido en viral. En Tamaulipas sucede lo que en Nuevo León donde “el bronco” prometió lo imposible y aunque por estos andurriales no hubo promesa directa, verdad sea que el respetable tenía la esperanza de que algo agradable sucediera con el odioso impuesto que dejó de ser legal tras cubrirse la inversión olímpica del 68. ¡Hace 48 años y sigue tan campante!.
En nuestro estado no hay visos de que la señalada tenencia desaparezca, por el contrario pareciera que ante la crítica situación se vuelve necesaria. Desde luego que algunos funcionarios, incluso de hacienda estatal, juegan con declaraciones encontradas quedando mal parados frente a una opinión pública que no sabe si reír, llorar o ponerse a rezar. Por lo pronto hay que seguir pagando ¡y le cae al que se raje!, dicho sea sin ganas de ofender al pobre contribuyente.
Sucede que
Hace días reuniéronse algunos ex dirigentes del CDE tricolor bajo objetivos nada claros toda vez que la mayoría de ellos poco o nada tienen que aportar al fortalecimiento de su partido cuando en su momento y con el poder en sus manos, su comportamiento fue el de cualquier invitado de piedra. No habrán cambiado mucho, salvo que ahora han de sentirse tan confundidos “como un suicida sin vocación”, cual diría el maese Joaquín Sabina.
Y hasta la próxima.