CIUDAD VICTORIA, Tamaulipas.- Es julio de 1955. Fidel Castro recorre la antigua carretera Tampico-Mante.
Antes de llegar al puerto, un oficial motociclista lo detiene para una revisión de rutina, pero una vez hecha la inspección al automóvil, la vida de Armando Ayesh Villegas —el agente de tránsito— cambiaría totalmente.
El líder cubano transportaba armas, pero Ayesh en lugar de denunciarlo se unió a la lucha que ya encabezaba Castro, según declaró a la prensa local tres años después, en febrero de 1958.
El Sol de Tampico da cuenta de este hecho con una nota que no tuvo ningún seguimiento sino hasta cuatro meses después, cuando el mismo periódico encabezó así su primera plana: “Fidel Castro recluta gente en San Luis Potosí”. En la nota de interiores se adjudicó a Ayesh Villegas —a quien en esa ocasión le cambiaron el apellido por Ayeich— la organización en la capital potosina de una oficina donde se reclutaba a jóvenes para luchar contra Fulgencio Batista.
De Ayesh no existen más referencias en la bibliografía sobre el desarrollo de la Revolución Cubana, por lo que no se sabe si en verdad se trataba de “un capitán revolucionario”, como aseguraba la prensa local, pero aquel episodio ayuda para despejar dudas: Fidel Castro fue un visitante frecuente de Tamaulipas.
El campamento de Abasolo
En la oscuridad del rancho María de los Ángeles, municipio de Abasolo, Tamaulipas, los rebeldes cubanos que ahí se entrenaban solían entonar canciones mexicanas por las noches.
El hecho de que Fidel eligiera ese punto para establecer uno de los campos de adiestramiento podría responder, opina Raúl Sinencio, a que la ubicación geográfica de Abasolo ayudaba a mantener sus actividades en secreto.
Aún hoy, esa zona bien podría ser utilizada con los mismos fines, en el completo anonimato.
El incidente de Castro con el agente de tránsito en el sur de Tamaulipas habría ocurrido en uno de sus viajes desde el campamento hacia otro punto de la entidad.
El campamento revolucionario de Abasolo estuvo integrado en algún punto, antes de noviembre de 1955 por más de 40 hombres. A cargo estaba Faustino Pérez, un cubano que se había ganado toda la confianza de quien por aquél entonces ya era líder indiscutido de la expedición.
Aunque se sabe que Fidel no permaneció en el rancho María de los Ángeles todo el tiempo que duró el entrenamiento, sí hay certeza de que visitó el lugar en más de una ocasión y que para hacerlo, realizaba escalas frecuentes en Tampico y Victoria.
En la capital, Fiudel y su grupo habrían sido huéspedes de los Hoteles Sierra Gorda, Los Monteros, San Antonio y “El Peñón”.
Estos fueron los hoteles que utilizaron los rebeldes cuando dejaron el campamento de Abasolo para iniciar su camino hacia Tuxpan, desde donde partieron hacia Cuba a bordo del mítico “Granma”. Fidel ya había mostrado a Faustino la ruta que debían seguir y los sitios donde debían pernoctar. Otro grupo de revolucionarios pasó la noche en Tampico, en el hotel Inglaterra.
El que sí estuvo un largo periodo en Abasolo fue otro mítico líder revolucionario: Camilo Cienfuegos, quien de acuerdo al investigador Heberto Norman Acosta en su libro “La palabra empeñada”, dedicaba su tiempo libre a organizar partidos de beisbol entre los combatientes.
La pesca y la cacería (sin mucho éxito) fueron otras actividades que practicaron en Abasolo. Cuenta el mismo autor que ante la falta de pericia para capturar peces, en una de sus visitas al campamento, a Fidel Castro se le ocurrió dinamitar un recodo del río Soto la Marina.
“Luego de amarrar los cartuchos a una piedra y prender la mecha, los lanzan a la profundidad del río donde se ven unos peces grandes. Cuando aquella carga explotó, se produjo un surtidor de agua tan grande que conmovió todos los alrededores y comenzaron a flotar infinidad de peces, algunos incluso que los propios pobladores del lugar no conocían”, narra.
