CIUDAD VICTORIA, Tamaulipas.- A tres meses de la tragedia que enlutó a la familia de Armando cuando personas desconocidas chocaron la unidad que conducía frente al planetario la herida no cicatriza.
En el percance perdió a su esposa y él quedó gravemente herido e inmovilizado en una cama.
Armando Salazar Treviño platica cómo las personas responsables del percance nohan sido identificadas.
Además la Secretaría de Educación le negó servicio hospitalario, pese a que tiene décadas de laborar como maestro.
El pasado 18 de diciembre redes sociales concentraron su mirada en un terrible accidente, ocurrido frente al planetario pues los vehículos quedaron destruidos.
En el choque participaron un pequeño Datsun 86 y una camioneta Explorer que era conducida a exceso de velocidad, ahí fue necesaria hasta la ayuda de reporteros de policiaca y testigos, ya que los paramédicos no se daban abasto para rescatar a los heridos entre fierros retorcidos.
Para Armando, su esposa Elida y su hijo era un paseo normal esa tarde, recién habían salido de su domicilio localizado en la colonia Chapultepec y se dirigían a la iglesia a una plática, para después pasar por su hija mayor, quien estaba en el turno vespertino en la secundaria Técnica uno.
“Veníamos bajando del planetario, cuando una camioneta me choca del frente; nunca la vi venir”.
“Invadió el carril y no supe más, perdí el conocimiento”, platica mientras reseña con sus manos las cicatrices de las heridas que sufrió.
Recostado en su cama Armando recuerda que tras el impacto se desmayó unos minutos, y despertó cuando llegaron los paramédicos, quienes atendían a su hijo a quien sacaron por una ventana, debido a que las puertas del vehículo quedaron inservibles.
“Desperté, vi a mi esposa con los ojos cerrados, pensé que al igual que yo se había desmayado por el golpe, por eso no me preocupe. Tenía que mantener la calma para no preocupar más a mi hijo”, lamentablemente Elida falleció al instante, debido a que fue golpeada directamente por la camioneta.
Luego de romper las ventanas y sacar a su hijo de lo que quedaba del auto, fue atendido rápidamente por Cruz Roja, quienes descartaron un golpe de gravedad, sólo ligeras contusiones, mientras que Armando continuaba prensado en el interior.
“No me podía mover, el golpe hizo que los pedales y el tablero del auto se doblaran hacia mí, me rompieron las piernas y el hueso de una de ellas salió de mi cuerpo. No sentía nada de la cintura para abajo”.
Tras ser rescatado Armando tuvo que ser intervenido quirúrgicamente en diversas ocasiones, para salvar sus extremidades, incluso se le colocó una canasta en una rodilla ya que un pedazo de su hueso no fue encontrado.
Pero las malas noticias no paraban ahí…
“El accidente ocurrió un lunes, pasaron los días y no sabía nada de mi esposa, al preguntar esquivaban la respuesta, pero nadie me dijo nada hasta el jueves, una vez que los doctores autorizaron que lo supiera”.
“Al despertar en el choque le hable y no se movía; sin embargo, un hilo de sangre salía de su oído, y yo no recordaba hasta que me lo dijeron”.
“No pude estar en su entierro, sus padres se la llevaron a Tula, ella es de allá, pero cuando este mejor la iré a visitar”.
“A la fecha no sé nada sobre quién manejaban la camioneta; nunca se acercaron para ver en qué me ayudaban,”.
La Secretaría de Educación no cubrió ningún gasto médico, pese a que Armando tiene más de 20 años de trabajar como docente de primaria, luego que se argumentó que estaba bajo contrato, por lo que no recibiría ese beneficio.
Ello no ha sido impedimento para que Armando siga adelante, ya que a pesar de no poderse valerse por si mismo, agradece a sus padres, quienes le auxilian a cuidar a sus hijos, “mi madre es mi mano derecha”.
Además dice que sus alumnos de primaria, así como padres de familia y compañeros le han ayudado enormemente, con despensa o al realizar actividades para ayudar con los gastos, lo cual lo alegra y mantiene vivas sus esperanzas.
“El doctor me dice que no hay muchas esperanzas para caminar de nuevo; pero yo tengo fe, y sé que tal vez no pueda jugar fútbol, pero se que podré caminar para ayudar a mis hijos”.