Javier Duarte de Ochoa es en la opinión de su servidor, una paradoja monumental para la administración pública mexicana.
El ex gobernador de Veracruz es ahora, a la luz del saqueo perpetrado por él en ese Estado, la muestra más obscena de la corrupción política nacional y es al mismo tiempo, aunque usted no lo crea, a quien más debemos dar las gracias por contribuir en mayor medida a limpiar la inmundicia en ese terreno, a partir de estos momentos.
¿Le parece lo anterior un absurdo?
Permítame intentar explicar el porqué de esta percepción.
En el primer caso, es obvio que nadie puede dudar de que la devastación histórica presupuestal perpetrada por el ex mandatario jarocho quedará en el país como la herida más profunda en los anales de una gubernatura, conforme a lo señalado por quienes se han encargado de medir los alcances de la misma,
cuantificar los bienes acumulados en forma ilícita por el personaje en cuestión y los males causados a la tierra que en mala hora lo vio nacer.
¿Y por qué darle las gracias a una figura tan repudiable como ésta?
Bueno, porque después de lo sucedido en Veracruz y gracias a este fenomenal escándalo, no habrá Alcalde, no habrá Gobernador, no habrá Secretario estatal o federal, no habrá Presidente de la República, que podrá ocultar ni un solo movimiento ilegal para tratar de escamotearle un peso al erario bajo su responsabilidad. Cada movimiento, cada acción, cada firma, cada decisión, será vigilada, será monitoreada, será señalada por miles y miles de dedos, observada por miles y miles de ojos, escuchada por miles y miles de oídos y será repetida por millones y millones de ciudadanos. En resumen, no habrá ni un maldito gramo de impunidad. Para nadie.
Así que, aunque suene ilógico y quizás hasta algo estúpido, gracias por ser un redomado pillo señor Duarte.
Costó carísimo el curso sexenal, pero nos enseñó a todos los mexicanos las mil y una maneras de robar al pueblo y por lo tanto también las mil y una maneras de evitar esos latrocinios. Ojalá que los primeros en aprender la lección sean los propios veracruzanos, que tienen un nuevo gobernador, Miguel Ángel Yunes Linares, curtido en las mismas prácticas vandálicas sobre el dinero público exhibidas por el ahora prófugo.
Junto con Javier, otro Duarte –César– del Estado de Chihuahua, así como Guillermo Padrés –de extracción panista– de Sonora, forman un trío vergonzante sujeto a investigación y prácticamente también a certidumbre sobre malos manejos en sus respectivas administraciones, que ya son parte de las páginas negras de la historia política moderna mexicana.
Y la pregunta que para muchos queda en el aire es:
¿Surgirán en ese mar de dudas y sospechas algunos nombres más en el curso de los meses siguientes, entre quienes acaban de dejar el poder en otras entidades?…
Respuesta oportuna
Al margen de colores o siglas la respuesta del gobierno estatal a la emergencia climatológica registrada en el sur no sólo fue adecuada, sino que tuvo un valor mucho más importante: oportunidad.
El auxilio coordinado a la población, recibido de Bienestar Social, DIF y Salud, en unión de instituciones federales como IMSS, Sedena y Marina, fue fundamental para reducir los estragos de una tormenta inesperada, que de no haber recibido como respuesta ese apoyo con la celeridad mostrada se hubieran resentido daños mayores. En especial, merecen subrayarse los trabajos sanitarios para evitar la propagación de criaderos difusores de virus trasmitidos por mosquitos. Buen trabajo.
La frase de hoy
“Imposible es el adjetivo de los imbéciles…”
Napoleón Bonaparte/General y Emperador francés
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