CIUDAD VICTORIA, Tamaulipas.- Él es un ejemplo vivo de tenacidad que se planta a diario en Victoria justo en el cruce de la calle 16 y bulevar Adolfo López Mateos.
Se trata de don Juan Chichino Hernández, un vendedor ambulante que por su tenacidad ha logrado ganar el cariño y respeto de los victorenses.
Es un hombre de poco roce social, dedicado con perseverancia al trabajo.
Es originario de Tlaxcala, y llegó a Victoria porque el clima caluroso de esta tierra a él le favorece, pues padece osteoartritis, una enfermedad en los huesos que le ha consumido el cartílago de la cadera, más no el ánimo.
«Tengo en Victoria 12 años, llegué aquí, no porque no fuera a sobrevivir en mi tierra. He venido porque estoy enfermo, tengo osteoartritis, a mí el calor no me perjudica, al contrario.
Nací en Tlaxcala, pero en realidad crecí en Puebla. Soy divorciado, aquí en Victoria no me he casado, vivo solo. Por la enfermedad acabó mi matrimonio.
Yo había nacido sano, pero a la edad de 34 años me la detectaron y ahora tengo 16 años viviendo con este padecimiento que ocasiona dolor en mis piernas.
Comencé caminando con un «bastoncito» y la verdad si aguanto caminar a cómo pueda unos 5 metros, pero no más», dice don Juan.
Su terapia es andar caminando y se ha recetado una buena dosis de entusiasmo al ir todas las mañanas a trabajar, sin importar los cambios climáticos.
«Sí me ha visitado gente del DIF, me traían una despensa, pero siempre les he dicho que la mejor forma de ayudarme es dejarme trabajar, no me gusta darle molestias a las autoridades. Porque si a mí me quisieran recoger para cuidarme, sería como matarme».
La actividad le hace estar bien y asegura que permanecerá en Tamaulipas mientras su salud le permita solventar sus propios gastos personales, de alimentación y renta. Cada mañana don Juan recorta los pedacitos de cartulina para empaquetar los cacahuates y semillas que ofrecerá en la calle.
A pesar de la incomodidad que podría significar que don Juan se traslade al centro para abastecerse de mercancía, lo hace, porque a él le gusta estar al pendiente de su negocio.
«Toda la vida he sido comerciante, mis primeros patrones me enseñaron a ofrecer la mercancía. Uno debe saber como hablar, allá en Puebla hay muchos comerciantes y aquí faltan.
Yo, por ejemplo, a las mujeres les digo damitas, a los jóvenes pues jóvenes y a los hombres, caballero. Eso significa respeto para ellos y tendré respeto para mí».
Cuando don Juan llegó a Victoria sintió algunos momentos de discriminación, se acercaba a los autos y estos trababan el seguro.
El mensaje era de desconfianza hacia él, pero poco a poco demostró que era diferente.
«Ahora me han dicho que soy ejemplo, mi lugar está limpio y siempre vengo a trabajar, también me gusta trabajar solo, aunque sí platico con todos mis compañeros.
A mí lo que me gusta es trabajar y ganarme la vida de manera independiente.
Ahora siento el cariño de la gente, siento que los tamaulipecos son como ellos dicen: «Con ganas».
A un costado de la calle y sorteando los autos en los breves minutos que le permite la luz roja, don Juan seguirá con el ejemplo.
«Yo admiró a este hombre, cuántos estamos bien y sentimos que los problemas nos llegan al cuello y él es un ejemplo de trabajo», dice una de las mujeres que pasan en su auto buscando apoyar el trabajo de un hombre tenaz.