“La verdad se corrompe tanto con la mentira, como con el silencio” Cicerón
Vivimos en un país donde la mentira y el engaño son los pilares del comportamiento humano mexicano; mediante éstos y su uso excesivo (y digo excesivo porque inconscientemente se usa diariamente), las personas en sus diferentes ámbitos logran sus objetivos, desde un aspecto individualista, si se observara desde una perspectiva desinteresada o con miras a la colectividad, los resultados no son positivos, porque crecer alejado de la verdad, tarde o temprano conlleva al fracaso, al retroceso.
Desde la óptica política, la manipulación de los medios, el acarreo de masas y el discurso de venta son, entre otros, instrumentos utilizados por las diferentes fuerzas políticas para atraer electores. Ejemplo de ello lo vemos en los (pre) candidatos a la Presidencia de la República: todos intentan convencer de algo que no son para superarse entre ellos, proyectar una imagen de sí mismos que posiblemente se encuentra muy alejada de su realidad personal. El que no es sencillo busca aparentar ser de pueblo, el que es de pueblo busca aparentar ser preparado y el que es preparado busca aparentar contar con madurez política, hay de todo.
En materia judicial, durante la última década se han realizado diversas reformas constitucionales, empezando por la materia penal (juicios orales) hasta el tema de transparencia, y sí, en papel lucen eficientes todas y cada una de ellas, ¿por qué no funcionan? La respuesta: porque no tenemos una cultura de honestidad. En Estados Unidos, el perjurio es un delito altamente castigado, es decir, al abrirse un proceso penal el testigo tiene temor de mentirle al Juez, sabe que si miente la pena sería incluso más alta que el propio delito raíz del procedimiento al que acude como declarante: la verdad es valorada y la mentira castigada. En cambio, en nuestro país, contando con un sistema jurídico más transparente y público, como estamos acostumbrados y no le tenemos miedo al engaño, es difícil (casi imposible) que se tengan los mismos resultados que en países avanzados, educados en la búsqueda de la verdad.
Respecto al tema educativo, que es el pilar fundamental del desarrollo democrático de una nación, nuestro sistema está diseñado para culturizar sin opción de dudar y debatir, y la duda te vuelve sabio. Los sistemas en los países de primer nivel educativo, utilizan métodos abiertos, parecidos a la Escuela Libre (como hacían los griegos), donde los alumnos cuestionan y entre ellos discuten, se fomenta la libertad de pensamiento, la diversidad; por otra parte, en México la educación es diferente, entre menos pienses es mejor, pues el control es más sencillo, en consecuencia, es lógico que al implementarse programas copiados de otras naciones altamente desarrolladas, donde el debate es elemento fundamental para el funcionamiento de éstos, no caminen de la misma manera.
En fin, la relevancia de la verdad estriba que, si vivimos en un sistema basado en el engaño, es lógico que por más que se implementen métodos de primer mundo (judiciales, políticos o educativos) no funcionen, ya que estamos acostumbrados a la mentira, y se debe en parte porque la ética ha desaparecido de todo plano, cuando ésta es elemental para la evolución social; como decía J.L. Borges, si cada uno de nosotros actuara éticamente, eso podría tener un efecto político muy grande.
FUERA DE LUGAR… Cada vez se despliega más la guerra entre los candidatos a la Presidencia de la República, mucho ataque y poca propuesta real, ¿faltará calidad política en nuestro país?
RECOMENDACIÓN SEMANAL: Película “I, Tonya”, basada en la controversial vida de la ex patinadora sobre hielo olímpica Tonya Harding, en general el cortometraje es bueno, pero lo que más sorprende es la excelente actuación de Margot Robbie, quien generalmente sorprende por su belleza y no por su calidad artística.