En Tamaulipas, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) mordió polvo en las tres últimas contiendas para elegir Presidente de la República –en el 2000 su candidato fue Francisco Labastida Ochoa; en el 2006 Roberto Madrazo Pintado; y en 2012 Enrique Peña Nieto–, lo que lleva a suponer que este año se reproduciría el rechazo estatal a la oferta tricolor, puesto que José Antonio Meade Kuribreña no es garantía de nada.
Y menos, claro, cuando se trata de un personaje incapaz de convencer a la sociedad –cuya hambre y sed de justicia es tanta, que ya no les cree a los políticos, partidistas o independientes del momento–, de resarcir todo el daño que se le ha hecho, en su objetivo de mendigar votos (con falsas promesas de asistencia social).
Su contraparte –léase, los victoriosos de esas tres justas–, tampoco le cumplieron al pueblo una vez instalada en el poder, generando encono y decepciones, desconfianza y apatía, por lo que el escenario es incierto, hasta el momento, aun cuando Andrés Manuel López Obrador puntea en cuanta encuesta se levanta para medir su posicionamiento y la tendencia del voto que, por cierto, igual favorece el tabasqueño por amplio margen.
Recuerdo y bien, que Tomás Yarrington Ruvalcaba, en un desplante de autosuficiencia, sugirió a Labastida que hiciera campaña en entidades gobernadas por Acción Nacional, pues en Tamaulipas, ‘sobradamente la tenía ganada’.
Según él.
Pero Vicente Fox Quesada resultó electo.
Seis años más tarde Eugenio Hernández Flores como gobernador le ofreció más de 600 mil votos a Roberto Madrazo Pintado, pero al finalizar el escrutinio, se dio cuenta que Ricardo (‘El Negro’) Gamundi Rosas falló en su comisión, pues Felipe Calderón Hinojosa se alzó triunfante en Esta tierra.
En 2012, el entonces mandatario estatal, Egidio Torre Cantú, ratificó su animadversión al tricolor (jugándole las contras a Enrique Peña Nieto) y ordenó a la directiva estatal
priista hacerle al pendejo, para que el voto asistiera a Josefina Eugenia Vázquez Mota, empinando de nueva cuenta al partido que lo llevó al poder y en el cual nunca militó.
Acudo a esta referencia porque en el actual proceso, sin haber (aún) oficialmente candidatos presidenciales, la sociedad tamaulipeca muestra, claramente, animadversión electoral.
Más hacia los priistas y albicelestes, por traicionar sus principios.
Convocatoria
Acorde a las fechas establecidas por el alto mando priista para designar candidatos al Congreso de la Unión, la semana entrante sería crucial, pues la Comisión Nacional de Procesos Internos habrá de emitir la convocatoria.
Para los militantes en activo, el registro iniciará de precandidatos se hará al finalizar enero, para a partir del 14 iniciar las precampañas a concluir el 11 de febrero del 2018. Siete días antes de la ¡Convención de Delegados! que, ‘democráticamente’, convalidarán (en febrero 18) la línea marcada como lo acostumbra el tricolor.
Ahí votarán 19 mil 100 representantes –designados en diciembre pasado–, por lo que cada uno de los precandidatos deben trabajar en territorio para ‘convencerlos’ (toda vez validados sus registros), si acaso se diera el caso, único en la historia del Partido Revolucionario Institucional (PRI), de que, la contienda, esta vez fuera en serio.
El tope de gastos de precampaña facultado por el Instituto Nacional Electoral (INE), es mínimo –tan sólo en la propaganda audiovisual se invertiría la mayor parte de los recursos–, por lo que se espera un proceso austero al menos en la promoción territorial, propaganda y actividades, aunque, también como siempre, aparezcan mecenas y ríos de dinero en efectivo que no alcanzan a cuantificar los ‘embadurnados’ inspectores del INE.
