CIUDAD VICTORIA, Tamaulipas.- Son las 4:00 de la mañana, las calles de Victoria están vacías. Ramiro Limón se sube a su camioneta y emprende el viaje de regreso a casa.
El olor a tinta impregnado en el olfato, ya ni lo distingue pues son casi cuatro décadas de su vida elaborando periódicos. La misión está cumplida, hay que descansar un rato.
Dos horas más tarde, en casa de Rosa Isela Yépez Martínez suena la alarma, es hora de iniciar la jornada.
Prepara el desayuno, deja a su hija en la escuela y después, toma el micro anaranjado para llegar a su trabajo, es el mismo sitio donde Ramiro acababa de concluir su jornada unas cuantas horas antes.
Ambos trabajan en el EXPRESO.
Su labor está lejos de los reflectores, pero es tan trascendental como cualquier otra, desde el que elabora una nota, toma una fotografía o el que administra los recursos: si uno de ellos falla, esto no funciona. EXPRESO es una maquinaria perfectamente alineada que hoy cumple 22 años funcionando.
“Tenía mis dudas, no te voy a decir que no, pero parecía que era un proyecto serio, por eso acepté la invitación”, dice Ramiro Limón al reportero mientras revisa las páginas que están a punto de convertirse en láminas, para después pasar a la rotativa y por último, imprimirse en el papel que dará vida al periódico más leído por los victorenses.
“Yo aquí llegué en diciembre del 94, antes de que fuera diario y el 27 de febrero fue cuando empezamos, le dimos vida al EXPRESO”, dice orgulloso Ramiro mientras se coloca sus lentes de aumento.
Con 20 años de experiencia a cuestas, el ahora jefe de producción del periódico líder en Tamaulipas, emprendió la aventura de iniciar en un proyecto totalmente nuevo.
“Es que yo empecé allá por el 75 en El Mercurio, a mi me impresionó cuando llegaron aquellas grandes cámaras a lo que hoy son las instalaciones de ese periódico, uno chamaco pues se le hace fácil, me metí a preguntar qué era y desde entonces dije, ‘yo voy a trabajar haciendo esto’”, confiesa.
Recuerda que en sus inicios, una persona le recomendó, “pero tu debes ir aprendiendo más cosas, porque esto va a cambiar, va a ser más moderno, será automático”, a lo que él respondió con otro cuestionamiento, “¿Y a poco por ser automático no necesitará ser manipulado por el hombre?”.
Hizo reflexionar a quien le había hecho el planteamiento inicial, “no, pues sí, alguien tendrá que operarlo”, le dijeron… “ah, bueno, ese voy a ser yo”.
Desde entonces, su amor por elaborar periódicos es indescriptible.
“Es que cuando a uno le gusta lo que hace no ve cansancio, no sabe de horas, lo haces y ya, yo estoy enamorado de lo que hago”.
Bajo ese común denominador, se unió a los enamorados del periodismo que a mediados de los noventas, emprendieron la aventura de fundar un periódico, en una de las ciudades que más periódicos tiene en el país.
“Si en aquel entonces me hubieras dicho que seríamos lo que somos actualmente, no te lo hubiera creído… claro, yo tenía fe en que creciéramos, pero no tanto así”, expresa.
La evolución y crecimiento que ha tenido EXPRESO ha sorprendido a propios y extraños. “Es que uno no sabe, son periódicos y tengo mucho tiempo trabajando en esto y uno ve como de repente cierran, por diversas cuestiones, económicas y hasta políticas”, asegura José Guadalupe Sierra, “Lupillo”, quien es auxiliar de prensista, quien desde 1995 labora en los talleres de EXPRESO, en la producción del periódico que deberá estar a primera hora en las calles de Victoria.
“Es un orgullo ver el periódico circular, para mí es un orgullo porque siempre he trabajado aquí y es el periódico número uno, que bueno que se ha mantenido así, yo que estoy aquí, me doy cuenta lo que producimos y es una gran satisfacción darme cuenta que siempre vamos repuntando ventas, produciendo más… no sé como explicarte el orgullo que se siente ser parte de esto”, asegura “Lupillo”.
Pero remarca, “el camino al éxito es que siempre han habido buenos trabajadores en todas las áreas, gente responsable, creo que los patrones saben escoger bien y la gente que le gusta su trabajo y lo hace bien”.
