6 diciembre, 2025

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Cosas de la vida

Mientras tanto

Los éxitos electorales obtenidos por un partido emergente como Morena, mantienen con los pelos de punta a la clase política nacional. Victorias contundentes en comicios celebrados en la Ciudad de México, un nada despreciable tercer lugar en el estado de Veracruz, y el más importante y generador de un fuerte escozor, el segundo lugar obtenido en el Estado de México pese a la fragilidad de su candidata, traen con el alma en vilo a un régimen octogenario.

La evidente tendencia al alza del lópezobradorismo en las encuestas y sus resultados, encendieron las alarmas de pánico entre la cúpula priista pero también en un panismo nacional que aunque vive uno de sus mejores momentos políticos, aún con todas sus fuerzas no le alcanza para diezmar a la maquinaria electoral priista y la efervescencia de Morena.

Por eso Ricardo Anaya decidió sumar esfuerzos con un PRD agonizante y conflictuado, y un Movimiento Ciudadano de estructura deshilachada, éste último con presencia focalizada en algunas regiones del país como Guadalajara… y en cierta forma en Tamaulipas donde logró obtener algunos votos significativos en el 2016.

Pero lo que posiblemente funcione o por lo menos se pueda formalizar en la elección nacional, no aplica en las contiendas locales donde se elegirán diputados federales y alcaldes, como nuestro Estado.

Y es que aquí la figura central del Movimiento Ciudadano, Gustavo Cárdenas, ha sido etiquetado como personaje non grato desde que abandono el PAN porque no atendieron su capricho de hacerlo candidato a la gubernatura.

Más aún, cuando dejó el PAN y se refugió en la organización que encabeza Dante Delgado, Gustavo fue un irreductible adversario del candidato panista que finalmente resultó triunfador en una elección que puso fin a 83 años de hegemonía priista.

El perredismo desde hace muchos que perdió su autoridad moral en Tamaulipas pero al caer en manos de Jorge Valdez, aliado de Carlos Cantú Rosas, jugó un papel poco decoroso y sin ruborizarse se convirtió en la mano negra del candidato priista para golpear a su adversario panista que finalmente lo derrotó.

Hubo exceso de rudeza, se rompieron las reglas mas elementales de una competencia política todas las veces que Gustavo y el perredista se dejaron caer contra el candidato panista.

Por eso lo que Ricardo Anaya ha logrado amarrar a nivel nacional, no aplica en el proceso electoral que vivirá Tamaulipas. Ni siquiera se ve cercana la posibilidad de que las tres fuerzas hagan causa común para enfrentar a López Obrador o al priismo que pareciera ser el motivo real que inspiró la alianza nacional.

Por eso habrá que ver que sucede con personajes como el propio Gustavo que durante veinte años operaron exitosamente en la política tamaulipeca y aunque no ganaron con votos si aterrizaron transacciones que les permitieron fincar un imperio económico.

Los perredistas ni siquiera cuentan. Su presencia es irrelevante y de hecho ellos mismos están conscientes de que nada tienen que hacer en el escenario político actual. Ni siquiera el papel de comparsas porque por ahora no hay quien los alquile.

POR CIERTO.- Tras el tropezón de Ricardo Monreal en su intento de ser el candidato de Morena al Gobierno de la ciudad de México, se diluyen las posibilidades de una desbandada importante de priistas. Con Monreal iniciaron negociaciones muchos tamaulipecos que pensaban renunciar a su militancia en el PRI y al zacatecano ya no le quedaron ganas de seguir reclutando nuevos adeptos para el tabasqueño. Ni modo, tendrán que resignarse a continuar en el tricolor aunque renieguen de Sergio Guajardo y camarilla, con todo lo que representan.

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