La Noche del Grito, cuando el castillo del cohetero Zamarrón, asomó en las nubes la amenaza de lluvia se pone el sombrero tricolor.
Y es que la noche del Grito la alegría se contrae en una masa única que celebra a la Patria de los héroes que nos dieron libertad.
La Plaza Juárez es el ombligo urbano del Grito.
La plaza de nosotros, el enclave de mi ciudad.
El corazón de nuestros juegos de niños, la forja del colorido y el amor a la Patria Chica.
El cielo es nuestro en el Grito de la Independencia, que por vez primera en la política contemporánea de Tamaulipas estará a cargo de un Gobernador de un partido de oposición, como lo es el PAN.
Pero el grito unifica a las voces del corazón, las fibras se fortalecen en la emoción de un gran estado.
Un grito con nuevas formas.
Pero con la emoción de un estado del Siglo XXI.
La plaza se llena de nubes azules y se inflan con los colores de los muchachos y muchachas enamoradas.
El Grito también es una declaración de amor.
Se celebra con pozole y frijoles charros, carnitas, tamales y gorditas, agua de jamaica. El Grito es de nosotros, la fiesta patria por excelencia, el rostro de los niños, la fe en la tierra de la esperanza.




