En los hechos, sin mencionarse, la estrategia del relanzamiento de los programas sociales en el actual Gobierno del Estado, arrancó ayer.
Este martes 14, en la reunión con los alcaldes de los 43 ayuntamientos, el gobernador Francisco García de Cabeza prácticamente puso sobre la mesa las cartas del juego en ese terreno, al establecer el compromiso, tras invitarlos a sumarse al plan de austeridad que rige en la administración estatal, de aportar dos pesos por cada uno que las jefaturas de comunas destine a obras y acciones de beneficio popular.
En ese ofrecimiento, parece confirmarse lo que se adelantó en este espacio. El origen ciertamente está en el ahorro, pero no para que el dinero duerma el sueño de los justos en cuentas bancarias.
El Estado tiene como objetivo, es evidente, redireccionar el gasto público que absorbían los sueldos y gastos de los altos funcionarios, así como de otros rubros no indispensables, para canalizarlo a todo lo que pueda significar ayuda a las clases económicamente débiles. Desde el ángulo que quiera verse, la medida es no sólo positiva, sino oportuna en estos momentos de crisis financiera e insuficiencia presupuestaria.
¿Cómo se llamará el programa social de este gobierno?
Es lo de menos, Lo de más son sus efectos, pero para jugar un poco en el tiempo, me permitiré recordar los nombres de bautizo de esas modalidades de apoyo social, aplicadas por administraciones anteriores, algunas bien aplicadas y otras con balances que en algunos casos fueron para llorar.
El primero en establecer un programa específico, destinado a formar una alianza con los ayuntamientos e inclusive con organizaciones populares, para invertir en obras y auxilio social, fue Enrique Cárdenas González, con el programa “Peso a Peso”. Cabeza de Vaca es más generoso: aportará dos en lugar de uno que ofrecía Enrique.
Emilio Martínez Manautou formó “Esfuerzo Compartido”, conocido como ECO por sus siglas, mientras su sucesor, Américo Villarreal Guerra, lo denominó “Voluntad y Trabajo”.
En su turno, Manuel Cavazos Lerma lo llamó “Mano con Mano” y el hoy en desgracia Tomás Yarrington Ruvalcaba, creó el “Vamos Tamaulipas”; mientras Eugenio Hernández Flores puso en marcha “Unidos Avanzamos”.
El último caso que dejó muchas más penas que glorias, fue el de Egidio Torre Cantú, con “Todos por Tamaulipas”, que lamentablemente terminó como lo redefinió la voz popular en “Tamaulipas para pocos”.
Bienvenida sea la nueva era de apoyos sociales, que ha hecho de las respectivas Secretarías de Desarrollo Social un eterno trampolín para los aspirantes a la sucesión sexenal. Que sea para bien.
Reflectores ajenos
En contraste con las positivas expectativas que se vislumbran en el Poder Ejecutivo, las adhesiones del Poder Legislativo y Poder Judicial se perciben más que efectivas, acomodaticias y como un intento de recibir también la luz de reflectores ajenos.
Preferiría, como ciudadano común, que ambos poderes siguieran con sus mismos gastos, pero con mejores resultados en sus tareas respectivas. Que los
diputados asuman su papel hasta ahora teórico, de crear y actualizar las leyes y de ser reales representantes de los ciudadanos y de sus familias.
Que magistrados y jueces agilizaran la impartición de justicia y no permitieran que los expedientes se conviertan en clones de la Bella Durmiente.
Le harían mucho más bien a Tamaulipas…
La frase de hoy
“El secreto del cambio es enfocar toda tu energía no en luchar contra lo viejo, sino en construir lo nuevo…”
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