“Cuando veas las barbas de tu vecino cortar, pon las tuyas a remojar”…
La frase anterior es una muestra de la inagotable sabiduría popular que siempre encuentra aplicación en el diario vivir. Y el terreno de la administración pública no es una excepción.
Ayer, trabajadores del sector salud, médicos, enfermeras y empleados administrativos eb varios estados del país, salieron a las calles de sus respectivas ciudades para demandar respeto a sus derechos laborales y en forma muy especial, con un reclamo: “No nos satanicen”.
Algunos casos son lejanos geográficamente, pero me llama la atención el de un vecino, el del Estado de Nuevo León, donde históricamente los servidores públicos, prácticamente sin excepción de sector, han sido tratados por el gobierno en forma más que satisfactoria y por lo tanto es una de las entidades donde menos podría esperarse una reacción de esa naturaleza. Y ojo, es también una de las que más influyen por su cercanía en nuestra patria chica.
¿Cuál es la relación de este problema con el refrán mencionado?
Sucede que en Tamaulipas una de las primeras medidas para eficientar el trabajo gubernamental es una revisión exhaustiva de las nóminas en cada área, acción que de aplicarse en forma correcta sin duda permitirá liberar al erario estatal de cargas innecesarias, que en algunos casos –hay que reconocerlo– lo han conducido a la obesidad laboral. Y uno de los rubros bajo la lupa es precisamente el de salud.
¿Rebotará en nuestro Estado la belicosidad de los médicos y enfermeras nuevoleoneses?
Para tratar de responder a esa duda, es menester recordar que antes de Nuevo León, los trabajadores de ese sector en nuestro Estado ya han dado muestras de no tener las manos atadas ni la boca cerrada. Antes de terminar el gobierno de Egidio Torre Cantú denunciaron públicamente y en varias ocasiones el incumplimiento de esa administración en lo relativo a la adjudicación de plazas, además de injusticias en su tabulador salarial.
Hoy ese problema podría agravarse. Precisamente porque quienes laboran en esa área, haciéndose eco de otras de ese orden de gobierno, han puesto sobre la mesa el mismo argumento de los vecinos “regios”: Una presunta satanización, que da origen a la sugerencia de poner las barbas en remojo y abre la puerta a la posibilidad de enfrentar en casa indeseables movimientos similares.
Bien por las medidas que lleven al Estado a no soportar lastres que le impidan avanzar con la celeridad que requiere, pero ya que estamos en el terreno de los refranes y de acuerdo a los señalamientos de trabajadores del Sector Salud, valdría la pena recordar otra perla de la sapiencia colectiva, pero ésta anónima y de origen oriental:
“Cuando debas castigar a alguien por una mala acción, no tienes por qué agregar una mala razón…”
En otras palabras: Si se va a echar a alguien a la calle, no se tiene por qué tratarlo en forma humillante y altanera. Una disculpa si alguien se siente aludido o aludida…
Vale la pena
Ciudad Victoria también debería seguir el ejemplo de Tampico y Madero y aplicar una revisión exhaustiva de sus vialidades. Si en el sur han sufrido hundimientos de tramos en sus calles, hay que recordar que en la capital ya se han sufrido incidentes semejantes, como el registrado en el bulevar paralelo al río San Marcos y otro en el libramiento Naciones Unidas. Prevenir cuesta menos que remediar…
La frase de hoy
“No esperes nada de nadie. Es mejor estar sorprendido que decepcionado…”
Anónimo
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