CIUDAD VICTORIA, Tamaulipas.- Con tan sólo nueve años de edad, los cuates Yoshio y Jesua ya son unos campeones de la vida; han enfrentado la discapacidad, el rechazo e incluso la falta de cultura de algunos ciudadanos y autoridades, pero lejos de darse por vencidos, se han vuelto más fuertes, se han convertido en Corceles de plata.
Los cuates nacieron de forma prematura a las 28 semanas de gestación, lo que repercutió en su salud: ambos tienen discapacidad motriz, y Jesua además presenta discapacidad intelectual.
Su papá David López trabaja como empleado en una farmacia, su mamá Verónica Peña es su cuidadora, y su hermano mayor, David, se prepara para ser comunicólogo y difundir el mensaje de inclusión.
«Cuando nos dijeron que estaba mi esposa embarazada de dos niños, pues sí nos sorprendió porque de parte de mi familia no había cuates, por parte de ella sí, pero al nacer fueron prematuros, y no nos dimos cuenta hasta después de un año que teníamos ese problema. Jesua nació dos minutos antes que Yoshio», comenta su padre, David.
«Jesua presenta discapacidad intelectual, un problema de aprendizaje, él va desfasado, tiene un retraso en el desarrollo, aunque tiene nueve años, pudiera tener seis años en edad mental».
Yoshio y Jesua son hermanos, amigos, estudiantes y bailarines en los «Corceles de plata», un grupo integrado por personas con diferentes lesiones motoras, que con orgullo y alegría presentan coreografías de bailes típicos de Tamaulipas.
Jesua acude a un centro de atención múltiple para recibir educación, mientras que Yoshio se ha destacado con los primeros lugares de aprovechamiento en la primaria «Josefa Ortiz de Domínguez», incluso tenía beca, pero le fue retirada este ciclo escolar sin explicación.
Pero el retiro del apoyo de la beca de aprovechamiento académico, no es el único obstáculo que los niños enfrentan, cada día hay retos para ellos y sus papás.
«Cuando traslado a Yoshio a la escuela, cerca de la casa, al cruzar alguna calle a veces duramos casi 20 minutos esperando que los carros estén pasando, no hay chance a que te detengas. En otras ocasiones sí, pero yo creo ese trato, falta de conciencia en muchas personas, no lo tienen», expone su mamá, Verónica.
«No hay muchas rampas, y a veces las pocas que hay los carros las obstruyen, incluso en la escuela nos pasó que un papá nos obstruyó la rampa».