Crecen las versiones de que Sergio Guajardo Maldonado electo dirigente estatal del PRI en Tamaulipas (líder es otra cosa) ha roto lanzas o cuando menos comienza a ‘apestar’ entre quienes lo pusieron ahí en la vetusta silla que dejó vacante Rafael González Benavides y que Aída Zulema Flores Peña nunca llenó.
Así es mis queridos boes, el asunto es que dicen los que se quejan de Checo, que en realidad cree que ganó por sus simpatías la elección interna contra Óscar Luebbert y ya instalado reconoció a los que le hicieron ganar.
Desde el día en que ‘ganó’ Guajardo Maldonado sabía que buena parte de los priistas del estado nomás no aprobaban su unción, porque si bien obtuvo más votos de consejeros, también lo es que la mayoría son de Victoria y que estos en realidad no son del todo representativos de los tricolores con credencial de militante.
En ese entendido, Checo, tendría que saber que en la frontera nomás no entra entre los priistas que en bloque apoyaron a Luebbert, que en el sur, pocos lo conocen y que los militantes están molestos porque les han abandonado por más de un año; tampoco lo quieren pues.
Incluso en Victoria, el nuevo dirigente (líder es otra cosa) no podría haber ganado solo, porque lo menos que se decía de él es que era el delfín de Egidio Torre y si a alguien en la capital rechazan es a todo lo que hieda al ex gobernador.
Ya lo dijimos antes, Sergio Guajardo ganó por obra, gracia y los pesos de unos cuantos priistas del centro del estado que decidieron cerrarle el paso a Luebbert, porque dejarlo ganar la interna hubiese significado que estos quedaran fuera de las pocas oportunidades políticas del futuro inmediato y porque además una derrota del de Reynosa operada por ellos les arrimaba bonos con quien en el 2016 les echó del poder estatal.
Fue así que en tres días, llegó la banda desde San Luis y junto con los de Victoria armaron una estrategia maratónica para cazar votos, ojo, no a favor de Checo Guajardo, sino en contra de Luebbert.
El también ex dirigente cenecista (ahí tampoco fue líder, lo designaron como era antes) sabía del operativo, porque estaba consciente de que Luebbert le llevaba muchos votos de ventaja y prácticamente estaba resignado a la derrota.
Por eso ahora los artífices de la derrota de Luebbert no entienden que Checo les haya dejado fuera a sus recomendados en las áreas administrativas del partido, de las posiciones en los sectores y organizaciones y se adueñe de una victoria que sabe que no fue de él.
Tan convencido dicen que anda Guajardo de que es el ‘líder’ del PRI que se da el lujo de no contestar las llamadas desde la capital potosina y que la comunicación con quien encabezó la operación desde Victoria está igual de fría.
¿A qué le apostará Guajardo cuando se distancia de los que orquestaron su victoria?, ¿entenderá que enojado con los simpatizantes de Luebbert y frío con los que lo apoyaban podría declararse como solo y su alma?
Lo peor del panorama para el dirigente, que por cierto sigue recorriendo el estado para que al menos le conozcan el rostro, es que sin apoyo de los de la capital y los de la frontera, no va a tener aliados que le cuerpeen a la hora de tener que fajarse cuando se den los tironeos por las candidaturas.
Nada más falta que Guajardo siga creyendo que el gobernador va a palomear los candidatos para la elección del 2018, como si todavía el PRI estuviera en el poder.
Habría entonces que hacerle (sus asesores claro) que sin una dirigencia fuerte, lo que va a pasar allá por febrero y marzo es que Guajardo tendrá que conformarse con tomar el papel de ‘convidado de piedra’ cuando los caciques locales de cada zona decidan los abanderados a alcaldes y diputados federales; a él solo le entregarán el nombramiento para que los palomee.
Aunque también hay otra versión de lo que pudiera ocurrir y es que ante la evidente debilidad de la dirigencia del también ex delegado de SEDATU, por ahí de diciembre se apersone un delegado, ahora sí picudo, que se haga cargo del PRI y que Guajardo sea lo que ahora es, un presidente de papel, de discurso tibio, de poder figurado.
Amor por la alcaldía…
En Tampico el abogado César Amor decidió abrirse de capa e ir en busca de la alcaldía que hoy detenta la maestra Magdalena Peraza Guerra.
Sin embargo, lo hace con algunas particularidades que pueden ser sus grandes debilidades: se dice parte de los miles que están hartos de los partidos políticos, que se sienten decepcionados de los políticos de siempre, los acusa de llegar y robarse todo y los califica de poca preparación y demás.
Pero resulta que no quiere ser alcalde por la vía independiente, quiere hacerlo por medio de PAN, como si ahí no hubiera personajes que han luchado por años por lo que a él de pronto le dieron ganas. Dice que a diferencia de los políticos que buscan lo mismo que él, no tiene la cola larga. Cuesta arriba las pretensiones del abogado quien aún ni siquiera se reúne con todos los que tienen al menos derecho de opinión en la decisión final.
Comentarios:
meliton-garcia@hotmail.com
Twitter: @melitong




