No hay duda: el gobierno de Estados Unidos ha colgado en los mexicanos la etiqueta de blancos –o morenos– favoritos para descargar en nosotros la culpa de todos los males de la humanidad.
Tal vez exagero con decir todos. Pero por lo menos es lo que parece en lo que se refiere a actividades relativas a la delincuencia organizada.
Los casos del cantante Julión Alvarez y el futbolista Rafael Márquez, acusados de tener vínculos con el crimen en algunas modalidades, demuestran que lo más sencillo en materia penal es acusar y que sea el señalado quien se encargue de demostrar su inocencia. Los gringos son expertos en esa práctica.
No puedo meter las manos al fuego por el par de personajes mencionados, pero la exhibida que les propinan en su imagen a las dos figuras me recuerda lo que ha sucedido durante muchos años en Tamaulipas, debido a la lamentable incidencia delictiva que padece el Estado desde la noche de los tiempos.
Le narraré, si me permite, un pasaje platicado años atrás al calor de las copas por un pequeño empresario de Matamoros que vivió una experiencia singular, originada precisamente en la “normalidad” que en nuestra patria chica era en ese tiempo la convivencia con grupos alejados de la ley.
El protagonista era un comerciante en el segmento ferretero y también prestaba servicios de varios tipos en el ramo de la construcción a sus clientes. En la medida de lo posible en cuanto al apego literario, éstas fueron sus palabras:
“Tenía un electricista excelente, responsable y conocedor, por lo cual me llevaba muy bien con él. Un día ya no se presentó y lo lamenté porque era un empleado eficiente.
No supe de él por un buen tiempo y un día, leyendo un periódico vi la foto de una cara conocida. Era ese ex trabajador. Me sorprendió mucho que en la nota al calce lo señalaran como cabeza de una banda criminal, pero como hacía años que no sabía de él pues lo olvidé.
Una mañana, al salir de un almuerzo en el restaurante de un hotel, alguien me llamó por mi nombre. Volteé a ver quien me nombraba y casi me caigo del susto ¡porque era el mismo ex empleado que ahora decían era un jefe de la delincuencia!
Me saludó amablemente, me dijo que me recordaba como un buen patrón y se puso a mis órdenes. No sabía ni qué decir y sólo le di las gracias, pero en mi interior rogaba que nadie tomara una foto o simplemente que personas que no fueran mis amigos que me acompañaban me vieran con él, por lo que pudiera pensarse de esa situación. No pasó nada y sólo esos amigos se enteraron hasta hoy que les cuento porque esa persona ya está presa en Estados Unidos”.
La historia es real según quien la narró y el nombre del cabecilla se omite por razones obvias, pero no es lo más importante eso, sino que más de la mitad de los habitantes de Matamoros y de toda la frontera tamaulipeca sufrían circunstancias parecidas, debido a que esos señores hacían en cada localidad una vida como cualquier ciudadano común. Muchos tamaulipecos fueron exhibidos sin tener culpa de nada ilegal porque aparecían en una gráfica cerca de esos personajes en alguna fiesta, inauguración o evento social.
Tal vez algo parecido estén viviendo Julión y Márquez o tal vez sí tengan algo que explicar, pero de que se dan coincidencias indeseables, se dan…
Balance parcial
El Primer Informe del alcalde de Victoria, Óscar Almaraz Smer, está como dice la voz popular, a la vuelta de la esquina.
En el balance parcial de esta administración queda claro, como reconoce el propio edil, queda mucho por hacer, pero también es evidente que en menos de un año la capital y por lo tanto sus habitantes han sido beneficiarios de un rescate urbano y social que pocos podíamos imaginar.
Una lección se reflejará en ese informe: Cuando los recursos son escasos pero se aplican correctamente los avances siempre son posibles. Doy fe…
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