“La corrupción raras veces comienza por el pueblo” Montesquieu.
LO CLAROSCURO. ¡Vaya cosas que hay qué ver!
La corrupción es un fenómeno que difícilmente podrá medirse cuantitativamente.
En una escala subjetiva, existen organismos que determinan mediante escalas que contemplan puntajes en base a libertad de prensa; gobierno abierto; libertades civiles y sistemas judiciales independientes, cuál es su gradación regulatoria en la materia.
Así, el Índice de Percepción de Corrupción (IPC) según Transparencia Internacional, les da un valor en una tabla de 177 países observados.
De cien puntos que le son acreditados en la mayor escala aprobatoria, hay países que prácticamente los cumplen a cabalidad como Dinamarca, Finlandia, Nueva Zelanda, Alemania, Canadá, que se encuentran dentro de los primeros 20. Estados Unidos –con una calificación de 73- entra en ese primer círculo, de panzazo.
¿México? De atrás pa’delante asomamos la ‘panza’ en el lugar 123, a donde llegamos tras el constante esfuerzo; pues apenas poco tiempo atrás, estábamos en el 118.
Los tratados comerciales entre países -desde tiempos remotos- condicionaban éstos a garantizar las inversiones mediante un correcto sistema legislativo que amparase y diera salvaguarda a los capitales invertidos; con leyes que les dieran la certeza ante un eventual golpe de estado. Por decir lo menos.
Y se establecieron –desde los tratados recientes- reglas que vigilaban el dumping (prácticas desleales de competencia comercial) entre países y sus comercios.
Hoy, las reglas cambian.
Se encuentra en la sexta ronda de negociaciones el Tratado de Libre Comercio de México con los vecinos del norte, EE.UU y Canadá. Donde a petición de parte (EE.UU) el tema de anticorrupción ocupa un lugar preponderante, casi sobrepasando a los demás temas, como el laboral o el automotriz.
Ya fue desahogada la agenda trilateral en ese sentido. Los representantes de los tres países dieron sus propuestas concretas sobre el quehacer en materia de anticorrupción, sobre la regulación local en la materia y sobre las garantías que plantean para dar certeza jurídica a los tratadistas.
México –seguramente el más cuestionado- habla sobre su reciente aprobación a reformas constitucionales en su Carta Magna y las adecuaciones a las constituciones locales para la implementación de un sistema fehaciente donde se involucra no sólo a la parte gubernativa en la persecución y condena de delitos en materia de malversación de fondos públicos y de abuso de poder; y que además se empodera a la sociedad en este nuevo esquema de fiscalización del actuar gubernamental.
¿Será suficiente garantía para Canadá y EE.UU?
Quizá la resolución de los casos que se encuentran en el escrutinio, como la detención de ex funcionarios públicos, ex gobernadores; el resultado de acusaciones –como la cuestionada empresa Odebretch- darán la tranquilidad no sólo a los gobiernos que hoy firman ese acuerdo de comercio; sino a los que aquí vivimos y que también ponemos en riesgo nuestros propios capitales y que sopesamos el desprestigio de ser aún uno de los países menos confiables de Latinoamérica, apenas por encima de Venezuela (166), Guatemala y Nicaragua. Y empatados con Honduras y Paraguay.
COLOFÓN: Ya como país, seguimos haciendo la tarea, al evidenciar a quienes han hecho mal uso de los recursos públicos.
Nos ‘lavamos la cara’ para que vean los grandes capitales que somos de fiar. La última ronda en la exploración petrolera se adjudica a Shell, de origen anglo-holandés.
¿Serán suficientes calificaciones para que Trump cambie su tweet de “Don’t do business with México”? Aún no perdona a nuestro país por su fracaso en BCS ‘Ocean Resort Baja’.
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