Para darme a entender mejor sobre el tema que hoy abordo, me apoyaré en una novela policiaca, cuyo autor, el escocés, Robert Louis Stevenson, la tituló en 1886 El extraño caso del Dr. Jeckyll y el Sr. Hyde.
Para quienes no la han leído, el tema de la novela versa sobre la mutación de la personalidad entre el bien y el mal del Dr. Jeckyll al tomarse una pócima. Dicho brebaje tiene la capacidad de separar la bondad del ser humano y lo más maléfico que puede llegar a ser. Lo dramático es que el señor Hyde puede transformarse en un ser monstruoso. La narrativa se centra en el trastorno psiquiátrico que sufre el señor Jeckyll, quien llega a convertirse en homicida cuando asume la personalidad del señor Hyde.
Entonces, cuando alguien sufre este tipo de conductas, se le compara con estos 2 personas que en realidad es 1 solo, es decir, que hacia la fuera de sí mismos pueden adaptar una característica bondadosa, pero de repente exhibir la otra, una maldad insospechada.
El 30 de septiembre de 2105, Gustavo Madero solicitó licencia como presidente del PAN para encabezar la lista de los diputados plurinominales de ese partido y bueno como lo es, confió el cargo a su segundo de a bordo: el joven Ricardo Anaya. Todos sabemos que en ese lapso, el joven Anaya, se cargaba de la personalidad del Dr. Jeckyll, al aparecerse servil y lleno de pundonor ante el noble Madero.
La carrera del joven Anaya se desenvolvió con y por el apoyo de su padrino Madero, de forma rápida. La sonrisa y el dinero acumulado por su paso por el gobierno de Querétaro, le proporcionaron un complejo de superioridad desmedido, por lo que más temprano que tarde, victimizó a su ex mentor con las atrocidades del señor Hyde cuando se trató de devolverle los favores por el apoyo recibido.
Fue tal la decepción, la amargura y la depresión del buen Madero por lo malagradecido que se vio el joven Anaya al negarse a nombrarlo, a pesar de haber sido líder nacional del PAN, coordinador de esa bancada en la Cámara de Diputados. Por eso se dice que prefirió aceptarle un cargo menor a su amigo, el Gobernador de Chihuahua. Eso le pesó y desgastó al joven Anaya, quien como ser que cree fielmente que la política se debe hacer sin escrúpulos, dejó el tema para otros tiempos.
Hoy, el joven Anaya, hace y deshace a su antojo en el PAN con la idea de ser el candidato a la Presidencia de la República. Sabe que el camino es arduo y sinuoso y que los sentimientos de gratitud y lealtad de poco sirven. Por eso prefiere olvidar que el expresidente Felipe Calderón, marido de su enemiga Margarita Zavala, a quien obligó a salir del PAN para que no le hiciera sombra, le dio la oportunidad al nombrarlo Sub Secretario de Turismo en su gobierno.
La personalidad de benevolencia del Dr. Jeckyll se opacó ante el embate de los enemigos que ha hecho dentro de su mismo partido y de fuera del mismo. La obsesión por mentir, se ha vuelto una constante y dentro de poco, sabremos los alcances de lo malévolo que puede ser el señor Hyde que ya adoptó, tanto por necesidad, como por signo patológico de su misma personalidad.
Y a pesar de todo el ambiente de agresión con la que se conduce, bien estamos ante un remedo del vecino Donald Trump. Si nos fijamos bien, tienen las mismas conductas.
Y eso es malo.
Vaya, hay que reconocer que la democracia engendra sociópatas y hasta les permite gobernar.
En la entrevista con Loret de Mola, el joven Anaya utilizó mucho de su tiempo en referirse al Dr. José Antonio Meade. Eso es un error que señala la mercadotecnia política.
También exhibió varias cartulinas donde el Frente Amplió Opositor, lleva ventaja en las encuestas. Me imagino que lo hizo con el ánimo de contagiar de optimismo a los miembros del Frente.
Se le olvidó que las encuestas solo son fotografías del momento.
Si el joven Anaya hubiera leído al sociólogo francés Pierre Bourdieu, se habría enterado que para este investigador, la opinión pública no existe.
Bourdieu sustenta su dicho en el sesgo de las preguntas al hacer la encuesta, en qué no todos tenemos una opinión sobre un tema y que el peso de la opinión varía en cada uno.
Y si tuviera un poco más de cuidado en su formación académica, también conocería las tesis de la alemana Elisabeth Noelle-Neuman, sobre “La Espiral del Silencio”. Si la hubiera leído, se daría cuenta que la gente oculta su verdadera intención del voto, cuando se siente avasallada por las mayorías.
En fin, el complejo de superioridad del joven Anaya lo hace sentir más que cualquiera de nosotros. Sin duda, se pone una máscara para ocultar su verdadero sentimiento de inferioridad utilizando la soberbia y petulancia como norma de conducta.
Da miedo nada más de imaginar que pueda aparecer en la boleta electoral en el 2018.
Conste, ya convenció a la buena de la Barrales del PRD y al optimista, Dante del PMC.
Eso da más miedo.