La partida de los revolucionarios de Abasolo hacia Tuxpan se precipitó cuando dos de ellos desertaron del campamento. Ante el temor de ser delatados, Fidel ordenó la movilización; algunos se trasladaron a Victoria y otros llegaron hasta Tampico. La revolución estaba en puerta.
Por la frontera
En Abasolo, los rebeldes entrenaban con palos y piedras; eran contadas las armas de fuego que tenían en su poder.
Eso explicaría la presencia de Castro en la frontera tamaulipeca, en un episodio que también está plagado de sombras.
Lo que sí se sabe con certeza es que Fidel hizo contacto con el ex presidente cubano Carlos Prío Socarras, a quien Fulgencio Batista había derrocado en un golpe de estado. Prío quería apoyar económicamente la lucha revolucionaria.
La periodista Katiuska Blanco narra algunos detalles en su libro “Guerrillero del tiempo”:
“Fidel concertó la cita con Prío. Sería en un hotel de McAllen, Texas. Castro no tenía visa estadunidense y de pedirla se la hubieran negado debido a “las declaraciones del Che y su defensa encendida del marxismo-leninismo en la prisión de la Policía Federal”. Pero su amigo mexicano Alfonso Gutiérrez, quien era explorador petrolero, conocía la frontera y tenía allí amistades y contactos”.
Para llegar a McAllen Fidel arribó a Reynosa y cruzó el Río Bravo a nado, como un inmigrante más.
“Entonces llegué, me monté en un caballo hasta un punto y luego seguí en un vehículo hasta el motel Royal Palm, en McAllen, donde Prío me esperaba.
Conversamos largamente. Allí estuve unas horas, creo que hasta almorcé con él”, contó él mismo a la periodista.
El mismo día regresó a México caminando por la garita, con el dinero asegurado para hacer su revolución.
El otro episodio fronterizo de Fidel es más difícil de comprobar porque existe muy poca información al respecto.
De acuerdo a los testimonios de algunos pobladores de Mier, incluido el historiador Antonio Guerra, el comandante llegó hasta ese punto de Tamaulipas para recibir armamento de contrabando. Sabía bien que la región tenía fama por esa actividad.
La operación, según el relato de Guerra, fue asignado a dos famosos contrabandistas: Juan “El Chapiado” González, de Mier, y Guerra “El Chago” de Santiago, de Agualeguas, Nuevo León. Luego de atravesar el río, el armamento había sido desembarcado en el rancho “Los Guajes”, y desde ahí habría sido llevado directamente hasta Tuxpan donde ya se encontraba el Granma.
Fidel en el sur
El 20 de noviembre de 1956, Tampico apenas se recuperaba del desastre que un año antes había causado el ciclón Hilda. Las calles del centro estuvieron repletas de gente durante todo el día por el desfile conmemorativo. Ese día Fidel Castro estuvo por ahí.
“Hay datos firmes de que estuvo, por lo menos una vez, poco antes de que saliera junto con otros expedicionarios rumbo a Cuba”, afirma Raúl Sinencio.
Según el historiador, quien se ha especializado en investigar movimientos sociales, Castro habría acudido a Abasolo para comunicarle a Faustino Pérez, el líder de ese campamento, que la salida hacia Cuba era inminente, por lo que le pidió que lo acompañara hasta Tuxpan, Veracruz, para darle a conocer el sitio exacto de donde saldría el Granma y mostrarle la ruta que debía seguir.
Luego de dormir en Ciudad Victoria el 19 de noviembre, habrían llegado a Tampico un día después. Ahí, Castro le habría mostrado a Pérez en qué hoteles deberían descansar los rebeldes en su camino a Tuxpan. Esa estancia de Fidel en Tampico es la única que se ha documentado por la historia.
Sin embargo, aunque nadie pueda comprobarlo, entre la gente de la ciudad existe la certeza de que Fidel pasó muchas veces por aquí. En todo caso, opina Sinencio, no resulta ilógico pensar que antes de la visita del 20 de noviembre Castro ya hubiera conocido Tampico, pues sabía dónde debían hospedarse los rebeldes.
De cualquier manera, el imaginario colectivo no necesitó de mucho rigor documental para situarlo, por ejemplo, tomándose una cerveza en el famoso y ya desaparecido Bar Palacio, donde Humphrey Bogart filmara años atrás El tesoro de la Sierra Madre.
