CIUDAD VICTORIA, Tamaulipas.- Juan Nepomuceno Cortina Goseacochea, a quien las autoridades estadounidenses llamaron “bandido” y el pueblo mexicano consideró un héroe, nació en Camargo, Tamaulipas el 16 de mayo de 1824, tres años después de que México había logrado su independencia de España.
Este personaje era hijo de Trinidad Cortina y de doña Estéfana Goseacochea, una familia prominente en la zona tamaulipeca comprendida entre de los ríos Bravo y Nueces. Sus abuelos habían sido de los primeros colonizadores de esa región.
Cuando tenía 3 años, su familia se trasladó al Valle del Río Grande, ya que su madre había heredado grandes extensiones de tierra en los alrededores de Matamoros.
De su adolescencia poco se sabe.
Inició su carrera militar en 1844 como parte de las milicias del norte de Tamaulipas, en un cuerpo especial llamado defensores de la Patria, peleando en contra de las incursiones de los llamados indios bárbaros y de los filibusteros texanos.
Las crónicas de la época lo describen como un personaje de constitución recia, de tupida y grande barba roja y excelente jinete.
En 1847, a los 23 años de edad, y en plena guerra con Estados Unidos, Nepomuceno organizó a los vaqueros que trabajaban para él y para otros ranchos vecinos, y se unió a las filas del ejército comandado por el general Mariano Arista, quien estaba en Matamoros para enfrentar la avanzada del general Zachary Taylor.
Como buen jinete formó parte de la caballería que sostuvo enfrentamientos en las batallas de Resaca de la Palma y en la Angostura, y destacó en el cuerpo de exploradores de la frontera y en la brigada de Tamaulipas.
En 1848, una vez finalizada la guerra, hubo que trazar una nueva línea fronteriza, lo que causó que las extensas propiedades de la familia Cortina quedaran divididas entre los dos países: gran parte en el lado texano y el resto en Tamaulipas. Pronto el joven Juan debió enfrentarse a las nuevas autoridades norteamericanas de esa zona y así poder defender sus propiedades. Esta situación le generó, naturalmente, enemistades y enfrentamientos con cierto número de nuevos colonizadores que pretendían apoderarse de sus tierras.
Por esa época se dedicó a trabajar en su rancho ubicado en la nueva población fronteriza llamada Brownsville, en donde logró desarrollar grandes hatos de ganado.
A pesar de las constantes agresiones que sufrió por parte de quienes ambicionaban su propiedad, continuaba siendo un hombre económicamente poderoso. Sin embargo, en el aspecto político, esto no era así, pues aunque se permitía votar a los mexicanos que permanecieron del lado texano, se les negó cualquier posibilidad de ocupar algún puesto político o militar.
Al parecer Cortina no se conformó con tener una posición de segundo nivel y decidió reingresar al ejército mexicano en Tampico, aunque siguió viajando continuamente a Brownsville para vigilar sus prósperos negocios.
En julio de 1859, durante una de sus estancias en Brownsville, presenció la golpiza que el comisario Bob Spears le propinaba a un trabajador del rancho de su madre, invitándolo a dejar de hacerlo, pero ante la negativa y ante la forma insultante en que el gringo le contesto, Cortina le disparó, montó en la grupa de su caballo al peón y salió huyendo del lugar.
A partir de ahí Juan Nepomuceno se convirtió en el hombre más buscado del Valle de Texas.
Sobre el inicio de su rebelión, las crónicas señalan que el 16 de septiembre de 1859 Cortina celebró con una fiesta la Independencia de México y que ahí surgió entre amigos la idea de enfrentar y acabar con los maltratos.
Salieron del lugar y pistola en mano llegaron a la cárcel, en donde liberaron a los mexicanos presos. El contingente que llegó se hizo en pocos minutos más numeroso; entonces se dirigieron a la oficina del marshal, quien, avisado de lo que estaba sucediendo, había logrado huir.
El grupo encabezado por Cortina no asaltó casas particulares ni tiendas; éste tenía el suficiente dinero para armar a todo su ejército.
Cuentan que al llegar una patrulla estadounidense procedente del poblado vecino, la banda se dispersó y huyó a Matamoros, pero días después regresaron a Brownsville y tomaron posesión de la oficina del marshal, en donde Cortina hizo ondear permanentemente una bandera mexicana.
A pesar de las súplicas que sus amigos y su familia le hicieron para que desistiera de su plan, no lograron convencerlo. A los dos días de tener bajo su control la ciudad, emitió una proclama en donde presentaba a todo el pueblo sus razones por las que habían organizado la asonada. Ahí exigía que los estadounidenses que habían asesinado a mexicanos fueran castigados, y a continuación presentó una larga lista de los nombres de los que habían sido muertos.