Juan Escamilla llegó al EXPRESO en 1996 y desde hace 14 años es prensista en jefe, coincide que la labor que se realiza en el periódico, en cada una de sus áreas tiene que ser del más alto nivel, “es bien delicado estar aquí porque recibimos el trabajo final, de nosotros depende que todo el esfuerzo que se hizo durante todo un día haya valido la pena, si nosotros nos equivocamos el trabajo de todos los compañeros no luce, por eso lo debemos de hacer lo mejor posible”.
Y aunque a José Alfredo Aguilar Martínez, voceador desde 1995, no le parezca que el costo del periódico haya aumentado, afirma que mantiene su clientela fiel; “yo aquí llego a primera hora, recorro el Fovissste, el CREE, el Hospital Civil, tengo mis lugares a donde siempre voy”.
A lo largo de 8 mil 30 días, casi 200 mil horas continuas de trabajo, han sido muchos los momentos que los trabajadores de EXPRESO han vivido, unos muy buenos y otros un tanto difíciles y hasta chuscos.
“Yo llegué hace quince años aquí, siempre he sido la cajera del periódico, me gusta mucho hacerlo porque estoy en contacto con la gente, me gusta mucho atenderlos y sé del compromiso que tengo porque el trato siempre tiene que ser amable, doy la cara por el EXPRESO”, dice la señora Rosa Isela Yépez, quien asegura ser apasionada por su trabajo, llevar un orden en las cuentas, corresponder a la confianza de manejar recursos, pero sobre todo, atender de la mejor manera a las personas que llegan a solicitar un servicio.
Entre risas, confiesa que nunca va a olvidar aquella segunda quincena del mes de octubre del año 2001 cuando tenía unos cuantos días de haber llegado.
“Ese era día de pago, por alguna situación hubo un retraso en contabilidad y pues yo estaba en las oficinas administrativas del 16, donde antes estábamos, ya eran las ocho de la noche y las compañeras todavía seguían trabajando para elaborar la nómina, pues se pagaba en sobre”, no se aguanta la risa y remata, “los compañeros se desesperaron y cerraron las puertas por fuera, que no nos iban a dejar salir hasta que pagaran, ¡imagínate!, yo era nueva, me espanté porque no sabía a que hora iba a llegar a mi casa”, relata mientras sigue sonriendo.
Pero han existido momentos más duros, uno que no olvida Juan Escamilla es cuando se vino un ciclón y no pudieron terminar de tirar el periódico, “fue hace como doce o trece años, unos 20 minutos antes que hubiéramos empezado a trabajar, la alcanzamos a librar, estaba lloviendo pero con ganas, se fue la luz y ya no pudimos salir”, dice aún con impotencia, pues ha sido el único día que EXPRESO no ha estado en las calles.
Pero el verdadero valor de EXPRESO es su gente, apasionados por lo que hacen, profesionales de su área. Comprometidos y responsables desde que sale el sol, hasta que se pone, o mejor dicho, hasta que vuelve a salir, una jornada que no tiene principio ni fin.
Son las 4:00 de la mañana, las calles de Victoria están vacías. Ramiro Limón se sube a su camioneta y emprende el viaje de regreso a casa… EXPRESO está listo para volver a circular.
Un lunes triste
Ninguno de los momentos difíciles se compara con la noche del 19 de marzo del 2012.
“Uno quiere las cosas por lo que representan, yo me sentía soñado el día que llegamos a este edificio nuevo, tengo en esta empresa desde que empezó y el llegar y ver todo moderno, instalaciones nuevas, es como cuando le entregan a uno su casa y dije, a mí sólo me sacan de aquí con los pies por delante”, afirma con tristeza Ramiro Limón.
Esa noche de lunes, Ramiro, como todas las noches llegó antes de lo que marca su horario; igual como acostumbra saludó de mano a cada uno de los que se encuentra a su paso. Ocupó su lugar de trabajo y el estruendo más fuerte que ha escuchado en su vida, lo estremeció.
Era un coche bomba que explotó en el acceso a talleres.
“Es un coraje, una impotencia muy grande, nos quisieron hacer daño a nosotros”.
Pero ni un ataque terrorista, ni ciclones, ni huracanes, ni transiciones políticas, mucho menos la llegada de las redes sociales han podido mermar en el liderazgo de EXPRESO y su presencia en las calles y hogares de Victoria; el sello distintivo de ser un medio de comunicación hecho por victorenses para los victorenses, en el lenguaje franco y coloquial que le permite ser leído por el Gobernador, el ama de casa, el albañil y el arquitecto, el creyente y el ateo.