¿O acaso sin dinero un precandidato a senador recorrerá todos los municipios que proyecta representar en las entidades del país, a bordo de vehículos aéreos, marítimos (según sea el caso) y terrestres, durante por lo menos dos meses; pague hospedaje y alimentos, gasolina, viáticos del equipo que lo acompaña, salarios, entres, moches, etcétera?
¿Verdad que no?
Y que conste, sé que ninguno de ellos hace nada por el pueblo, pero de ahí a que su gasto/promedio diario sea de 100 mil pesos –los autorizados por el INE–, me llevan a concluir que la justa interpartidista a menos aquí en la comarca, sería la más gris de la historia.
Métodos
Es necesario que la Comisión Nacional de Procesos Internos instruya a su representante en Tamaulipas, para que informe el método que será aplicado respecto a la postulación de candidatos al Senado y la Cámara baja.
Hasta donde sé, la designación de los once candidatos se hará bajo el principio de convención de delegados, sin que surja la necesidad de recurrir a la elección directa (también llamada consulta a la base), aunque ambos procedimientos son válidos –como claramente lo consigna el artículo 181 de los estatutos partidistas–, y al tenor de esa determinación habrán de conducirse todos y cada uno de los aspirantes, que tengan un interés profundo en participar en las contiendas formales para alcanzar la nominación a un escaño o una curul, según lo establecen los propios estatutos.
Y como Usted bien ha podido apreciar, en la lista primaria elaborada en los corrillos políticos aparecen los llamados candidatos naturales y los neo priistas que le conceden a
su majestad, ‘el dedo’, el derecho del voto y del veto, por lo que las reyertas entre sus grupos podrían trascender en cuanto se dé luz verde al proceso selectivo.
Caso Tamaulipas
Para evitar que en tierra tamaulipeca se desborden las pasiones, es necesario que en los nueve distritos meta orden el dirigente estatal priista.
Sobre todo cuando una y otra vez ha llamado a la unidad partidista, por ser ésta la mejor forma de que el tricolor recupere los escaños que perdió en 2012; retenga las ocho curules (obtenidas en 2015) y además gane la de reciente creación.
Por cierto, Sergio Guajardo Maldonado requiere ir al encuentro de la gran familia revolucionaria de todo Tamaulipas, pues sólo ejerciendo una política cercana a la gente, humanista y de respeto, será posible lograr los acuerdos sustantivos que fortalezcan al PRI de cara a este proceso electoral, pues a partir del primer día del 2018, realmente arreció el descrédito opositor.
En fin, una vez definidos los métodos, lo que espera es la disciplina de cuadros.
Y más de tantos acelerados.
Confusión distrital
Hasta hoy, inclusive, en los nueve distritos electorales de Tamaulipas, la gente asoma hartazgo por la presencia de algunos políticos que tratan de confundirla y/o engañarla, con el rollo de que son ellos los elegidos de su majestad, ‘el dedo’.
Por eso los ciudadanos que de una u otra forma (ya) son los actores principales del proceso comicial 2017-18, quieren estar enterados del alcance y los objetivos de cada partido y más de sus precandidatos, para no dar lugar a interpretaciones irresponsables que mermen aún más la dañada credibilidad que existe hacia los políticos.
Es aquí, entonces, cuando cobran mayor importancia los medios de comunicación masiva (impresa y audiovisual), que hacen oportuna y ágil la información político-electoral, alentando así la verdadera construcción de la democracia.
Por tanto, así como avanza la pluralidad, la prensa y los partidos políticos deben contribuir a la formación de una conciencia estatal crítica y responsable. Sin suspicacias.
La recompensa, claro está, será muy alta: ver a los tamaulipecos comprometidos y actuantes, libres, en este proceso electoral, donde no debieran tener cabida los demagogos ni oportunistas que buscan publicitar cuanta mentira se les ocurre, en aras de obtener la nominación codiciada.
