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91 Años de pasear la cola verde.
Hugh Hefner, el fundador de la Revista Play Boy le apodaban el Hombre de doble Bomba H.
Y es que cuando joven machacaba a las Conejitas con sus bombas de jabón en los baños de todos los hoteles del mundo.
Entonces estaba joven y rechinaba catres y camas como Superman en Chicago, donde nada más sus calzones rifaban. Por eso era una Bomba H, porque despellejaba a las conejitas en flor. Decenas de agraciadas muñecas, tal vez centenas a lo largo de su reata Teutona. Pero como todo, llegó a su fin el levantamiento de reata.
Y se convirtió en un domador de conejitas de Castilla de “camuco”.
La doble bomba terminó y H H, tuvo que agarrar la Bomba de Soplar para parar reatas de otoño.
Y se acabó su Play Boy a los 92 años.
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Las Palabras y las Cosas.
Hace muchos años, un libro formidable de Michael Focault, el filósofo francés me llamó la atención sobre la relación de las palabras y las cosas.
Empujado por esa lectura brinqué de un libro a otro en la misma dirección: las palabras y los objetos.
Una semiología como Focault, me llevó a lo concreto de la poesía, como palabra concreta de forma y sonido.
Las palabras tienen un destino: lo concreto. Pero las cosas también crearon palabras. Y cada cosa es una palabra nueva. Hasta maldecirtiene su forma y cosa.
El poeta descubre palabras nuevas porque cada día se inventan cosas. Bonito es ir por la calle recolectando cosas. Palabras del viento, de la vida, del arte de vivir.
Como lo hacía el Guillaume Apollinaire en sus Caligramas que atrapaba.




