El gobernador Francisco Javier García Cabeza de Vaca les cayó de sorpresa a los burócratas de la Oficina Fiscal de Reynosa para ver si estaban en la chamba y cómo la desempeñaban, pero además anunció que este tipo de ejercicios se van a repetir y en eso está el detalle.
Así es mis queridos boes, buena la medida de Cabeza de Vaca, caerles a los funcionarios sin previo aviso, porque ya me imagino a los mandos medios o a los jefes que no se encuentre en las oficinas cuando se presente, no debería irles muy bien.
El asunto es que hay empleados que van y checan, cambian un saco de su silla o se echan una taza de café en la oficina y se desaparecen para almorzar dos o tres horas en los restaurantes y sólo vuelven para despedirse.
En Victoria eso es una costumbre del viejo régimen, costumbre que no se fue cuando el PAN echó al PRI del poder, porque buena parte de la nómina, la mayoría por cierto, sigue siendo la misma y los vicios no han sido superados.
No le alcanzaría a Cabeza de Vaca toda la mañana para recorrer los ‘almorzaderos’ de la capital que de 9 a 12 están llenos de burócratas que orgullosamente ahora portan las camisas blancas con el logo oficial del gobierno del cambio.
Don Elías en sus tres direcciones, El Ébano y demás establecimientos se han convertido incluso en fuente para los reporteros por las mañanas, porque ya saben que ahí y no en sus oficinas pueden encontrar hartas entrevistas.
¿Entonces qué hay que hacer?, pues meter en cintura primero a los jefes, a los propios secretarios y mandos medios para poner el ejemplo y luego exigir al resto de los burócratas para que desquiten el sueldo que les pagamos.
El ejemplo de Cabeza de Vaca tendría que ser tomado por la Contraloría estatal, sería esta dependencia la que debería ya andar a la caza de prófugos de las oficinas a los que puntualmente se les paga tiempo completo.
Podrían comenzar por checar aleatoriamente los circuitos cerrados de televisión de las dependencias para darse cuenta de que hay oficinas que la mayor parte del tiempo se la pasan solitarias, mientras sus empleados festejan cumpleaños, juegan póker, organizan el ‘Picnic Godínez’ en lugar de atender los asuntos oficiales.
Insisto, no podría estar el gobernador recorriendo restaurantes u oficinas todo el tiempo, pero sí lo tendría que hacer el personal de la Contraloría.
Por cierto la visita sorpresa de Cabeza de Vaca a la Fiscal de Reynosa se dio porque ayer en esa ciudad se desarrolló la reunión del Grupo de Coordinación Interinstitucional de Seguridad, en la que éste reiteró el compromiso de su gobierno para combatir los delitos, pero recordó y creo yo con dedicatoria, que para ello se necesita comunicación y colaboración entre los órdenes de gobierno.
“Damos nuestro respaldo total pero requerimos reciprocidad dado que Reynosa es la ciudad en que más acciones se consideran en materia de seguridad pero será imposible obtener resultados si no hay colaboración y comunicación”.
No es fortuito que lo diga en Reynosa, más bien creo que fue a decirlo ahí, tras las evidentes diferencias entre su administración y la de la alcaldesa
Maki Ortiz dado que la doctora como dicen sus propios empleados no se deja ayudar.
Hasta donde nos la sabemos a Maki le han tendido la mano una y otra vez, ya hasta se ha reunido largo y tendido con César Verástegui, el titular de la Secretaría General para de una vez por todas dirimir diferencias, lo que no se ha logrado del todo.
Dicen que hay avances en esa relación, esperemos que dé frutos, porque al final quien pierde es el ciudadano de Reynosa.
La renuncia de Figón…
El Secretario Ejecutivo del Sistema Estatal de Seguridad Pública, Luis Carranza Figón ya no está en Tamaulipas, se fue, renunció y sobre este hecho hay una lluvia de rumores y versiones equivocadas.
Su salida causó sorpresa por lo inesperada, pero hay razones de mucho peso para que el ahora ex funcionario haya preferido irse de Tamaulipas.
No hubo una amenaza de los grupos fácticos en su contra, no se peleó con nadie, tampoco le dio miedo vivir en Victoria o se le hizo poquito el sueldo.
El tema es meramente de salud, porque resulta que en el viaje a la Ciudad de México, Carranza Figón aprovechó para atenderse algunas dolencias físicas y ahí fue cuando su médico le prohibió volver.
Se trató de una decisión de su doctor, dado que corría el riesgo de un mal cardiaco, por lo que la indicación del galeno fue: no trabajo tenso, no sobresaltos, descansos prolongados y demás que evidentemente no eran compatibles con lo que el ex funcionario tenía que hacer en su encargo; el simple hecho de vivir en Victoria era suficiente (eso lo digo yo), total que se quedó en la CD.MX. desde el jueves y acá tendrán que buscar un relevo.
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