Comentando aquí el dilema sucesorio que sobrecoge al partido tricolor, todo indica que es bastante más complejo que elegir candidato. Tiene que ver con el tipo de resultado que tenga en mente ENRIQUE PEÑA NIETO.
Recuérdese que (sin dejar de competir) PRI y PAN han estado recargándose uno en el otro desde los años ochentas, para impedir el ascenso de la izquierda, representada antes en el ingeniero CÁRDENAS y hoy por LÓPEZ OBRADOR.
Cuentan los memoriosos que dichas tretas eran algo comunes en la Europa del siglo 19 cuando los liberales servían de celestinos a los conservadores y los conservadores de tapadera a los liberales para bloquear (en mancuerna) el ascenso de los comunistas.
Desde luego, ni CÁRDENAS ni AMLO son comunistas. Pero su eventual triunfo representaría el fin de muchos negocios donde distinguidos miembros del PAN y el PRI participan. En Pemex, por ejemplo.
Por ello, a 15 meses de la elección presidencial los altos mandos de cada organización forcejean en torno a los escenarios de la contienda para decidir a quién le toca sacrificarse y a cuál ganar.
Relevistas
En 2006 el PRI atravesó una carta muy floja, ROBERTO MADRAZO, conocido más por sus truculencias que por sus dotes de gobernante, sin programa, ni discurso, enemistado además con los priístas vencidos en 2000, LABASTIDA Y ZEDILLO.
Por cierto, hubo que ponerle zancos al abogado FELIPE CALDERÓN para que pudiera alcanzar y rebasar en tres meses a quien parecía invencible: LÓPEZ OBRADOR.
En 2012 devolvieron el favor. La abanderada panista JOSEFINA VÁZQUEZ MOTA arrancó desangelada, no pudo llenar ni el Estadio Azul donde empezó campaña.
Poco tenía que hacer ante el exgobernador mexiquense ENRIQUE PEÑA NIETO quien ya para entonces llevaba seis años de proselitismo efectivo.
El panorama electoral para 2018 parece repetir las dos contiendas anteriores por un factor clave, la persistencia de AMLO. Con buenos números, además.
El PRI tiene mucho que decirnos al respecto, según el perfil de quien resulte aclamado por sus sectores y organizaciones.
Si la intención es darle una nueva vuelta de tuerca a la alternancia (y que retorne el PAN a Los Pinos) pues nada mejor que un contrincante débil, un técnico de rostro lánguido y voz apagada como NUÑO, MEADE, RUIZ ESPARZA o (de un tiempo para acá) hasta el doctor NARRO.
Si, en cambio, el propósito fuera competir para ganar, en dicha tesitura entrarían los políticos de carrera, los fajadores más experimentados como MIGUEL ÁNGEL OSORIO, CÉSAR CAMACHO y ERUVIEL ÁVILA.
Y ojo al dicho. Los malquerientes de LUIS VIDEGARAY lo ubican en el primer grupo. Sus simpatizantes en el segundo.
Cara y cruz
La decisión, finalmente, tiene por fiel de la balanza al actual inquilino de Los Pinos, aunque deberá considerar también a su contraparte albiazul, que es al mismo tiempo contrincante y aliado encubierto. Adversario o socio según pinte la ocasión.
El perfil lo dirá todo: ¿Perdedor como LABASTIDA y MADRAZO, o ganador como PEÑA al que hasta FOX vitoreaba?
Por igual, entre uno y otro modelo hay sus combinaciones. El PRI puede perder aún lanzando al más político de sus gallos. Aunque la duda queda, como un anexo insoslayable: ¿Perder ante quien?…
Mire usted (lo he dicho aquí) ya no hay tiempo más que para tres. MARGARITA, RAFAEL y RICARDO.
Con la posibilidad real de que ambos varones, poblano y queretano, le hagan montón a la espigada dama.
Paradoja habemos. El pasado priísta de RAFAEL pudiera verse como un negativo durante la campaña interna del PAN.
Pero sería una gran ventaja en la constitucional, por las huestes tricolores que pudiera cooptar. Actividad de moda, por cierto, a la que también ha dedicado AMLO buena parte de su tiempo.
Vaya competencia.
BUZÓN: lopezarriaga21@gmail.com
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