No muy lejos de ahí, en el otro extremo de la Plaza de la Libertad, se encontraba el restaurante La Troya, donde hasta hace poco acudían muchos visitantes que subían hasta su terraza para sentarse donde “probablemente se hubiera tomado una cerveza el presidente cubano”.
De entre todas las historias hay una que parece digna de una novela: en algún momento previo a la revolución, Fidel Castro habría recibido la visita del ex presidente Lázaro Cárdenas. Ese encuentro —según esta historia— sucedió en alguna habitación del Hotel Inglaterra, en el centro de la ciudad. Un apagón que
se registró en Tampico habría servido para que los dos personajes entraran y salieran del hotel sin ser reconocidos.
Hay otro relato a la que el cronista de la ciudad, Marco Antonio Flores, le otorga mayor verosimilitud: en la década de los cincuenta, Tampico ya contaba con una infraestructura importante para la reparación de barcos, por lo que Castro habría venido para buscar alguna pieza del famoso Granma.
“Algún día conoceremos algunas memorias y veremos como ciertos muchos de los hechos de la Revolución Cubana que pasaron aquí”, concluye el cronista.
Mientras tanto, los historiadores locales no parecen demasiado empeñados en desmentir o confirmar las visitas de Fidel Castro. Tampoco falta, pues de cualquier forma, Fidel está presente en la memoria colectiva de muchos rincones de Tamaulipas.
La conspiración
En una entrevista, Fidel Castro argumentó su utilización del territorio soberano de México para organizar una expedición armada hacia Cuba, diciendo que era un país muy grande lo que permitía, mantener en secreto la organización y entrenamiento de un grupo armado irregular; que serian los expedicionarios que darían inicio a la Revolución cubana.
Hay muchas leyendas en esto del paso de futuro dictador cubano por el territorio del estado mexicano de Tamaulipas. Residiendo allí en Ciudad Victoria y más tarde en Reynosa pude escuchar más de una historia sobre este asunto. Sin duda que Fidel Castro estuvo en Tamaulipas y varias son las razones que lo llevaron allí.
Fidel Castro junto a otros camaradas viajó desde Ciudad de México hasta la ciudad fronteriza de Reynosa al norte de Tamaulipas, para pasar a McAllen, Texas donde se reunió con el ex presidente Prio Socarras. Su intención más que buscar una alianza con el ex presidente y su partido era conseguir apoyo económico para su organización, lo logró obteniendo unos 50 mil dólares que le vinieron muy bien. Su paso al territorio de los EEUU es leyenda. Se asegura que cruzó a nado el Rio Grande en tanto que sus acompañantes, del Pino y Faustino Pérez, lo hacían por el puente, caminando. Otra versión lo sitúa pasando de incognito junto a un grupo de braceros mexicanos que iban a trabajar al otro lado.
En un día de almuerzo y canícula en Ciudad Reynosa, donde trabajaba, le oí decir a unos comensales que ellos eran familia de un lugareño, dueño por aquellos años de una Gasolinera, y que este dio trabajo a Fidel Castro en los días que este estuvo en Reynosa; él no sabía nada del personaje y le dio trabajo para ayudarle porque no tenía medios para subsistir. Según estas personas, Fidel, se desempeño por varios días como despachador de una gasolinera en Reynosa, Tamaulipas.
Posiblemente antes del cruce a nado del Rio que divide México de los Estados Unidos, algo que harían décadas después miles de cubanos huyendo de su dictadura y ayudados por la ley de ajuste cubano, Fidel Castro andaba por la zona de Tampico. Al menos en aquella ciudad lo sitúan algunos dedicándose a establecer un campamento de entrenamiento en la zona. Cuentan que en la carretera de Tampico a Mante fue detenido por un “oficial motociclista” de nombre Armando Ayesh, quien comprueba que el auto donde viajaba Fidel llevaba armas. Pero el oficial no lo denuncia y hace suya la lucha del revolucionario cubano convirtiéndose en un reclutador para la causa en una oficina por San Luis Potosí. Este oficial Ayesh o alguien cerca de él, en su momento, desarrollaron una imaginería revolucionaria sin lugar a dudas.
