Hay acciones criminales que suelen tener un delgado barniz de legalidad para proyectar una fachada de falsa decencia, y negocios que son el soporte de fortunas formidables y abrevadero de magnates que guardan vínculos sospechosos con miembros encumbrados de la clase política.
Entre ellos se cuenta una buena parte de quienes han acumulado capitales inmensos mediante el acceso a créditos blandos facilitados por un banca sin escrúpulos, para la ejecución de proyectos de vivienda horizontal y vertical fraudulentos y altamente riesgosos.
Lo comprobamos ahora en la gran tragedia de la Ciudad de México pero aquí mismo, en Tamaulipas, miles de familias viven hacinadas en endebles casitas que no cumplen con la normatividad y que crujen ante el menor embate de la naturaleza.
Precisamente a partir de los criminales casos de corrupción que empiezan a surgir tras la destrucción y pérdidas de vida que provocó el sismo del 19 de septiembre, escribe Federico Arreola sobre ”el cartel inmobiliario” y cita a Salvador Mejía, director de Asimetrics, una firma que se dedica a la prevención
del lavado de dinero:
“La corrupción pudo haber matado a muchas personas. El famoso cártel inmobiliario puede ser uno de los grandes asesinos en este terremoto”, dijo el señor Mejía.
Y es que la pérdida de vidas humanas en el sismo, según se va descubriendo, en gran parte fue a consecuencia de obras mal hechas por empresarios confabulados con funcionarios inmorales que con tal de ampliar su margen de ganancias no dudaron en arriesgar la vida de los miles de ciudadanos urgidos de una vivienda o departamento.
Consecuencia: según el periódico Reforma son 140 mil las edificaciones afectadas y se reporta la pérdida total de casi 50 mil inmuebles.
Suerte para los tamaulipecos que no vivimos en una zona sísmica porque aquí los vivienderos locales y los que vienen de fuera, no han tenido empacho en construir endebles casitas o edificios de departamentos que sin haber enfrentado terremotos o ciclones, quedaron casi en ruinas al poco tiempo de que fueron ocupadas por los desafortunados compradores.
Los ayuntamientos, históricamente han sido cómplices de estas acciones criminales al extenderles su aval sin la menor supervisión, la banca ha cerrado los ojos, al fin y al cabo que no afecta la recuperación de su dinero, y en instituciones como el INFONAVIT o el FOVISSSTE, sus representantes están en el ajo con espléndidas comisiones que son el pago por canalizarles casi de manera forzosa a sus clientes.
Resultado: es un círculo criminal que enriquece con total impunidad, integrado por miembros o ex miembros de la cúpula política y por empresarios y líderes que por siempre han ordeñado al erario público, todos ellos altamente capacitados para “gestionar” mediante el reparto de jugosas comisiones, créditos que les reditúan ganancias multimillonarias.
Se trata de la “banda del concreto”, como fue bautizada hace lustros en Tamaulipas, la misma que ha saqueado otros segmentos de la inversión en obra pública y que ahora, en los tiempos de la alternancia, ha encontrado en el negocio de la vivienda su nicho de sobrevivencia.
Esta gavilla de inversionistas incluye a personajes de apellidos ilustres, conocidos por su rapacidad como Los Torres Corso, provenientes de de San Luis Potosí
pero que por mucho tiempo dominaron el mercado local, los Valdez, Torre, Corcuera, Salinas, Vela, Cantú, De la Garza, Pineda (dueño de Encuentro Social) y muchos otros que han defraudado a ciudadanos urgidos de contar con una vivienda.
Durante las últimas décadas pasaron por sus manos cientos y cientos de millones de pesos y a lo largo del territorio estatal construyeron módulos habitaciones que al poco tiempo se convirtieron en un lastre para los ayuntamientos por su fraudulenta edificación y en un dolor de cabeza para los habitantes de los edificios o viviendas que están ahora casi en ruinas.
Es el legado y la historia del “cartel inmobiliario” de Tamaulipas que sigue haciendo de las suyas.
POSDATA.-. Vaya contraste el que se aprecia en unos cuántos kilómetros cuadrados, en tierras que fueron de los ejidos Guadalupe Victoria y Pajaritos. La inmobiliaria de la mancuerna Corcuera y Valdez construyen según los “alcances” de su clientela.
Mientras en la zona aledaña al Hospital Regional se esmeran en ambiciosos proyectos de casas de lujo en fraccionamientos bardeados, alrededor del Parque
Bicentenario construyeron casas raquíticas, vulnerables ante cualquier embate de la naturaleza.
Es tan sólo un caso más de los muchos que involucran a la mafia inmobiliaria que por lustros ha enriquecido a expensas de los tamaulipecos.
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