Editorial
Parece que fue ayer, pero ya han pasado 8 mil 030 días desde que el primer ejemplar del Expreso salió a las calles de Victoria a dar cuenta de las noticias del día. Era el invierno del 95 y México -metido en una de sus peores crisis económicas y políticas-, todavía vivía bajo esquemas de gobiernos duros, rígidos y autoritarios. El PRI ostentaba todo el poder, pero estaba en el ocaso, con sus días contados.
En Tamaulipas, cabalgaba por colonias y rancherías el cavacismo con su nuevo amanecer y los sueños de un canal intracostero que fue objetado y rechazado por grupos ambientalistas. La capital, gobernada por el PAN y el gustavismo, protagonizaba reyertas políticas con el régimen estatal que sentaron las bases del atraso que aún padecemos los capitalinos.
En ese entorno preñado de muchos presagios, llegó el Expreso Victoria. Un modesto vespertino tabloide, de apenas 16 páginas a dos tintas, con un grupo de trabajo de jóvenes comprometidos con el nuevo periodismo utilitario y de servicios, que rápido se granjeó la preferencia de los victorenses al encontrar en cada una de sus páginas, notas, reportajes, crónicas, entrevistas, contadas de una manera diferente, pero siempre objetiva.
Expreso desde entonces hasta ahora, se convirtió en un periódico impredecible, que cada día sorprende a sus lectores con algo nuevo. La credibilidad es el valor más alto al que aspira un medio de comunicación y aquí se ha trabajado todos los días y todas las horas para conseguirla. Por eso, desde que vimos la primer luz pública como diario, estamos y nos mantenemos en la preferencia número uno de nuestros lectores.
El camino de Expreso, en estos 22 años no ha sido fácil. Alcanzar la cima es complejo, pero mantenerse lo es más. Esto nos obliga a trabajar y dar el extra todos los días. Aquí no hay descanso ni tiempo para echarse a la hamaca, sobre todo ahora que los retos, las competencias y las nuevas tecnologías nos reclaman reinventarnos. Así como aquel 27 de febrero de 1995, decidimos entrar al mundo del periodismo diario con nuevos estilos, nuevos diseños y modernas tipografías que nos permitieron marcar pautas y modas en el periodismo, hoy vamos de la mano abriendo caminos en el escenario digital.
En este terreno nos mantenemos a la vanguardia. Los nuevos tiempos reclaman y exigen estar a tono con la tecnología y ahí vamos:
El uso responsable y profesional de las redes sociales nos han permitido hacer también un periodismo en el ciberespacio competitivo y comprometido con la verdad.
Hacer periodismo en nuestros días, es una tarea difícil y peligrosa. En esta larga ruta por la que hemos transitado, nos ha tocado vivir y padecer momentos críticos, situación que no ha sido privativa de Expreso, pero aún así, con todos los obstáculos que hemos tenido, jamás hemos faltado a la verdad y al compromiso con la tarea de mantener informada a la sociedad. Y cuando no ha sido así, es porque la prudencia nos ha dicho que la vida y la seguridad del grupo de periodistas que hacen su trabajo aquí todos los días, están por encima de todo. La violencia padecida en Tamaulipas en los últimos diez años ha generado en los medios adoptar protocolos de protección para todos los periodistas, aquí lo hemos hecho con responsabilidad, pero manteniendo siempre una ventana abierta a la información.
Así como hemos sido testigos de la noticia en todo este tiempo, la cual ha quedado registrada en nuestras páginas, hoy damos cuenta de la nueva historia que se escribe en Tamaulipas con la alternancia política y los nuevos actores del poder en el ejercicio del servicio publico. En este marco de aniversario ratificamos el compromiso de ejercer un periodismo plural y transparente y reclamamos, como lo hemos hecho siempre, el respeto al ejercicio de la libertad de expresión a la que tenemos derecho.
Con esta historia de 22 años, en Expreso refrendamos nuestra gratitud hacia los lectores, que son hoy nuestra fortaleza más grande. A nuestros anunciantes que aún en medio de esta ya larga crisis, siguen confiando en esta casa editora para publicitar sus negocios y sus servicios. A nuestros voceadores que son el contacto más cercano con los lectores, gracias por el esfuerzo diario y a cada uno de los trabajadores de Expreso, los que estuvieron y los que están ahora, que todas las horas del día, con un compromiso admirable, dejan su vida en la trinchera para mantener la calidad informativa de este rotativo.
Gracias por estar con nosotros un año más.