Desencanto
En al menos tres decenas de ayuntamientos, hubo problemas de liquidez en diciembre pasado.
Y lo peor, es que no contaron con recursos ni para cubrir los salarios de la última quincena del año –menos aguinaldos, ni compensaciones–, porque los alcaldes no previeron el gasto.
Son, en su mayoría, las alcaldías consideradas ‘menos importantes’, por manejar presupuestos poco onerosos; pero igual aparecen comunas de otros municipios que ahora exigen, a su tesorero, cuentas claras del por qué lucieron quebradas si la estimación financiera garantizaba la cobertura total del gasto.
Aquí coinciden los presidentes municipales de las demarcaciones de alta explosión demográfica y desarrollo económico que han conculcado a sus proveedores y prestadores de servicios el pago puntual, pretextando, de entrada, que los sueldos son su prioridad como si ignorásemos que el presupuesto anual fue diseñado para cumplirse en tiempo y forma.
Con y pese al jineteo o hasta ‘poquita’ desviación del dinero.
Los ayuntamientos de Matamoros, Reynosa y Tampico, por citar por lo menos a tres (de los considerados más importantes) pidieron ayuda al Gobierno estatal para cumplir sus obligaciones, siendo que en tiempo y forma recibieron las participaciones durante 12 meses.
¿En qué las gastaron si tampoco hicieron obra?
Ya veremos qué justificantes ofrecen al revisarse su cuenta pública.
Los ‘chocolates’
La permanencia de vehículos extranjeros en territorio nacional no es asunto privativo de Tamaulipas.
Se da en casi todas las entidades del país, aunque registra mayores índices en los estados fronterizos con la Unión Americana: Tamaulipas, Baja California, Sonora, Chihuahua, Coahuila y Nuevo León.
Refiero lo anterior porque según estimaciones de la propia Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHyCP), a lo largo y ancho de la República Mexicana (1’ 972, 547 kilómetros cuadrados) circulan alrededor de dos millones de vehículos ‘chocolates’ irregulares (entre camionetas, camiones y automóviles), y en el caso particular de Tamaulipas, se maneja una cantidad superior a las 350 mil unidades.
Estas cifras, sin embargo, no han podido corroborarse porque las autoridades fiscales, como de costumbre, se muestran indolentes para levantar un censo que nos permita conocer con mayor precisión de cuántos vehículos irregulares estamos hablando; su procedencia, su verdadera situación legal, y, por supuesto, en manos de quien están esos automotores que no han sido decomisados aun cuando su presencia en el país es ilícita.
Lo peor del caso es que la mayor parte de sus poseedores no sabe manejar y menos conoce el reglamento vial, por lo que cotidianamente provocan accidentes sangrientos y su chatarra es abandonada en el lugar de los hechos.
Sé de casos concretos en que conductores de ‘chocolates’ han atropellado motociclistas y peatones, se han impactado con casas-habitación y comercios, además de otros vehículos de procedencia nacional y modelos recientes, y en lugar de responder por su falta de pericia ante el volante, lo menos que hacen es lloriquear su irresponsabilidad en busca de la conmiseración humana que los saque del problema que ellos mismos ocasionaron, aunque lo más grave es que enseguida de la colisión los poseedores de esos ‘chocolates’ abandonan la unidad y como viles cobardes huyen de la zona para no pagar su delito.
A muchos los puede ver en los estacionamientos de los centros comerciales, pues suelen circular en sentido contrario, usar los cajones destinados a los minusválidos y mujeres embarazadas y barrer con la mirada a los transeúntes que osan cruzarse en su camino.
Sólo los inspectores de Hacienda no los ven.
¿Pa’ no infraccionarlos o, de plano, evitar decomisarles la chatarra que por ley debe recogérseles por ser evasores fiscales sorprendidos in fraganti?
¿O acaso por temor a la Organización Nacional para la Protección del Patrimonio Familiar (Onappafa)?
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