En una semana, media docena de ladrones fueron asesinados por sus víctimas en diferentes hechos en el país, en el Edomex y en Guerrero, eso es lo que se conoce oficialmente, puede haber más, muchos más, porque en México los ciudadanos de a pie, los como usted y como yo, hemos dejado de creer en la aplicación de la ley y la justicia por propia mano se está convirtiendo en moda.
Así es mis queridos boes, el problema tiene mucho de fondo, implica mucho más que muerte de seis o más raterillos o asaltantes, la cuestión es que el pueblo cada vez cree menos en que los depositarios del poder, los manejadores del brazo de la ley la van a aplicar y viene entonces la anarquía.
¿Cuánto podrán haber obtenido de botín los cuatro asaltantes de la carretera México Toluca que quedaron a un lado de la cinta asfáltica baleados por un supuesto vengador que apareció entre los ocupantes de un autobús al que ya habían asaltado?.
Se sabe que habían robado con el mismo medus operandi varias veces, pero de cualquier forma el monto debe ser de risa si lo comparamos con lo que nos roban los verdaderos maestros de la ratería enfundados en el uniforme de la inmunidad que dan los cargos públicos, entre mayor el rango, mayor el botín, entre mayor la complicidad y por lo tanto la impunidad.
Y es que en este México tan desigual, tan corrupto, hasta entre los ladrones hay enormes diferencias, porque mientras unos arriesgan sus vidas, como los muertos la semana que recién pasó por 10, 20 o 100 mil pesos en quitarle a unos cuantos lo poco que llevan puesto o que esconden en sus carteras, otros, los peces gordos no arriesgan nada y se llevan enormes fortunas que gozarán varias de sus generaciones futuras.
El botón de muestra más grande, es Javier Duarte De Ochoa, el ex gobernador orgullo de lo más rancho del viejo PRI, cuya máxima es que el que no transa no avanza, porque de acuerdo con la Auditoría Superior de la Federación nadie había desviado tanto dinero desde que la institución fue creada.
Duarte y sus cómplices se habrían llevado más de 35 mil millones de pesos, lo contado hasta ahora y no tuvo, ni él ni sus cómplices, que enfrentarse a la furia vengadora de los afectados.
Duarte tampoco tuvo que escapar en carros robados o sin placas para esconderse en los suburbios para librar a la policía.
Duarte se dio el lujo de ir a la televisión y aparecer ante el país mostrando su descaro, volver a Veracruz para decir ahí se ven y luego abordar un helicóptero oficial para perderse, seguramente en las enaguas cómplices de la Federación que hace como que lo busca, que finge como su partido que le condena mientras lo protege.
Igual pasó con Padrés el panista de Sonora que apenas supo de las órdenes de aprehensión desapreció, los priistas dicen que los del PAN lo encubrieron, los azules aseguran que les avergüenza, el caso es que ese otro ladrón ‘Vip’ también se fue con las alforjas llenas.
Pero ahí están además el otro Duarte, el de Chihuahua, Borges el de Quintana Roo, Medina de Nuevo León y otras ilustres figuras del firmamento político nacional.
Obvio que dichos personajes no podrían enfrentarse así tan fácil a sus víctimas, a los que robaron en despoblado sin el riesgo de ser linchados como a los ladrones de la carretera.
No me imagino en cuántos pedacitos podrían cortar a Duarte en Veracruz tras haber dejado en la quiebra no sólo al gobierno estatal sino a decenas de municipios, la universidad y a empresarios a lo que también les robó.
Me pregunto: ¿sería capaz un pueblo de linchar a un ex gobernador, como lo han hecho con los ladrones en pequeño?.
Tengo mis dudas, porque volteo a Coahuila, donde el dedo acusador de Estados Unidos y de España, de la opinión al PRI en México y muchas evidencias señalan que el ex gobernador, también del PRI, Humberto Moreira habría desviado hasta 30 mil millones y hay un partido local que lo está tratando de ‘canonizar’.
Claro que exageré con el término de canonizar, pero resulta que el Partido Joven de Coahuila quiere hacer su logotipo a partir del rostro de Moreira y más aún, lo quiere postular para alcalde de la capital de ese estado.
¿Es este pueblo ‘justiciero’ medio tonto (pendejo podría herir susceptibilidades, aunque sería lo correcto), que premia a los grandes ladrones, porque a unos los deja ir y a otros hasta los vuelve a elegir, porque queda algo más que robarse, mientras que a los ladronzuelos los lincha sin piedad?
Podría estar pasando que estamos en franca evolución como país, podrían los Duarte, los Moreira, los Medina y compañía encontrarse de pronto a un México tan encambronado que los ejecute en una plaza pública y les prenda fuego, podría el escándalo de la corrupción despertar al México bronco dormido desde hace más de un siglo, podría, pero creo que todavía estamos muy dormidos.
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