MÉXICO.- El video hipnotiza. Una “rata” parada en dos patas parece estar enjabonándose con delicadeza todo su cuerpo, la cabeza, las extremidades y hasta su parte trasera. Se enjabona como cualquier parroquiano en la ducha de su casa. El video tenía todas las características para convertirse en un fenómeno viral en redes sociales. Y eso fue exactamente lo que ocurrió.
Al tiempo que el video se replicaba como un virus en la red, muchos internautas comenzaron a cuestionar lo que veían. Dallas Krentzel, un biólogo evolutivo de la Universidad de Chicago aclaró en primer lugar, a través de la revista Newsweek, que no era una rata como todos suponían sino un Pacarana.
«Tanto pacas como pacaranas son algunas de mis especies favoritas por lo extrañas que son», dijo Krentzel a Newsweek. La pacarana (Dinomys branickii) es propia de Sudamérica. De hecho el video fue grabado en Perú. Las pacaranas se alimentan principalmente de tallos tiernos, hojas, frutos y semillas. Es uno de los pocos roedores que toma el alimento con sus manos, lo que demuestra la destreza que tienen en sus miembros superiores como se ve en el video y en otros tantos que circulan en internet en los cuales se hace evidente su capacidad de adoptar una posición vertical paradas sobre sus dos patas traseras.
Sergio Solari, investigador peruano del Instituto de Biología de la Univeridad de Antioquia y director del Grupo de Investigacion de Mamíferos, explicó que el animal del video está intentando limpiar de su pelaje el jabón que alguien le echó. “Parece un animal acicalándose. Es algo que hacen casi todos los mamíferos. Para ellos el pelaje es muy importante porque los protege del ambiente”.
Solari suele explicarles a sus alumnos que los humanos nos bañamos excesivamente por razones estéticas pero eso no es lo común en otros mamíferos que, por el contrario, intentan mantener sus pelajes bien aceitados. “Tienen glándulas cerca de la región anal o en la espalda. Muchos mamíferos se frotan con las extremidades, se frotan la cabeza contra la barriga, para repartir la grasa sobre el cuerpo”, comentó.
Más allá de la cautivante escena del pacarana, el video nos recuerda las capacidades cognitivas de otros animales sobretodo los roedores. Dave Deamer, biofísico, recordaba en su blog que mientras el cerebro humano pesa alrededor de 1350 gramos el de una rata apenas llega a 2 gramos, y mientras el primero tiene alrededor de 11500 millones de neuronas cortiales, el segundo ronda los 15 millones. Pero esas diferencias en número no excluyen a las ratas del gremio de animales inteligentes. A lo largo de muchas décadas de investigación con ratas y roedores, y por supuesto también de convivencia en las mismas ciudades, ha quedado claro que tenemos muchas cosas en común.
Los roedores, como se ha demostrado en diferentes experimentos, tienen nociones de tiempo y una gran ubicación espacial. No es gratuito que en cientos de experimentos sean capaces de memorizar las rutas de laberintos para encontrar su comida.
Los roedores tienen sensibilidad para los números. Hank Davis, de la Universidad de Guelph en Canadá, reportó en una serie de experimentos en 1975, que las ratas eran capaces de distinguir el número de estímulos dolorosos y predecir los momentos en que estarían a salvo de ellos.
En 2007 un científicos de la Universidad de Georgia reportaron en la revista Current Biology que las ratas poseen cierta capaciadad de conciencia frente a su propio conocimiento. En un experimento en el que premiaban con comida a los animales que sabían la respuesta a un problema, demostraron que las ratas que “sabían” que «no sabían” la respuesta se abstenían de participar a cambio de una ración menor de comida.
Más adelante, en 2011, otro grupo de científicos demostró que también son émpaticas con sus congéneres. La idea ya había sido probada en los años sesenta pero al repetir y modificar los experimentos iniciales, los científicos probaron que eran capaces de ayudar en situaciones de peligro. «No hay nada excepcional en ello más allá del sentimiento que sienten al ayudar a otro individuo», dijo Peggy Mason, neurobiólogo y uno de los científicos que realizaron el experimento. «Existe un concepto erróneo común de que compartir y ayudar es un acontecimiento cultural. Pero este no es un evento cultural. Es parte de nuestra herencia biológica».
CON INFORMACION DE EL ESPECTADOR.