Días después llegó a Brownsville un pelotón del Ejército de Estados Unidos proveniente de San Antonio, y en un enfrentamiento capturaron a uno de los hombres de Cortina, de nombre Tomás Cabrera, precisamente cuando el mexicano consideraba que había dado una demostración de fuerza y organización suficiente para lograr la igualdad, por lo que había preparado su retirada a Matamoros; pero ante tal acción decidió no abandonar a su suerte a su compañero y permaneció en Brownsville. Volvió a reunir a su gente y les pidió a las autoridades del lugar liberaran a Cabrera o quemaría el poblado.
Al principio el grupo de Cortina se componía de mil 500 elementos contra 100 de los estadounidenses, aunque éstos fueron ayudados por un pelotón del Ejército de Tamaulipas. Cortina volvió a resultar vencedor y pidió la libertad de Cabrera a cambio de dejar libre la ciudad. La respuesta fue colgar al prisionero en una plaza pública, aprovechando que para entonces ya habían llegado a Brownsville los temidos rangers.
Entonces comenzó lo que se conoció como la “guerra de Cortina” contra un ejército estadounidense reforzado, pero con el control de los mexicanos sobre la ciudad, quienes combatían al grito de ¡Viva México!, ¡Mueran los gringos!, ¡Viva Cortina!, ¡Viva la república Mexicana!
El control sobre toda la parte del bajo Río Grande duró siete meses, tiempo en el cual el ejército texano continuó reforzándose. Cortina estuvo a punto de ganarles la última batalla pero la superioridad numérica de aquéllos se impuso. Entonces se refugió en Matamoros, en donde era considerado como un verdadero héroe.
Durante la persecución, sobrevino una crisis binacional por el ingreso de soldados norteamericanos a territorio mexicano. Toda la región norte del estado de Tamaulipas fue objeto de acciones punitivas de parte del ejército de los Estados Unidos y de partidas de voluntarios texanos al mando de John S. Ford que buscaron infructuosamente a Cheno Cortina.
En marzo de 1860, el gobierno de los Estados Unidos fue notificado que Cortina estaba en el rancho de la Mesa de la municipalidad de Reynosa y enviaron una fuerza para aprehenderlo. Una vez que estaban en territorio mexicano, se enfrentaron a un grupo de hombres que venían de Matamoros para defender al Cheno, dieron muerte a uno y dispersaron a los otros. Esa victoria les hizo avanzar más hacia el sur con la intención de localizar a Cortina, dar su merecido a sus simpatizantes y robar caballos para llevarlos a Texas. El 4 de abril llegaron hasta Reynosa, John S. Ford acompañado de 70 hombres, en donde se les hizo raro ver al pueblo vacío. Cuando llegaron a la plaza, unos vecinos armados se asomaron por entre los techos y otros tantos les cerraron el paso, sorprendiendo a los intrusos e indicándoles que no aprobaban su presencia. Ford les hizo saber que tenían permiso de un alto funcionario mexicano para capturar a Cortina que se ocultaba en el rancho de la Bolsa. Los vecinos les ordenaron que cruzaran el río Bravo en forma directa sin necesidad de llegar a más ranchos. Cuando los texanos estaban del otro lado del río, enojados comenzaron a dispararles a los vecinos de Reynosa, hiriendo a varios.
Cortina dejó de molestar a los texanos, para ponerse a las órdenes de José María Carvajal y pelear contra la intervención francesa, en donde se distinguió en batallas como la del 5 de Mayo en Puebla y en Matamoros, Tamaulipas. De igual forma militó en las tropas imperialistas de Maximiliano entre septiembre de 1864 y abril de 1865 para regresar al bando republicano en donde estuvo en los sitios de Querétaro y la ciudad de México.
Fue gobernador de Tamaulipas del 12 de enero al 26 de septiembre1864 y desde diciembre de 1865 hasta el 4 de marzo de 1866. Le fue conferido el grado de general de brigada en 1870. Apoyó a Porfirio Díaz en el Plan de Tuxtepec en 1872, se le procesó en 1875, apresado en 1877 y enviado a la prisión militar de Santiago Tlatelolco y finalmente se le concedió el beneficio de la reclusión domiciliaria por ser considerado un héroe de guerra.
Cuentan que cuando volvió a la frontera trece años después, en 1890, fue recibido como héroe.
El gobierno de los Estados Unidos nunca lo perdonó y solicitó su extradición, pero les fue negada porque se hallaba en proceso penal en México. Murió en Azcapotzalco el 30 de octubre de 1894.