CIUDAD VICTORIA, Tamaulipas.- El incremento de precios a varios productos de la canasta básica obliga a las amas de casa en diversos sectores de la ciudad a visitar los tianguis para ahorrar al menos los cuarenta pesos de ida y vuelta que les costaría surtir la despensa en algún centro comercial.
Sin embrago, los locatarios también luchan contra la crisis y su única protección son las lonas que por años les cubren de las inclemencias del clima y el entusiasmo propio de la gente trabajadora.
“Aquí tenemos como unos diez años”, dice don Amador, quien se dedica a la venta de productos de temporada.
Ahora vende nueces y debido a que los pobladores de Miquihuana y Bustamante no lograron vender los piñones, los revendedores que lo enviaban al extranjero, el piñón se vende en Victoria, en los mercados rodantes.
“Cada tres años hay piñones, ahora no se fue por eso lo estamos vendiendo aquí. A mí me da gusto porque yo sí lo conozco pero hay mucha gente que viene y me pregunta ¿qué son y cómo se comen?, porque no los conocen”.
Los comerciantes dicen que las ventas están “flojas”, esperan que pronto comience a circular el dinero de los aguinaldos, eso le permitirá a ellos tener un fin de año digno.
“El piñón anda en cien pesos el kilo y la bolsita en veinte, la nuez cuesta noventa y cien pesos el litro. Pero son precios como 30 por ciento más que el año pasado.
La nuez nos llega de Chihuahua y ya viene pagando mucho transporte, en cambio el piñón es de aquí de la región, de Bustamante y Miquihuana, la gente de allá me vende unos 100 kilos y yo los vendo, pero hay que sacarlos de la piña”, dice mientras cuidadosamente sus manos arrancan cada piñón que parece atesorar el pino, consciente del valioso aceite que posee.
“Este producto no llegaba para acá, siempre lo compraban aceiteras y lo enviaban a Japón y a otras partes para hacer aceite.
Es el primer año que se queda aquí”, dice don Amador, quien también aprovecha la venta de piñas a 5 pesos para adornar el árbol de navidad.
Más adelante está doña Felicitas, también con 14 años en el mercado rodante.
“Las ventas han cambiado mucho, cuando empecé hace años hacíamos hasta tres kilos de comida y todo se vendía, ahora apenas hacemos un kilo y se nos vende 3/4 de ese kilo. Para preparar salsa verde debemos comprar la carne en 80 pesos y no se vende todo, pero seguimos haciendo los mismos guisos”.
Felicitas trabaja junto a su esposo, con las ventas de este local pagaron la carrera de su hijo que ahora es egresado del Tecnológico de Victoria en la carrera de Informática.
“Él ya trabaja por su cuenta en varios estados del país, eso nos da orgullo. Al menos ya cumplimos, ahora seguimos trabajando sólo para nosotros”, comentan.
Sin embrago, entre las ventas bajas y los costos de piso del ayuntamiento la realidad es que no resulta el esfuerzo.
“Mire si el Municipio nos va cobrar más le vamos a pedir seguridad, porque aquí también nos roban, nosotros nos quedamos hasta en la noche y aquí todo está oscuro. Antes cuando estaba Diez Gutiérrez pagábamos 20 pesos y ahora quieren que paguemos 20 pesos por metro y si tuviéramos ventas lo pagaríamos, no dolería, pero cuando no hay, sí duele”.
Don Abraham es el encargado de las frutas y verduras y ya no vende la bolsa de a 10 pesos que contenía chile, tomate y cebolla, porque sólo el tomate hace días costaba 30 pesos, entonces mejor vendía la bolsita en 16 pesos, de lo contrario no sale ni para él.
“Hace días ni salsa hacían porque estaba muy caro el tomate. Ya no tarda en bajar y los nopales se van para arriba, la cebolla se va a encarecer por las lluvias y así pasa siempre, los precios suben y bajan”.
La ropa americana usada está a la alza, es lo que pueden pagar las familias que perciben un salario mínimo y que tienen hijos a su cargo.
Ahora ni la despensa la sacan por suerte en los juegos de lotería. Cuando llega el mercado no hay oportunidad de relajarse, el dinero de la semana es para comer, no alcanza para más.