Dos cosas se necesita para lograr un entrenamiento militar: el lugar y las armas. No hay dudas de que Fidel andaba por el sur de Tamaulipas. Después de los problemas en Las Rosas en las cercanías de Ciudad de México el otro campamento se estableció en el Rancho María de los Ángeles en Abasolo, Tamaulipas. En ese lugar entrenaron más de 40 efectivos, se asegura que los rebeldes cubanos en las noches solían cantar canciones mexicanas. ¿Y las armas?
Se necesitaban armas para entrenar y para armar a los expedicionarios. Esto lleva nuevamente a Fidel a Ciudad Mier, por aquel tiempo terreno dedicado al contrabando a través de la frontera. En toda una operación de contrabando de armas con datos muy precisos esto es lo que se asegura que ocurrió:
Fidel Castro sabía que mercancías podían cruzar ilegalmente por el Rio Grande en Mier. Castro necesita armas y fue a Mier para obtenerlas. El historiador de Ciudad Mier, Antonio Guerra, dice que sólo los contrabandistas mejores recibieron la asignación.
“La operación fue asignada a Juan “El Chapiado” González, de Mier y Guerra “El Chago” de Santiago, de Agualeguas (Nuevo León). Estos hombres adquirieron las armas en los Estados Unidos, y luego las pasan por Rio Grande. Cuando desembarcaron las armas fueron descargadas, en el Rancho de Los Guajes, propiedad de Jesús “El gavilán” Ramírez.
Familiares y conocidos de estos hombres refieren que después de ocultar las armas, el grupo fue dirigido a viajar a la cantina de la Loma de la barra de peligro, muchos kilómetros abajo de la carretera que conduce de Mier a Ciudad Guerrero. Allí se reunieron con el comprador de la mercancía. En la barra se convino en que las armas continuarían hacia el sur, dejando Mier hasta a Aldama y desde allí a Veracruz, donde serian cargadas en un barco llamado Granma.”
Hay otra versión que considera que las armas, tanto para el entrenamiento como para la expedición, fueron compradas en la Ciudad de México o provistas mediante gestiones del ex Presidente Lázaro Cárdenas, transportadas en pipas de PEMEX.
Como sea que las armas se consiguieron, allí estaban; primero en los campamentos de entrenamiento en Las Rosas, Jalapa, Abasolo y Boca del Rio y finalmente en el yate Granma.
Volviendo a Tampico. La narración del paso de Fidel por esta ciudad parece que tiene que enriquecerse. Muchos aseguran que Fidel junto a Faustino llegaron desde Ciudad Victoria a Tampico para determinar los lugares donde los rebeldes se hospedarían camino de Tuxpan, Veracruz. Pero no, esto no es suficiente; entonces lo sitúan en el famoso y ya desparecido Bar Palacio, donde Humphrey Bogart filmara años atrás “El tesoro de la Sierra Madre”, o en el otro extremo de la Plaza de la Libertad donde se encuentra el restaurante “La Troya”, tomándose una cerveza junto al Che. Sin conocerse la fecha, es en esta ciudad que se considera que hubo un encuentro entre Fidel Castro y Lázaro Cárdenas, esto en una habitación del Hotel Inglaterra en el centro de la ciudad.
Lo cierto es que el campamento principal se estableció en Abasolo, y que allí estuvo Fidel, si bien el campamento estaba bajo la dirección de Faustino Pérez. Allí terminó el entrenamiento no solo porque se agotaron las balas, sino por la deserción de dos rebeldes. Fidel Castro tenía su jefatura en el Hotel Mi Ranchito cerca de Abasolo, aunque no se encontraba en ese lugar cuando la deserción, dio la orden de que dejaran el campamento y se dirigieran a Ciudad Victoria. La tranquila capital del Estado en un momento contó con cerca de medio centenar de implicados que ocuparon habitaciones en los principales hoteles de la ciudad.
Tamaulipas, como Ciudad de México, fue el punto donde confluyeron en aquellos años de 1955 y 1956 los conspiradores contra la dictadura de Batista que se preparaban para una expedición armada hacia Cuba.
Eloy A González.
(Tomado de BuenavistaVCuba Weblog)