Todos los pueblos del mundo tienen una historia o una leyenda que contar, algunas son tan macabras que con sólo escucharlas no sólo se nos enchina el cuero, sino que también durante varios días las traemos en el pensamiento y otras en cambio hasta las llevamos a la cama cuando se llega la hora del descanso nocturno.
Pues bien el siguiente relato lo escuchamos en nuestra niñez dentro de la tienda que mi padre tenía en la esquina Morelos con Canales, contra
esquina de la presidencia municipal de Llera, hasta donde llegó cierta persona toda espantada y descolorida por lo que le había sucedido minutos antes y los dos o tres que se encontraban ahí tomándose una cervecita pidieron les contara la historia.
Para animarlo le invitaron una copa que bebió de un sólo trago y después de unos segundos principió a contar su historia, no sin antes decirles que el amigo este era un gran mujeriego que no perdía tiempo y mujer que miraba, mujer que enamoraba.
Algunas veces le iba bien y en otras no, el caso es que desde ese día perdió la costumbre y se convirtió en un buen cristiano.
Resulta que el hombre aquel principió a contar.
No me lo van a creer pero me acaba de pasar algo increíble.
Pues platícanos que pasó o vistes….
“Me encontraba aquí en el callejón de al lado cuando vi que venía una hermosa mujer vestida de blanco, y caray que la sigo. Ella discretamente volteó a verme y medio me sonrió por lo que me dije, ya la hice”.
Cuando me le acerqué la agarré de la mano, la paré para darle un beso. Ella no dijo nada.
Pero cuando la iba a besar, su hermoso rostro se transformó en una calavera, por lo que todo espantado corrí y me alejé de ella hasta meterme a la tienda.
En aquel año del que les platico no había luz eléctrica y la gente procuraba meterse temprano a casa.
De aquella mujer ya nada se volvió a saber hasta que hace cinco o seis años mi esposa me dijo un día que seguido veía salir de mi cuarto una mujer de blanco. Para entonces déjenme comentarles que ya vivía en otra parte y casi a cuatro cuadras del panteón.
Frente a mi casa, hace tiempo vivía don Santiago Hernández con su esposa Candelaria Aguilar y en cierta ocasión me platica: Oye Villarreal,
fíjate que muy temprano veo que del rumbo del río se acerca una mujer de blanco y al verla me da mucho miedo pero pasa como si nada y se mete a tu solar.
En otra ocasión me comenta el mismo Santiago que en otro día se encontraba al fondo de su solar cuando a lo lejos vio a una mujer de blanco pero al observar que no tocaba el suelo todo espantado corrió a su casa. Me dice que la mujer cruzó las paredes de la casa y se metió a la tuya.
Por supuesto que cuando me acuerdo de lo anterior siento “ñáñaras” pero me aguanto.
Bien, traigo a cuento lo anterior porque de estas historias hay muchas que circulan por mi pueblo y es la razón por la cual hoy me dirijo al alcalde Héctor de la Torre Valenzuela para que busque reunir a los viejos para que frente a un escribano relate todo lo que sepa o recuerde sobre Llera pues aunque no lo crea pero a nuestro pueblo le falta un texto que hable desde sus inicios, desde mucho antes de los españoles y de los aztecas.
HASTA MAÑANA Y BUENA SUERTE.