1.- Las denuncias y acusaciones contra más de nueve ex gobernadores, han puesto de moda el tema de la corrupción política. Los medios de difusión han divulgado con toda amplitud, todos los abusos financieros que han cometido dichos delincuentes contra el presupuesto de los estados que mal gobernaban.
2.- La corrupción y la impunidad son dos substancias distintas, y para consumo de individuos de diferentes jerarquías. La corrupción puede ser democrática, pero la impunidad siempre será elitista y exclusiva de los auténticos campeones de la vida. Esos campeones que aparecen en la revista “Forbes”, en tanto que los simples corruptos sólo aparecen en las páginas de la nota roja.
3.- La corrupción es un riesgo, mientras que la impunidad es un privilegio, un capricho y hasta un premio. La impunidad es hoy la mercancía más cara y solicitada del mercado, mientras que la corrupción ha perdido carisma, consenso y prestigio social como escalera hacia el éxito.
4.- La impunidad vive hoy una etapa de esplendor sin límites, porque no hay nada tan excitante y explosivo en este mundo, como el violar las leyes y pitorrearse de las autoridades judiciales, el ministerio público y los jueces.
5.- Cualquier pobre diablo puede convertirse en un gran corrupto, si la diosa fortuna lo socorre, pero eso no lo salva de la cárcel, porque la impunidad es una sustancia que sólo los escogidos pueden paladear. Hay que pasar por muchos filtros y pesar mucho en la balanza del poder, para conseguir una impunidad tan hermosa como la que disfrutan los autores intelectuales de los crímenes de Luis Donaldo Colosio, el Cardenal Posadas, José Francisco Ruiz Massieu y Rodolfo Torre Cantú.
6.- La corrupción ofrece oportunidades de enriquecimiento y poder a cualquier “pobre diablo”, pero el respeto, la aureola, el gran billete y la honorabilidad que propicia la impunidad, sólo le corresponde a los varones más importantes de la comunidad. A esas nobles y poderosas familias que dictan a todos en tono de la moral pública y privada, o que poseen una buena parte de ese río de dinero que proviene de la delincuencia.
7.- Por eso la justicia se ha convertido en mercancía, y las patentes de impunidad han elevado su precio hasta cifras millonarias, además de que no todo corrupto puede conseguirla o comprarla, ya que a sólo jueces corruptos corresponde decidir a quién cubre o descubre la sombrilla de la impunidad.
8.- Quizá el 80 por ciento ce los corruptos no pueda conseguir la soñada impunidad que les permita disponer del fruto de sus delitos, pero los miembros de los bancos lavadólares, los vendedores de influencias, los traficantes de armas, y todos los delincuentes aristócratas, son considerados hasta como promotores del progreso y líderes de la comunidad.
9.- Como todo organismo que defeca, el sistema político seguirá expulsando algunos corruptos, malandrines y criminales de sus estructuras, a fin de mostrar los síntomas de regeneración que le permiten tener engañado al pueblo, y por esa razón la cúpula de la impunidad se hará más exclusiva, selecta y refinada, para disfrute, placer y éxtasis de los favorecidos del sistema, que pueden espiar, asaltar, secuestrar, y comprar diputaciones, senadurías y gubernaturas, sin que ninguna ley o poder se atreva a castigarlos.