CIUDAD VICTORIA, Tamaulipas.- Arturo Amescua, es la tercera generación en el oficio de ‘afilador’. Este es el sustento de su familia por lo que ha recorrido kilómetros de calles en tres Estados distintos.
La herramienta con la que realiza su trabajo, ha sido la misma que utilizó su abuelo, después su padre y ahora él.
“Es una máquina manual con más de 150 años de vida, es un tesoro familiar que se mantiene en óptimas condiciones, porque recibe constante mantenimiento”.
Aunque es originario de Valles, San Luis Potosí, donde radica; cada 30 días viaja a esta capital donde recorre las colonias de 9 de la mañana a 4 de la tarde, para ofrecer sus servicios de afilador.
“También viajo a Querétaro, para realizar la misma tarea”, platica.
Debido a que hay pocos afiladores, el trabajo no falta.
Lo más difícil, platica, es trasladarse de ciudad en ciudad. Los viajes se han encarecido y a veces el dinero se gasta sólo en comida y en viáticos.
“Soy de ciudad Valles, San Luis Potosí, ahí tengo mi familia y mi residencia; mi jornada inicia a las 9 de la mañana hasta las 4 de la tarde y recorro en ese lapso cuatro colonias”
Amescua camina cuatro colonias diariamente donde ya es conocido. El silbato del afilador es inconfundible, por lo que al verlo pasar le llaman como el “afilador del banquito”.
“Por afilar unos cuchillos o tijeras es variable, ya que hay tijeras y cuchillos de calidad como trambotina y Victorinos, por lo que cambia un poquito el material, como son tijeras médicas, se paga de 40 a 55 pesos dependiendo”.
Un oficio de generaciones
Cada mes viaja a Victoria
4 colonias recorre diariamente
3 generaciones han realizado este oficio