En cinco horas, se vació el océano en el sur. Una masa violenta de viento y agua, volvió a saltar sobre el rostro de las ciudades entrelazadas, encañonando la vida de los cinturones proletarios, sentenciándolos al temor crudo y desnudo, el miedo primitivo de los hombres, ante el embate ciego de la naturaleza.
Se impuso de nuevo el veredicto de las carencias y de las ausencias de infraestructura. Las soluciones de fondo, las grandes inversiones estratégicas, hasta ahora aplazadas, se amotinaron, enjuiciando al poder público, en el foro oscuro y desordenado de la tormenta. Pero ante todo, la demasía de la lluvia, terminó por convertirse en un tribunal de voces heladas, que condenaron la corrupción de las obras públicas y el contratismo, auspiciado por el clan de Manolo Rodríguez, a quien es fecha que nadie molesta.
El discurso del agua sucia y amarillenta recordó las soluciones pospuestas, y puso el dedo en la misma llaga de demagogia, que desde hace muchos años, cabalga sobre las urbes desprotegidas que yacen de rodillas, ante los genes devastadores del golfo. ¿habrá un día en que este cántaro de tres alcaldías conurbadas se rompa ante la tragedia del agua que siempre acecha?.
El mandatario estatal, Cabeza de Vaca, activó los albergues. Fue acompañado por la mayor parte de su gabinete: Gerardo Peña, el de SEDESOL, Cecilia del Alto de Obras Públicas, Jesús Nader de Administración, y Pedro Granados Ramírez, de Protección Civil, entre otros.
Por ahora, la tromba estrenó a un gobernador que caminó por los canales de agua revuelta. Enfundado en un chaleco azul, Cabeza de Vaca alargó el paso, flanqueado por militares y por autoridades civiles. Después se le ve, en un hogar devastado, donde el orden de los factores domésticos, obedece al caos, como el arte de la devastación, plasmado por Picasso, en su obra del Guernica: trastes, ropa, zapatos y cajoneras constituyen el texto visual más acabado de la devastación y del desamparo.
Se trata de patrimonios familiares desmadejados y sobre ellos, la mirada incierta de sus moradores, con los ojos entrecerrados por el cansancio. Aquí, el gobernador Cabeza se metió al agua, con todo y zapatos, para inspeccionar las áreas afectadas. En las calles convertidas en arroyos, el agua le llegó arriba de los tobillos. En las redes sociales, alguien ironizó comparando las imágenes: una donde Cabeza le entra al toro, sin reparar en que se mojará la ropa, y otra, donde Egidio Torre, cuando era gobernante, acostumbraba sobrevolar en helicóptero las zonas afectadas.
En el fondo de este capítulo tamaulipeco, donde ahora camina Francisco García Cabeza de Vaca, en oportuno auxilio de las familias damnificadas, el principal problema, es la desigualdad social, el desempleo, la realidad económica de un estado que requiere de un mejor tratamiento, en materia de infraestructura y de desarrollo.
Como en el norte y en el centro de la entidad, en el sur del estado, ahora semiahogado por los excesos pluviales, el tema es de carácter estructural. Esto quiere decir que no es cuestión de resanar, sino de construir las nuevas bases para recuperar lo que se ha perdido en Tamaulipas: el progreso, la certidumbre ciudadana, y la seguridad en el sentido más amplio de la palabra. Justo por aquí, por las comisuras de este cuerpo urbano, donde alguna vez alguien cortó listones de inauguración, jadean también los reclamos de justicia: justicia para evaluar y condenar a los constructores que se enriquecieron a manos llenas, a costa de engañar a la ciudadanía con obras chafas, subcontratadas, obras infames, hijas de la complicidad y del pastel multimillonario, avaladas y cobijadas por quienes en su momento, ejercieron el poder, en sus diversos niveles.
La reciente tromba registrada en el sur, es una llamada más de la naturaleza, para que las autoridades emprendan acciones de fondo. Mientras esto no ocurra, miles de vidas humanas, estarán en riesgo, a merced de las sorpresas climatológicas. El agua y sus torrentes, las peligrosas inundaciones costeras: el reloj fatal de la naturaleza: tic tac, tic tac, tic tac. El bello sur y su impredecible bomba de tiempo.
Declara gobernación estado de emergencia en el sur
Después de que la Secretaría de Gobernación ha declarado estado de emergencia en los municipios de Tampico, Madero y Altamira, ahora lo más importante es que, aterricen en Tamaulipas, los recursos del famoso FONDEN, una institución que suele responder tardíamente, ante este tipo de reclamos sociales.
Esperemos que, no sea este el caso y que, ahora sí, los recursos del FONDEN no lleguen a paso de tortuga, como ya ha ocurrido, en el pasado. Los recursos que se hagan llegar a esta región tamaulipeca, se utilizarán para atender temas de salud, alimenticios y de abrigo para las familias afectadas.