Por el lado que se le quiera ver, no hay celebración en la Casa Blanca por más de un motivo. Arriba Donald Trump a su primer aniversario como presidente de Estados Unidos teniendo un cierre parcial del gobierno por falta de fondos, forzado el cierre inminente prescindiendo de más de un millar de trabajadores; tampoco podrá celebrar resultados de su presión metida en los primeros días como próximo mandatario, cuando arremetió contra Ford por su planta en San Luis Potosí y ahora está desarrollando el proyecto en el que México fabricará autos eléctricos en otra diferente entidad mexicana.
Las presiones generadas por el entonces presidente electo de Estados Unidos, hace un poco más de un año, provocó que Ford Motor Company cancelara su proyecto para construir una planta automotriz en San Luis Potosí, que ya había sido anunciada por la inversión superior de mil 600 millones de dólares, reubicándola en Michigan para construir modelos eléctricos e híbridos.
Apenas para finales de 2017 -todavía sin cumplir el primer año de Trump- dentro del marco de las renegociaciones del Tratado de Libre Comercio (TLC), Ford anuncia que el proyecto de construcción de la nueva planta para autos eléctricos no la desarrollaría en Flat Rock, Michigan, sino en Cuautitlán Izcalli, Estado de México, para iniciar operaciones en 2020. En su lugar, en esa región cercana a Detroit, fabricarán autos autónomos con una inversión sobre 900 millones para las nuevas instalaciones, generando 850 trabajos estadounidenses.
Trasciende que Mike Pence, vicepresidente de Estados Unidos, se habría reunido en diciembre con altos ejecutivos de Ford, General Motors y Fiat Chrysler para los temas de la renegociación del TLC, incluido los propios de la repatriación de las plantas automotrices ubicadas en México, presentando la posibilidad de incrementar la fabricación de autopartes en territorio estadounidense con lo que se podría elevar el costo de los vehículos producidos en las instalaciones mexicanas. En días pasados, Alejandra Del Moral Vela, actual secretaria de Desarrollo Económico del Estado de México, acaba de estar en la fábrica de Chrysler Auburn Hills, ubicada en Michigan, para conocer el proceso que tendría como par en la entidad mexiquense.
La producción de vehículos eléctricos es cara, por lo que genera escasos márgenes de ganancias y en algunos casos –como en Telsa- causan pérdidas financieras, por un lado lo costoso que resultan las baterías, por otro el volumen de ventas de estos autos sigue siendo bajo. Por ello, México es atractivo por sus salarios que aproximadamente se acercan a diez dólares estadounidenses la hora, en comparación contra 29 dólares dentro de Estados Unidos; sumado a las condiciones atractivas que pueda ofrecer un gobierno estatal mexicano, por todo ello, todo indica que en 2021 saldría la primera línea de producción desde nuestro país.
¿Aguantará el cabildeo automotriz así como el TLC las presiones de Donald Trump? ¿Tendrán los gobiernos estatales la capacidad de venderse bien ante las grandes compañías de autos eléctricos e híbridos y no esperar que los compren bajo sus condiciones estaodunidenses? ¿Usted qué opina?
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