El gobernador Francisco García Cabeza de Vaca rinde su primer informe hoy y el evento ha generado grandes expectativas porque se ha preparado un acto austero que rompe con todo el boato de sus antecesores, aún de lo más recatados, y porque es la primera autoevaluación de un gobierno que con su arribo ha roto con un largo periodo de predominio priista.
Tamaulipas es una tierra entrañable para quienes aquí nacimos y nos formamos pero es imposible cerrar los ojos ante una realidad que durante años nos golpeo: por décadas la clase política vivió en un proceso de descomposición que propició gobiernos corruptos, marcados muchas veces por la incompetencia. Consecuencia: una terrible quiebra institucional que puso fin al estado de Derecho y abrió las puertas paulatinamente a la hegemonía de los grupos delincuenciales que se apoderaron de buena parte del territorio estatal.
El saqueo sistemático de los recursos públicos a lo largo de 83 años amarró al Estado en el atraso y entre la posibilidad de impulsar el crecimiento y el bienestar o de retacar sus bolsillos, los políticos en el poder eligieron está última opción, y por si fuera poco, hipotecaron el futuro de los tamaulipecos con una deuda multimillonaria que se arrastrará durante lustros.
¿Qué pasó, en qué momento la clase gobernante asumió que el dinero y los bienes públicos eran de su propiedad? ¿Cómo fue que la voluntad ciudadana se doblegó y se subordinó durante décadas a la voluntad de una camarilla de seudo servidores públicos? ¿Dónde se perdió la voz de la sociedad civil y la actitud vigilante y recelosa de la clase empresarial y de los liderazgos sociales o de opinión? ¿Fueron coptados o se empoltronaron simplemente en un ambiente de confort donde era
mejor hacerse de la vista gorda que correr el riesgo de disentir?
El análisis político tiene mucho qué hacer para explicar las razones que prolongaron la hegemonía de una clase política patrimonialista y autoritaria y la pasividad de la sociedad tamaulipeca.
Un día, finalmente el hartazgo hizo acto de presencia. Para que llegara el momento de pintarle la raya a los culpables de la tragedia, tuvo que caer el Estado, con la anuencia o la actitud omisa de quienes los representaron hasta entonces, en manos de una delincuencia implacable que secuestró, ultrajó, robó, asesinó con salvajismo y subordinó a las fuerzas del Estado.
El año clave fue el 2016. Hay teorías que apuntan a una conspiración de la cúpula priista estatal y una facción del gobierno federal para enterrar los sueños de
Baltazar Hinojosa Ochoa. Otros aluden a la incapacidad del matamorense y su camarilla para ganar una elección.
Lo cierto es que los tamaulipecos salieron en masa a votar y lo hicieron de una manera tan contundente que no hubo manera de maquillar o disminuir la furia social.
El seis de junio del año pasado Tamaulipas amaneció con una noticia que hasta entonces parecía impensable e imposible: terminaba la era del PRI. La nomenclatura política jamás supo entender las razones de su derrota aunque una lectura elemental del recuento de la votación final no admitía más que una conclusión definitiva: los electores se hartaron y al volcarse en las urnas dijeron adiós a 83 años de gobiernos que no supieron estar a la altura de sus sueños y expectativas.
Hoy, a un año de su arribo al poder, el gobernador Francisco García Cabeza de Vaca ha podido concentrar en sus manos los hilos del poder. Envejecidas, desprestigiadas y altamente vulnerables, las estructuras priistas no tardaron mucho en sucumbir.
La ultima muestra de su fracaso fue la elección de Sergio Guajardo como líder del PRI. El personaje es lo de menos, ni siquiera viene al caso revisar su desempeño. Lo cierto es que las diferentes facciones priistas acabaron alineándose ante el supremo poder y dieron muestra de lo vulnerables que son sin el poder y sin el presupuesto.
Con su consolidación, el gobierno de la alternancia tiene la oportunidad de enderezar el rumbo de Tamaulipas, de abrir una nueva etapa en la que se dignifique la política y se ponga en el centro de todas acciones y decisiones a quien por mucho tiempo ha sido olvidado: el ciudadano, los tamaulipecos que ya probaron la fuerza de su voto.
Es importante lo que informe hoy el Gobernador, lo que enumere del trabajo realizado en el último año, pero hay algo mas importante aún: que haya definiciones de lo que viene en los próximos años.
Las tareas pendientes son aún complejas y extensas.
PD.- En el Congreso del Estado confluirán hoy las personalidades mas destacadas de la vida pública tamaulipeca. Significativa la representación presidencial encarnada por el Secretario de Gobernación Miguel Ángel Osorio Chong.
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